Mil mesetas


Presentación

Después de recorrer <<La imagen-movimeinto>> de la mano de lecturas y películas, El Grupete Lector embarca una tarea que se abre a rumbos insospechados. Con el afán de “no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy”, encararemos -algunos por primera vez, otros por enésima- la lectura sistemática de <<Mil Mesetas>>. Muchas preguntas nos atraviesan, de muchas naturalezas y de distintos órdenes. Curiosidad, necesidad, angustia, urgencia… Y nada garantiza que lleguemos a buen puerto; nada ni siquiera nos puede garantizar que exista ese puerto.

Partiremos este miércoles 5 de diciembre de 2019 cuando la tarde llegue a Buenos Aires. Pantallas de por medio, estaremos de nuevo juntos.

Siempre toda la información de este grupo está actualizada acá!

Encuentro 1. [5, dic. 2019]
En nuestro nuevo primer encuentro sucedieron cosas muy interesantes. Parece que la lectura de Mil mesetas va a dar mucho de qué hablar (y de qué leer también). Primero intentamos contextualizar un poco el libro: es la segunda parte y/o la continuación de El AntiEdipo, algunos de sus capítulos-mesetas ya habían aparecido publicados, etc... Y rápidamente empezaron a emerger preguntas muy interesantes y que creo que son las que atraviesan siempre la lectura de esta parte de Deleuze (esta parte que es Deleuze-Guattari):
  • estamos acá ante una ontología propiamente dicha?
  • qué relaciones (diferencias, continuidades, equivalencias) pueden establecerse entre nociones como Rizoma y Agenciamiento? Son lo mismo? En qué grado?
  • cuál es la rentabilidad (aplicabilidad + rendimiento) específica de esta "teoría deleuziana-guattariana"?
  • estaríamos ante una suerte de "paradigma" filosófico que se pretende completo, más o menos abarcativo y que por lo mismo "reemplazaría" a cualquier otra perspectiva, superándola?
  • por qué es necesariamente "mejor" el flujo que las estabilizaciones?
Algunas de estas cuestiones pueden encararse a partir de la filigrana que implica el lenguaje propuesto en Mil mesetas. Algunas otras tienen que ver con la simultánea potencia e indeterminación del principio "todo es conexión de conexiones de conexiones...". Otras apuntan a lo que podría caracterizarse como un deslizamiento de un relativista a un perspectivismo radical (no individual). Otras podrían tener que ver con la tensión que sin duda hay entre la lógica de la voluntad y la lógica del acontecimiento. Y otras también hacen referencia a la cuestión del sujeto, de su definición, del estatuto que tiene en todo este entramado. La pregunta por la potabilidad política de esta "perspectiva teórica" tampoco se hizo esperar...

Para hacer una panorámica previa a la inmersión en el libro-máquina, leeremos algunas entrevistas y textos sobre la empresa “Capitalismo y esquizofrenia”. Además, ya en vivo y en directo, intentaremos leer colectivamente la “Carta a un crítico severo”, con el ánimo de sinotizarnos en lo concerniente al lenguaje y llegar a acuerdos respecto de los intereses, las intenciones y los propósitos de la lectura porvenir, propiamente mesetística…

Nos vemos entonces de nuevo el miércoles 11 de diciembre a las 17hs (horario argentino) pantallas y meridianos de por medio...


Encuentro 2. [11, dic. 2019]
Hemos de ser muchos, demasiados en nosotros mismos ya. Supimos constatar que las preguntas que nos sacudieron la vez pasada no provienen de -como muchos sacerdotes del saber habrán ya cacareado- terrenos ignominiosos, ni tampoco del prejuicio epistemológico o del recelo teórico o de la envidia conceptual. Las preguntas que nos asediaron la vez pasada constituyen no sólo el punto de partida sino el recorrido y tal vez también la línea que atraviesa y sobrepasa la lectura que nos convoca. Por eso, aunque pueda parecer que avanzamos poco, hemos ya emprendido un viaje de velocidades e intensidades poco fáciles de comprender de entrada. Además, trazamos una suerte de territorio -¡primacía de la cartografía sobre la historia!- para poder seguir confirmando que nuestras angustias no son sólo nuestras sino que componen ellas el mundo circundante de esta selva espesa. Tal territorio se compone, como no podía ser de otra forma, de lecturas que, estando en el corazón mismo de la cosa, la rodean al mismo tiempo trazando sus propias coordenadas. He aquí un listado, por si acaso hubiese interesados en provocar(se) resonancias:
  • “Entrevista sobre El AntiEdipo” (1972), en Conversaciones.
  • “Deleuze y Guattari se explican” (1972), en La isla desierta.
  • “Capitalismo y esquizofrenia” (1972), en La isla desierta.
  • “Sobre el capitalismo y el deseo” (1973), en La isla desierta.
  • “Carta a un crítico severo” (1973), en Conversaciones.
  • “Entrevista sobre Mil mesetas” (1980), en Conversaciones.
  • “Carta a Uno: cómo trabajamos juntos” (1984), en Dos regímenes de locos.
  • “Prólogo a la edición italiana de Mil mesetas” (1987), en Dos regímenes de locos.
Estos fragmentos -líneas fragmentarias-, creemos, nos permitirán equiparnos para, por fin, encarar el proyecto Mil mesetas, ese libro-máquina, ese rizoma, esa cartografía de los devenires de los acontecimientos… Habremos de encontrar la manera para compilar lo que de los fragmentos funcione -¡sí, lo que funcione!-, para luego entonces poner a prueba todos esos funcionamientos.

Nos vemos, nos leemos, nos encontramos de nuevo el miércoles 18 de diciembre, a las 17:00 (horario argentino), 15:00 (horario colombiano), 21:00 (horario alemán), en la juntura que permiten las mediaciones…


Encuentro 3. [18, dic. 2019]
El objeto-libro se nos a abierto entre las manos. Su apertura, que se hizo también breve pero intensísimo recorrido, se nos ofreció como comprimido, como preámbulo, como lo que es: una introducción. Más que aplacar las ansiedades de donde emergen y bullen las preguntas, las agitó con estrépito. Las preguntas se fortalecieron y nos interpelaron de nuevo, con exigencias de paciencia, calma, rigurosidad y entrega. Hemos, pues, después de haber entrado al palacete que es este libro-objeto y tras haber dado los primeros pasos dentro suyo, de continuar explorando sus rincones, sus contradicciones (de las que lejos de rehuir, Deleuze y Guattari se precian), sus esquinas, sus oscuridades, pero también sus chistes, sus ironías, sus invitaciones, sus irreverencias y genialidades. Apenas nos encontramos bajo el pórtico de la primera puerta, y ya confirmamos la potencia que, independientemente de su poder de convencimiento, estas páginas esconden. Celebramos esta lectura en conjunto, en multitud, en manada.

Las festividades de final de año no nos resultan obstáculos, aunque nos invita a nuevas configuraciones: continuaremos esta aventura el lunes 23 de diciembre en los horarios ya acordados (5pm hora rioplatense, 9pm hora teutona, 3pm hora caribeña).

*[La foto insinúa el código de vestimenta y el estado de ánimo recomendados para el encuentro]*

Encuentro 4. [23, dic. 2019]
Las múltiples entradas de una multiplicidad (que siempre es multiplicidad de multiplicidades) no son equivalentes u homogéneas entre sí. <<Rizoma>> nos lleva, nos invita, nos envuelve. Pareciéramos estarnos adentrarnos en caminos ya recorridos por Alicia, que además es siempre recordada. Las múltiples entradas de una multiplicidad (siempre rizomática) no implican ninguna garantía de salida. Atravesar no es vencer, sino transmutar la naturaleza propia en el recorrido, ya no para “salir” siendo otra cosa, sino para desactivar la pregunta, su necesariedad, por la salida, por el éxito, por el proyecto. Así nos encontramos, en la lectura de algo sospechosamente incómodo e intrigante… Seguimos encontrándonos ante el objeto-libro, frente a los objetos-pantallas, para cantar juntos esta melodía que no cesa de escribirse. Nuestra meta: hacernos a la última página la próxima vez, y usarla como trampolín para continuar esta lectura sistemática (sistema a-centrado de lectura)…

Nos encontramos el jueves 2 de enero de 2020, a las mismas horas de siempre (atardecer porteño / café caribeño / cena teutona).


Encuentro 5. [2, ene. 2020]
En <<Rizoma>> hemos encontrado menos claridades de las que esperábamos, menos de las que nos prometimos a nosotr_s mism_s. No podría ser de otro modo; entre fractales, bulbos, formaciones fasciculares y reticulaciones, es poco lo que puede un_ con facilidad convertir en equipamiento para salir al mundo. Pero algo en el ritmo, en el tono, en el modo de invitarnos a leer, a pensar, algo en la velocidad, en la intensidad, en las componentes y en lo que implica su puesta en relación quedó sobre la mesa como intención de lectura. Sí, al parecer Rizoma es un manifiesto político. Un panfleto. Es eso, también, entre muchas otras cosas. Y de entre tantas cosas que por el paso por allí quedaron, sólo, como guiño, un par de fragmentos que sin estar en el texto mismo, hacen con el texto máquina.
  • Sobre la “producción de inconsciente”: “... ¿qué significa esto? En el sentido que lo expresa Deleuze-Guattari, se trata de un desplazamiento hacia un algo en el que no se había pensado antes, hacia un lugar que uno no conocía pero que no estaba allí para ser descubierto sino que cobra existencia en términos del movimiento mismo que lleva a él. (…) ... un ejercicio de experimentación en el sentido de (…): ese desplazamiento que no va 'hacia' cierto lugar sino que produce su recorrido en la medida que se efectúa.”
  • Sobre el mapa y el calco: “Consideremos el ejemplo del carnicero, al que aunque le resulte extremadamente útil conocer (e incluso tener fijado en su pared) el ‘calco’ anatómico del cadáver bovino o porcino, le es absolutamente necesario ‘mapear’ sobre el mesón, hachazo a hachazo, los modos de tajar, porcionar o despresar a su amigo desangrado. Es más, incluso habiendo no sólo un ‘calco’ anatómico, sino un ‘calco’ metodológico que oriente el procedimiento, cada oportunidad, cada encuentro de la piel-grasa-músculo-hueso con el hacha-mano-brazo-cuerpo-mirada-conocimiento del carnicero constituye un nuevo mapa del arte sangriento (y posteriormente delicioso) de la carnicería. Este mapa, por principio, es indecible. No se deja capturar porque implica la acción ‘cada vez’; si bien puede esquematizarse, sugerirse, volverse consejo o pista general (cosa que implicaría que dejara de ser en mayor o menor medida ‘mapa’ para ser en medida proporcional ‘calco’: una nueva guía de cómo es la cosa y cómo debe hacerse, que en la siguiente oportunidad se verá reformulada por el nuevo encuentro cadáver-hoja afilada).”
El lunes 6 de enero (ya prontito), nos reunimos de nuevo en la(s) mesa(s) que compartimos desde latitudes diversas, para continuar la lectura de Mil mesetas. Siguiente “región continua de intensidades, que vibra sobre sí misma, y que se desarrolla evitando cualquier orientación hacia un punto culminante o hacia un fin exterior” (Meseta): <<2. 1914. ¿Uno sólo o varios lobos?>>



Encuentro 6. [6, ene. 2020]
En (pero también por, tras, entre…) la lectura de “2. 1914. ¿Uno sólo o varios lobos?” emergieron algunas cuestiones…
El Hombre de los lobos ha alcanzado, por fin, su nombre propio. A fuerza de despersonalización, de desindividualización, por fin ha llegado a ser sí mismo. Gracias a dejar de ser lo que venía siendo. Gracias a apropiarse de los rótulos con los que había sido marcado y darlos vuelta como un guante. Gracias a haber percibido ese momento en el que el doctor cocainómano se cagaba bien en las patas ante lo inefable y volvía sus pasos hacia su zona de confort reduccionista, pivotante y representacional. Él, el Hombre de los lobos, ha sabido adentrarse en lo inefable, fabricar una lengua. El nombre propio como operación de sustracción del efecto de unificación de un conjunto heterogéneo. El inconsciente no es reducible a ninguna representación. Es pura multiplicidad y son las multiplicidades las que lo pueblan infinitamente. El inconsciente como desierto. No desierto desértico, vacío, sino como desierto intensivamente poblado, intensamente poblado. Cada elemento que constituye cada multiplicidad -que a su vez constituye una multiplicidad de multiplicidades…- se encuentra en movimiento, un movimiento constante, impredecible y exigente con cualquiera que pretenda también habitar ese desierto (pensar no es otra cosa). Es esa llenura, esa vastedad la que hace al Cuerpo sin Órganos emerger como estratagema. Des-organización: esporádica, casual, imperceptible como irrefutable. Umbral en el que no puede permanecerse pero al que no habría que dejar de acercarse. Ese enmarañamiento de movimiento, su constanteneidad, su impredecibilidad, su exigencia son la naturaleza del Rizoma, que es la naturaleza de lo múltiple. La apertura que el nombre propio traza es la del Devenir. Un lugar desde el que no puede no decirse “yo”, a condición de que tal exclamación implique su desdibujamiento inmediato. Un “yo” que se reconoce por fuera de cualquier régimen de representación y de creencia. Un “yo”, entonces, que abandona su “yoidad” y que se ase (del verbo “asirse”) intensidades, velocidades, temperaturas, distancias; todas estas variables y necesariamente variantes.
Ante el vértigo que nos inunda -y un par de vicisitudes del orden de lo contingente- nos auto-proponemos una pausa. Un cambio de ritmo, una otra máquina. Sólo por un instante, por un momento… Nos encontraremos el jueves 16 de enero a las mismas horas y por los mismos canales, pero dejaremos “Mil mesetas” a un lado para que respire un poco de nosotr_s (y nosotr_s de lo que sea que sea “Mil mesetas”). Leeremos, por esta vez, “Capitalismo y esquizofrenia. Introducción al esquizoanálisis”, la clase con la que Deleuze abre “Derrames”, sus lecciones sobre el gigante proyecto emprendido con Guattari bajo el subtítulo homónimo “Capitalismo y esquizofrenia”.


Encuentro 7. [16, ene. 2020]
“Las cosas son lo que son”, dicen en las calles del barrio. Pero no, a veces sucede que a las cosas no se les puede decir por lo que son, o al menos no únicamente. Algunas veces las cosas se dicen por su funcionamiento, por aquello que hacen, por lo que las componen y las relaciones que estas ‘partes’ establecen, por aquello con lo que se relacionan y por el modo en que lo hacen. En estos casos, las cosas dejan de ser técnicamente ‘cosas’; se conciben como segmentos de un flujo, de un “continuum”… Estamos allí en el terreno de la axiomatización. Dijo una voz del teatro, mientras leíamos, que precisamente en ese sentido Carrió es una gran axiomatizadora. Sea! Las relaciones entre el capitalismo y la esquizofrenia son más complejas de lo que pudiesen parecernos. No es uno el que crea a la otra ni viceversa, pero tampoco es aquella una suerte de ‘modelo’ para él ni viceversa. Un poco ambas cosas, pero ninguna del todo. La angustia que puede ocasionar acercarnos a este entramado de flujos, cortes, codificación, códigos, nos empuja a señalar con el dedo (entre esta primera clase de Derrames y el texto de Rolnik), bien sea hacia “dentro” en forma de culpa judeo-cristiana, bien sea hacia afuera en búsqueda de un chivo expiatorio que limpie nuestra responsabilidad (la socióloga dijo “no paramos de crear cucos”, en una conceptualización afiladísima); en cualquiera de los dos casos, no se hace sino retornar al lugar común de “las cosas”, ¡las cosas que son lo que son! y de paso expiar la angustia misma. Tal vez, y por eso nos encontraremos de nuevo a continuar esta lectura de las primeras páginas de Derrames, estemos convocados a establecer una relación diferente con esta angustia y con lo que ella sacude, abre, desorganiza, enrostra.

(Las innumerables notas de color sobre la revolución, los movimientos sociales, las letras -consonantes y vocales- de las luchas identitarias, y la relación que todo esto guarda con el ensamblaje teórico-metodológico que nos convoca, quedará en las memorias de los que hacemos parte de este aquelarre. Queremos, simplemente, no dejar pasar la oportunidad para señalar que, en medio de estas lecturas, también nos interpelan las “cuestiones del mundo de la vida”… já!).

Seguiremos la lectura de Derrames el miércoles 22 de enero a las mismas horas por los mismos canales. Si el Santísimo Devenir nos lo permite, ya la siguiente semana estaremos de vuelta en la cordillera de las Mil mesetas!


Encuentro 8. [22, ene. 2020]
Abrimos el texto, y el texto nos supo llevar a zonas de apertura que desbordaron el texto mismo. Tal vez también nos supieron desbordar, desdibujando nuestros contornos. De todo eso se trata también El Grupete Lector. Una pregunta vuelve como un ave que circunvala pacientemente. Aquello que han de llamar “inconsciente”, ¿qué es?, ¿cómo puede asirse? Más o menos hemos concedido que no se trata de una representación, que no es reducible ni a lo simbólico ni a lo imaginario. Pero, ¿se trata entonces de “lo real”? Es demasiado poco certero arriesgar una respuesta. La dimensión del problema mismo nos exige distanciarnos de esos términos, nos demanda la creación de un lenguaje -también maquínico- que pueda dar cuenta de aquello que nos asedia en forma de pregunta. El inconsciente, lo inconsciente, le inconsciente(?) como máquina, como maquínico -todo lo contrario a lo mecánico-, como operación, como funcionamiento -que no es tampoco lo mismo que una función-. Aquello con lo que opera para hacer lo que hace, aquello con lo que conecta y las formas en que lo hace, pero además, el lanzamiento constante de esa cartografía. El inconsciente como producción, y entonces como proceso siempre en movimiento, que no se deja capturar sino al que pareciera que hay que seguir, descifrando sus movimientos huidizos, inventando constantemente un lenguaje que pueda dar cuenta de sus transformaciones y de su simultánea inminencia. El lenguaje que se exige es, por eso, parte de ese inconsciente que exige ser pensado. No puede, por lo mismo, tener un centro, un pivote, un elemento que “a priori” explique su funcionamiento. Es el funcionamiento el que dará cuenta de sus centros, de la inexistencia de ellos, de su constante transformación, como en un truco de magia… Así, y por lo mismo, el código no puede ser concebido como aquello que moviliza el corte sobre el flujo, sino precisamente como su resultante. Hay flujos, siempre hay flujos, sobre los que se operan cortes -cuáles, dónde, a qué velocidad, etc.; de todo eso hay que dar cuenta en cada caso- que producen los códigos en su inteligibilidad. El espejismo de la operación consiste en hacernos ver, oler, sentir, pensar, que los códigos preceden la operación de corte. Y allí de nuevo esta nueva concepción del deseo, que precede al corte, al barramiento, a la falla, al lenguaje… Todo esto junto, simultáneo y a velocidades inconcebibles.

Volvemos a juntarnos el (lunes 27 de enero cuando sean las 17hs en el territorio argentino) (el martes 28 de enero cuando las 18 horas cubran el territorio argentino) -las coordenadas temporales de otras latitudes son calculables- para retomar la lectura de Mil mesetas.


*[La imagen, simplemente para recordar que Deleuze también fue un niño fumón]*


Encuentro 9. [27, ene. 2020]
“¿Por quién [carajos] se toma la tierra?”
Nosotros nos queremos acercar, y lo hacemos con cierta cautela, con respeto e interés genuino, y entonces pareciera que algo de lo que en el recorrido se ha enmarañado promete aclararse así sea un poco… avanzamos apenas unos pasos más, y entonces viene la explicación de todo, en forma de canción: “Aserejé, ja de je dejebe tu de jebere sebiunouba majabi an de bugui an de buididipí…”. ¡¡La aclaración es aún más compleja que aquello que pretende aclarar!! Buscando algunas figuras del pensamiento que nos ayudaran a desenrollar el hilo, se nos terminó agotando el pensamiento mismo. La tarea es seguir recorriendo las laberínticas esquinas de estos poquísimos pasos que logramos avanzar en la lectura de la tercera meseta de Mil mesetas. Sí, ese par de páginas sobre los estratos, el agenciamiento, las articulaciones, la forma y la sustancia y sus modos de relación… Estratos, gritan desde una capital al norte de Suramérica, como una iglesia católica construida sobre un templo inca. Y sí, así.

El mércoles 5 de febrero nos reencontramos en el ritornelo espaciotemporal de siempre, para seguir esta travesía…


Encuentro 10. [5, feb. 2020]
Algunas veces, la única forma de avanzar es volver sobre los pasos dados y procurar afianzar(los). Una de las formas de viajar ligero es asegurarse de que todo lo que se tiene a mano es útil en algún sentido. Por eso nos hemos dedicado toda una vez, toda una tarde, toda una noche, todo un encuentro, a “sedimentar” y “plegar” lo que se nos ofrecía como aditamento pero que no lograba asirse un espacio entre nuestras mochilas. No podemos estar seguros de que haya funcionado, sobre todo por las derivas que la conversación alcanzó. Tal vez debido a ellas es que podemos pensar que lo logramos. No contamos con indicios suficientes, o mejor, con los que contamos nos demuestran tanto el éxito como el fracaso de nuestra operación. Hemos garabateado, hemos abierto algunas nociones más de lo que pareciera que nos es permitido. Hemos vuelto a encontrarnos en torno a una meseta exigente e intrincada. Al final, la gloria estará en coronar las mesetas, y no las montañas.

Seguiremos la lectura colectiva de Mil mesetas el viernes 21 de febrero a la misma hora, por el mismo canal.


Encuentro 11. [21, feb. 2020]
El “mapa conceptual”. No podría haber un término más adecuado para esta ocasión. El mapa, a diferencia del “calco”, no para de moverse, no se puede trazar sino siguiendo sus movimientos, cada uno de los cuales redibuja todo lo que ha dejado a su paso constantemente. Nos hemos embarcado en un proyecto complejo y aterrador: intentar hacer una cartografía (gráfica, literal, pragmática, esquizoide también) de lo que la lectura de <<Mil mesetas>> nos va ofreciendo. Algún día hemos de ser reconocidos también como artistas. Capas que se superponen, zoom-in, puntos devenidos líneas, líneas devenidas planos, planos plegados sobre sí mismos que marcan la emergencia de nuevos puntos, zoom-out...

Tierra-CuerpoSinÓrganos-PartículaLoca-Estratificación-Superficie-Estrato-Interestrato-Metaestrato-Metaestabilidad-Sustancia-Orden-Forma-Estructura-Forma-Molaridad-Sustancia-FormaCódigo-Codificación-Decodificación-Sobrecodificación-SustanciaTerritorio-Territorialización-Desterritorialización-Reterritorialización-Segmentaridad-Multiplicidad-Duro-Flexible-Sedimentación-Plegamiento…

El jueves 27 de febrero, cerrando el mes, nos encontraremos de nuevo ante el texto, ante la pantalla, nosotr_s, l_s condenad_s de la pantalla, para seguir trazando, zapeando, cartografiando…


*[La imagen, cortesía de Maga, pertenece al libro “In the wilds. Drawings by Nigel Peake”]*

Encuentro 12. [27, feb. 2020]
No sólo sucediese que Sustancia y Forma se habrían de saber decir tanto del Contenido como de la Expresión, sino que al parecer una de las parejas puede ser sólo pensada, mientras que la otra pareciera ser, de alguna forma, experimentada. Pero cuando, con ayuda de mucha fe, una mínima semblanza de todo esto empieza a resultar más o menos visible, resulta que no se trataba de un esquematismo incompleto, de la ejemplificación discreta de algo que no se puede concebir sino en su fluidez, en una continuidad sin pausa. Entonces todo lo que nos preguntamos rebota contra una pared epistemológicamente socarrona. Nuestras preguntas parecen, simplemente, “no venir al caso”. Cada punto de lo expresivo se dice también como del contenido, más no por duplicidad significante sino por simultaneidad del flujo. Así, todo esfuerzo por esquematizar nos reenvía a un imposible necesario (y no ya, como sucedía con el psicoanálisis, a un “necesario imposible”). La dinámica de los estratos y de la estratificación es precisamente eso, una dinámica, mucho más que una lógica. En cualquier caso, su lógica es dinámica, y por lo tanto imposible de calcar. Sólo uno y otro y otro mapa, una y otra y ora cartografía pueden dar cuenta de su funcionamiento para cada caso. No hemos podido hacernos a la idea que implica este desplazamiento de las cosas a los procedimientos, o al menos no del todo. De los espacios euclidianos a los análisis tipológicos. Todo esto ya estaba en Rizoma, pero acá encuentra dimensiones mucho mayores, que son al mismo tiempo infinitesimalmente menores. “Ya no sabemos muy bien por dónde andamos…”…

Por eso nos reuniremos de nuevo, siempre una vez más, el miércoles 4 de marzo, para, con algo de suerte, dejar de pretender desenredar la madeja, y poder más bien entregarnos a los extraños ritmos que su apenas aparente enredo nos invita…



Encuentro 13. [4, mar. 2020]
La cartografía de los estratos no se detiene. No tendría por qué, dado que es una cartografía, un mapa y no un calco. Al parecer, habría una relación entre paraestratos y poblaciones, así como habría otra entre epistratos y relaciones diferenciales (de magnitudes, intensidades, velocidades…). Seguidamente, sería en términos de paraestratos que podrían asirse los códigos de los que dependen las formas, mientras que sería en términos de epistratos que podrían aprehenderse los procesos de territorialidad, que dan visibilidad a las sustancias. Podríamos estar muy equivocados, pero arriesgamos algunas lecturas para poder avanzar en la lectura.

Sucedería también, que los cambios no podrían ser entendidos como el paso de una forma dada a otra forma dada, esto es, el paso de un código a otro o, dicho de otro modo, como procesos de traducción. Los cambios sólo podrán entenderse como una suerte de “salto cuántico” en el que el cambio de una modificación del código implica una forma totalmente diferente: pareciera que escuchamos de fondo a Simondon hablando de transducción; el cambio de código implica un cambio de naturaleza! Así, lo formal (la cuestión de la forma) se entendería como una consecuencia de la modificación del código.

Un desvío, o dos. Resonancias con el proceso que iría de la mórula al embrión. En la lectura encontramos sugerido que toda desterritorialización es simultáneamente una reterritorialización relativa. Pues bien, la mórula, acumulación amoralada de células iguales entre sí, experimenta una desterritorialización de esa homogeneidad en el proceso de especialización de las células que la componen. Pero, desde el punto de vista del embrión, lo que acontece es una territorialización de las funciones derivadas de esa especialización celular. Se reterritorializa, en función de la diferencia y ya no de la homogeneidad, el embrión en tanto tal.

Y es que sucede que el átomo newtoniano consistía fundamentalmente en la relación de protones y neutrones (núcleo) y electrones. La materia, esos tres componentes, daban cuenta de los elementos. Sin embargo, en lo que se ha de llamarse “átomo cuántico”, parece que lo que hace al átomo, a cada átomo, no son estos tres elementos. Al parecer, éstos constituyen apenas el 0,00000001 % de lo que es el átomo en sí. Lo que hace al átomo en su versión cuántica es fundamentalmente la energía (el otro 0,99999999 %), el modo específico en que esos tres elementos (propios de toda formación atómica) se relacionan, tipo de resonancia que establecen, velocidades, aceleraciones, intensidades por medio y gracias a las que se conectan… En ese sentido es que será especialmente importante la noción de “plusvalía de código” al momento de dar cuenta de los devenires -pero eso, sospechamos, vendrá más adelante.

Sin embargo todo esto acerca del átomo ya era sospechado por Onfray en el 2002, cuando tras su viaje al Polo Norte escribió que “El átomo -etimológicamente, lo que no se puede dividir, lo irreductible, lo que se niega desde tiempos inmemoriales a la fractura- se deja llevar por la voluntad humana de romperse. Perece bajo el hielo, desaparece; sufre la explosión, la división; asume el principio de penetrabilidad en sus intersticios; sabe bien lo que es que se infiltren en sus conductos más secretos; muestra sus entrañas más finas, sus capilares más inefables e indecibles, algo así como los pasadizos secretos de los castillos o los sótanos de las casas encantadas; se deja impregnar, explorar, conocer. Después, estalla.”

De nuevo pareciera estar Simondon susurrando al oído su teoría de la complejidad de las máquinas. Una máquina se dice más concreta contraintuitivamente, no en la medida en que más pueda por sí misma, sino en la medida en que su capacidad de intercambio con el medio sea más amplia. Es en estos mismos términos que es definido el grado de desterritorialización de un organismo: “En su propio estrato, un organismo está tanto más desterritorializado cuanto que implica medios interiores que aseguran su autonomía y lo ponen en un conjunto de relaciones aleatorias con el exterior”. ¡Especialmente importante la “y”!

Quedaría más a lo que podríamos retomar. En nuestro esquema, “Si las formas remiten a los códigos, a procesos de codificación y de descodificación en los paraestratos, las sustancias como materias formadas, remiten a territorialidades, a movimientos de desterritorialización y reterritorialización en los epistratos.” Por ahora, sería suficiente.

Nos encontraremos de nuevo el martes 10 de marzo, para continuar esta geología de la moral.


*[la imagen es de Ngui, quien se dio a la tarea de graficar un párrafo a la vez, de Mil mesetas]*



Encuentro 14. [10, mar. 2020]
Se abre un camino que, como todo camino, de serlo sería sólo de ida. A Deleuze y Guattari les interesa la operatoria de la estratificación en términos de los organismos. De lo humano, de lo social… la cosa parece que va moviéndose hacia ese costado. Y aunque algunas imágenes que nos ofrecen nos resultan más cercanas, más familiares, menos nebulosas, menos grisáceas, eso no se traduce inmediatamente en menor complejidad o más accesibilidad al texto. Lo que parece es que hay que volver a trazar la relación entre Contenido y Expresión, porque todo indicaría que es en términos de la Expresión que asistimos a una amplificación. Las equivalencias son engañosas, pero “mientras sirvan para pensar, que sirvan”. Hemos de aceptar que su utilidad es momentánea y que más tarde o más temprano hemos de abandonar estas equivalencias en favor de la complejidad del movimiento de lo múltiple. Sin embargo, hay una tendencia, una familiaridad entre lo referente al Contenido y lo molecular, así como entre lo referido a la Expresión y lo Molar. La primera pareja (C-m) diría una manera de lo interior en términos de la sustancia, mientras que la segunda (E-M) opera por, sobre, tras, trans una suerte de exterior por movimientos de modulación o de molde.

En las imágenes que se nos ofrecen ahora, emerge algo similar a lo humano en proceso de humanización. Una antropología filosófica de la estratificación, o una filosofía de la estratificación antropológica. En cualquier caso, es el Lenguaje -y también en él- el que aparentemente operaría esta amplificación molar (relación E-M) que sobrecodifica lo humano, llevándolo a ser precisamente humano. El elemento (sustancia molecular) relacionado al Contenido se dice como la mano-función hominizadora, mientras que la función (forma molar) relacionada con la Expresión se dice como rostro-lengua que establece los regímenes de signos que atraviesan las malecularidades arrastrándolas en un esfuerzo representativo, equiparador… 

Ahora los músculos de la lectura -el hígado de lo inefable- parecen al mismo tiempo más flexibles y más entregados al proceso de la lectura, de asimilación de las velocidades involucradas en la lectura/escritura, en las intensidades del texto y de lo que arrastra y hace vibrar en nuestros ojos…

Si las condiciones apocalípticas nos acompañan y/o nos favorecen, nos estaríamos encontrando nuevamente el miércoles 18 de marzo a las 17hs (coordenadas rioplatenses del cono sur). Si no, hemos de emitir las señales necesarias…


Encuentro 15. [18, mar. 2020]
La luz al final del túnel sólo nos ofrece un respiro momentáneo. La satisfacción del recorrido, que además nos parece llevar de un punto a otro sin cambiar de posición, radica en la entrega -ya lo hemos dicho- que hemos aprendido a hacer ante el texto y con él. Se perfila de inmediato, bajo la luz que ofrece esta salida que siempre es nada más que otro punto de “el medio”, un nuevo territorio, una nueva espacialidad. La amplificación estratificadora que parece ser traccionada por el lenguaje, así como sus efectos, merecen una inmersión nueva, una discusión intensa con aquellos que son aludidos quiéranlo o no. Hacia allí nos dirigimos!

Al final, el movimiento de estratificación con sus articulaciones, sus agrupamientos internos, con sus formas de contenido y de expresión, con sus modalidades territorializantes y codificantes, con sus preposiciones (“des”, “re”, …), con sus invitaciones a pensar la simultaneidad no aleatoria, la apertura infinitesimal, pareciera ser el movimiento marco a partir del cual hemos de poder ser capaces de pensarlo, habitarlo e intervenirlo todo (de nuevo). Esta nueva gramática, esos modos y esos ritmos que emergen de esta recorrido por la Tierra y los movimientos (aberrantes) que la habitan, parecieran ser las coordenadas de un deslizamiento que sigue… Aún no sabemos “por quién se toma la tierra”, pero algo del cómo es tomada y cómo se nos ofrece nos queda entre los poros.

La lectura de una nueva meseta continúa el miércoles 25 de marzo a las 16hs en meridiano argentino. El encuentro estará bellamente mediado por las pantallas, porque en tiempos de cuarentenas obligatorias, no nos queda otra que re-inventarnos los significados de “estar juntos”.


Encuentro 16. [25, mar. 2020]
"Postular" es el verbo transitivo mediante el cual se defiende verbalmente una idea o se asienta un principio. "Postulado" es el nombre masculino que denota un principio que se admite como cierto sin necesidad de ser demostrado y que sirve como base para otros razonamientos. Los pasos que damos son contra una serie de postulados, puntualmente a propósito de la Lingüística. Pasos que des-postulan esos postulados, que les arrancan su admisión naturalizada, que les exige demostrarse como condición de existencia. El primero de estos postulados tiene que ver con una supuesta relación inmediata entre el lenguaje, la comunicación y la información.

Pues bien, el lenguaje no es ni comunicativo ni informativo; esto es, ni informa ni comunica. Al menos no necesariamente. Así como en el AntiEdipo se ha demostrado que el deseo no es aquello que, como pérdida e imposibilidad, funda al hombre sino que esto último es ya una operación sobre lo que sería el deseo mismo (una suerte de flujo de materia no formada, y no la bifurcación entre devenir esquizo y devenir neurótico), así mismo pareciera ofrecérsenos acá un "paso hacia atrás" en la problematización. No se avanza hacia la respuesta de una pregunta, sino que se retrocede hacia lo que tal pregunta supuestamente pone sobre la mesa. El enunciado es entonces entendido como consigna. Consigna que pareciera ser traducción, calco forzado de una glosolalia más o menos constitutiva de toda pretensión lingüística.

No se trata de una estructura sencilla. La relación entre Acto y Enunciado se dice Redundancia. Y esta Redundancia presenta dos formas: frecuencia y resonancia. La frecuencia "concierne a la significancia de la información", mientras que la resonancia "a la subjetividad de la comunicación". Se refunda la lingüística como fundamentalmente a-significante. Información y Comunicación, tanto como Significancia y Subjetividad, como indefectiblemente subordinadas de la Redundancia. La Mayoridad en el lenguaje se dice entonces como la dependencia que presenta la significancia respecto de las significaciones dominantes, así como la subjetivación respecto de los órdenes establecidos de sujeción. Sin embargo, "ninguna de estas distinciones nos proporciona una forma primaria o implícita del lenguaje". El Lenguaje queda atrapado en una suerte de psicologisismo básico: su autorreferencialidad inherente consiste en que escapa a la tarea de poder dar cuenta de sí por dentro de sí mismo: "el lenguaje no se establece entre algo visto (o percibido) y algo dicho, sino que va siempre de algo dicho a algo que se dice".

Lo que habría, esa glosolalia primitiva y nunca del todo erradicada, se propondrá como individuación del enunciado y como subjetivación de la enunciación; camino que sólo podrá seguirse de la mano del Agenciamiento Colectivo de Enunciación. Llevar a sus últimas consecuencias el discurso indirecto libre, y su relación con el ilocutorio, como rasgos del modo de aquello que quebraría la postulación comunicativa e informativa del lenguaje tal y como ha sido aceptada (hasta ahora).

Seguimos leyendo el miércoles 1 de abril, cuando sean las 16hs en el territorio maradoniano. Pantallas de por medio, por situación de cuarentena y pandemia y virus y miedo y paranoia y todo eso...


Encuentro 17. [1, abr. 2020]
Un segundo postulado nos propone a la lengua como un sistema cerrado sobre sí mismo, con una "máquina abstracta" que no tendría por qué acudir a su exterior a fin de diagramar el lenguaje mismo. ¿Cómo refutarlo? Pero al mismo tiempo, ¿cómo NO refutarlo?

El Contenido se opone a la Expresión, no a la forma. Ambos, Contenido y Expresión presentan formalizaciones (fC,fE). Esto está ya sabido a partir de la dinámica de la estratificación. También es sabido que fC y fE se relacionan no desde un paralelismo sino desde una presuposición recíproca que implica un constante y mutuo movimiento de inter-penetración, inter-fragmentación, inter-insersión, inter-acción. Esto ha sido ya dicho por Foucault a propósito de la relación entre el régimen de las cosas y el de las palabras. La relativa novedad se dice acá en cuanto a cómo es que devienen más o menos asibles estas formas: por un movimiento de desterritorialización que las arrastra (a cada una). Así, la preponderancia de los elementos desterritorializantes de una (fC o fE) será en cada caso más fuerte o más alta que la de los de la otra (fE o fC, respectivamente), lo que querrá decir que los componentes semióticos primarán sobre los materiales, o a la inversa dependiendo el caso. "En resumen, hay grados de desterritorialización que cuantifican las formas respectivas, y según los cuales los contenidos y las expresiones se conjugan, alternan, se precipitan recíprocamente, o, al contrario, se estabilizan al efectuar una reterritorialización."

Esto nos habla de la naturaleza misma de los Agenciamientos. (1) Eje horizontal: segmento de contenido (agenciamiento maquínico de cuerpos // actos), segmento de expresión (agenciamiento colectivo de enunciación // enunciados). Transformaciones incorporales que se atribuyen a los cuerpos. (2) Eje vertical: partes territoriales o reterritorializadas (estabilidad), máximos de desterritorialización (arrastre). Un viejo y espasmódico diálogo de Deleuze con Foucault (1977 -"Deseo y placer"-, 1988 -"¿Qué es un dispositivo?"-) nos aporta en este mapa.

Así pues, la máquina abstracta del lenguaje no es como la de Chomsky (nombre dado a la lingüística hegemónica), arborescente y lineal, calco (imposible) del mapa. Más bien, y necesariamente, es aún más abstracta (quién lo diría, Chomsky queda corto en abstracción), pues se relaciona con el conjunto integral del agenciamiento mismo, es su diagrama. No es entonces la máquina abstracta "del lenguaje", sino la del diagrama y de las líneas que lo hacen posible. "Ni el contenido es un significado, ni la expresión un significante, sino que los dos son las variables del agenciamiento."

Un tercer postulado nos presentarán a la lengua como sistema ya no cerrado sino homogéneo, que respondería a universales. Su refutación será objeto de nuestra lectura el jueves 9 de abril a las 16 horas en todo el terirtorio argentino. El encuentro se podrá "inter-penetrar", "inter-fragmentar", "inter-insertar", "inter-accionar" gracias al nuevo mesías de la cuarentena, nuestro señor (je)Zoom. (su pregunta no incomoda).

*[la imagen es Sean Michel Taylor, quien se ha inspirado en algunas mesetas; en esta oportunidad, Geología de la Moral, caja de resonancia de este segundo postulado]*

Encuentro 18. [9, abr. 2020]
Postular, dijimos, es sentar en el sentido de asentar en el sentido de asentir pero no en el sentido de sentir. Sentar sin sentir. "Habría constantes o universales de la lengua, que permitiría definirla como un sistema homogéneo". Eso es, precisamente, sentar sin sentir. No sólo, entonces, se trataría de conectar necesariamente al lenguaje con la comunicación y la información, y tampoco bastaría pretenderle un sistema cerrado con una exterioridad irresoluble, sino que ahora se nos quiere convencer, en la basílica chomskyana del lenguaje, que estaríamos ante la presencia (ya no de un payaso, como con Bergman, sino) de un conjunto homogéneo definido por sus constantes y/o universales, por sus permanencias, porque permanece y se perpetúa en su mismidad.

¡Ahora queremos sentir! Sea el "agenciamiento de la consigna". Nos vienen a la mente, o al esófago o a los tímpanos un sinfín de réplicas, de objeciones, todas ellas de diferente orden, de diferente naturaleza, de diferente intensidad. Es la diferencia lo que viene, irrefrenable, a hacerse objeción. Ya la relación de la Máquina abstracta (no aparentemente abstracta, como pretende monseñor Chomsky) con la lengua nos mostraba su desborde respecto de sí misma, de cómo se derrama de sí misma por todos los lados (no hay lados!). La Máquina abstracta como modulación de variabilidades, de variaciones, y no como organizadora de constantes. Sentir, no sentar. Labov dice lo decible: "la variación es sistemática", y nosotros añadiríamos que el sistema no es sino el sistema de las variaciones en su variabilidad constante. En cualquier caso, no seríamos "nosotros" los que añadiríamos tal cosa, pues tal cosa ya ha sido (dicha?) en la forma de un continuum de variabilidad, de "reglas variables o facultativas", otro nombre para el funcionamiento de la Máquina abstracta en su gerundio.

"Sistema" y "variable" no se oponen sino que se dicen como grados de un mismo prismático epistémico. Cada uno de los términos responde lo que el otro se pregunta. Y viceversa. "En una misma jornada, un individuo pasa constantemente de una lengua a otra. Sucesivamente, hablará como "un padre debe hacerlo", luego como un patrón; a la amada le hablará con una lengua puerilizada; al dormirse se sumerge en un discurso onírico, y bruscamente vuelve a una lengua profesional cuando suene el teléfono." Pero tampoco se oponen del todo las nociones de "constante" y "variable", pues la primera "no se define tanto por su permanencia y su duración como por su función de centro, incluso relativo". La voz que declama nos vuelve a recordar que no se define ya por la cosa, sino por los efectos. Entonces aparece la creación como el efecto de que "el desarrollo se somete a la forma y se extiende a todo el conjunto"; entonces, "la variación comienza a liberarse". La creación sólo encuentra su lugar en la variación liberada, no en la perpetuación de la mismidad. Acá, sentar; allí, sentir. Un cromatismo generalizado, antes que una guía del color.

Luego, más allá y más acá, la música y la efectuación de tensores como máximos de desterritorialización del lenguaje como tartamudeos inmanentemente extranjeros, que "extranjerean" lo que tocan. Rechazo a la distinción. Lo virtual al menos tan real como lo real, tristemente reducido, equiparado a lo actual como su unicidad. Lo virtual como univocidad del continuum de variación. Es la Máquina abstacta la que, en contramano de nuestro sentido común (que no siente, sino que sienta casi siempre), nos presenta la indisolubilidad entre un Abstracto singular y un Concreto colectivo. Los apellidos acá sí harán historia. Máquina abstracta y agenciamiento. Jamás homogeneidad.

La lectura continúa, a muchas voces siempre, el jueves 16 de abril cuando el reloj de las dieciséis campanadas en la tierra que ha sabido parir a Maradona tanto como a tantos otros y tantas otras... 

*[Felix Guattari -inventamos que escuchando música-, el gran olvidado de esta historia]*

Encuentro 19. [16, abr. 2020]
Implosionar las indisciplinas que se dedican al lenguaje, señalando como Diógenes aquello que se condena indecible. Atacando el sistema inmunológico mismo de tal(es) indisciplina(s). Aquello que ella(s) misma(s) ha(n) construido para sostenerse, y que en esa misma operación presenta(n) como natural, necesario y permanente: sus postulados. El virus Deleuze-Guattari van allí, con una propuesta de lectura que consiste en una verdadera violencia del pensamiento. Los postulados tienen que ser concebidos por la Lingüística misma como mucho menos que postulados, apenas como una parte de unos funcionamientos muy precisos en el sistema general de la lengua. La Lingüística no acepta los términos de la negociación. El virus arremete contra los -hasta ahora- postulados, y los hace devenir pústulas.

Habría, dice el postulado, lengua(s) mayor(es) y lengua(s) menor(es). Y sólo a partir de la(s) mayor(es) puede darse cuenta de la(s) menor(es) en tanto versiones más precarias, contaminadas, menos acabadas, copias mediocres de aquella(s) mayor(es). Error de arranque. La serie Mayor-menor no se dice como relación de contenencia en la teoría de conjuntos. La serie M-m no constituye una relación cuantitativa ni cualitativamente evolutiva o involutiva de acuerdo a cómo se la recorra. "M" y "m" siempre se dirán ellas mismas en tanto relación con la otra. Relación en perpetuo movimiento, en variación constante. "Relación de poder" en Foucault. Sirve para pensar. Siempre modificable, alterable, revertible. Es ese movimiento, esa variación, esa disponibilidad de lo que habría que dar cuenta, más que de los términos de "M" y "m" en tanto tales.

Pero además, "M" y "m" sólo deben ser concebidos como usos, funciones, tratamientos del lenguaje (sobre sí mismo o dado por algún otro). Es más, tal vez sólo como efectos de esos usos, de esas funciones, de esos tratamientos. "M" y sus reglas obligatorias, sus fijezas, sus constantes y recurrencias, sus -siempre aparentes- establizaciones; "m" todo el tiempo en sus reglas facultativas, sus variabilidades, sus modificaciones constitutivas y permanentes. "M" y "m" como siendo trabajados lo uno en lo otro y penetrados uno a otro todo el tiempo. Diferencia de escala. Sirve para pensar(?).

La serie se completa con un tercer elemento. Mayor, menor y minoridad. Mayoría, minoría, minoritario/a. La serie sólo es tal en tanto su organización se dice en los términos del devenir. "lo mayoritario como sistema homogéneo y constante [y de homogenización], las minorías como subsistemas [de y en su variación constante], y lo minoritario como devenir potencial y creado, creativo. El problema nunca es adquirir la mayoría, incluso instaurando una nueva constante. No hay devenir mayoritario, mayoría nunca es un devenir. El devenir siempre es minoritario." 128 páginas más adelante...

Simplemente "habrá que distinguir: lenguas menores, la lengua mayor, y el devenir-menor de la lengua mayor." No hay nada de superior, mejor, más deseable ni en la lengua mayor ni en las lenguas menores. Sólo es valorable el devenir menor de la(s) lengua(s), que sólo puede empezar su arrastre por "m".

No hay una lengua mayor, habiéndola en cualquier caso. No la hay en tanto referencia o centro a partir o alrededor de la cual las menores se dirían como sus desviaciones. La mayoridad de la lengua, así como la minoridad, es siempre una contingencia, una tensión, una arbitrariedad efecto de la puesta en funcionamiento de un modo de abordarlas.

Hemos de atestiguar el derrumbe de estas indisciplinas, leyéndolo juntos de nuevo, el miércoles 22 de abril cuando marquen las cuatro de la tarde en Argentina. Después de eso, la huída.


Encuentro 20. [22, abr. 2020]
Entonces Dios dijo... y aquello que dijo, fue. Desde tiempos inmemorables la palabra ha estado cargada de un poder del que difícilmente podemos dar cuenta (entre otras cosas, porque para hacerlo sólo contamos con la palabra misma). No hubo, según la mitología que configura el grueso del occidente que somos (por más jipis que nos digamos), creación a partir de actos, de movimientos de cuerpos, de materias y de sus combinaciones. Las cosas surgieron de La Palabra. Ciceron dijo alguna vez que de la nada nada sale ("Ex nihilo nihilo zum"), cosa que encierra al menos una paradoja interpretativa. O bien Ciceron concebía La Palabra como materialidad de la que, como el mito antes convocado, podría surgir "algo", o su sentencia empieza a hacer agua por todos lados. Razones hay de más para inclinarse por lo segundo, siempre que hagamos el juego de darle validez a lo que el mito sostiene. Así pues, la palabra, tanto con mayúscula como con minúscula, sigue revestida de un poder del que al parecer no somos dignos en términos de acceso.

Sin embargo, no pocas han sido las batallas que se han pretendido en el campo de esa imposibilidad. Gramatólogos a la Chomsky, deconstructores a la Derrida, arremolinados a la Nietzsche, obscuros a la Heidegger o a la Schopenhauer, e incluso despampanantes a la Foucault son sólo algunos de los más memorables luchadores (omitimos muy volitivamente a todos los hijos de la mala madre "psi", porque sería demasiado obtuso siquiera querer considerarlos...). Nos interesa un luchador en especial, un monstruo bicéfalo que, a nuestro entender, constituye una cierta intensificación inédita. Una cabeza que veía en los sistemas de pensamiento (también a propósito de la[s] palabra[s]) potenciales víctimas de un acceso carnal violento, de una no tan inmaculada concepción, y otra cabeza que deliraba alrededor de la intuición de algo que se supo llamar "a-significancia"comparten un "hígado de la inefable" más que dispuesto a dar una pelea sin precedentes.

Decimos que se trata de una intensificación inédita porque se dice en niveles que tal vez nunca antes lograron simultaneidad. En primera instancia, la elección de su contrincante. Ya no la capacidad cognitiva ni la potencia de desagrupamiento y rearmado ni la arbitrariedad ni los asuntos relacionados a la casa del hombre ni la inefabilidad de casi todo ni la relación entre las palabras y las cosas. Ahora se trataría más bien de mezclar lo que esas cabezas podían, dar cuenta, vía acceso carnal violento, de la a-significancia de todo sistema de significación, y de hacer emerger a aquel como constituvo de este último. Entonces, en segunda instancia, también un objetivo de la batalla nuevo, no arrasar, sino ridiculizar, ironizar, burlar la lógica propuesta valiéndose de ella misma. Un contrincante de dos cuerpos (Lingüística y Semiótica) al que se le aplicaría algo así como un método socrático-esquizoide.

Aquello que el sistema de las palabras, de los lenguajes, "la lingüística" presenta como sus axiomas o postulados principales, sobre los que se hace posible tanto su propia existencia como las explicaciones que desde allí puede aventurar de todo lo demás, deberá se recorrido no para falsearlo ni para cuestionar su alcance. Todo lo que ella dice de sí misma es cierto. A veces hay que darle la razón al oponente, en un gesto al mismo tiempo estratégico y táctico (de nuevo, socrático). Pero que sea cierto no significa en absoluto que agote a lo cierto, a lo efectivamente existente. Sin embargo, la salida fácil sería proponer un adicional (sí, sí, sí... eso, pero también esto otro). De alguna forma esa podría ser "una parte de la estrategia", sólo a condición de que ese adicional no sea ubicado al lado o afuera de aquello otro, sino dentro, "entre" él. Ese otro conjunto de cosas, de bichos que suceden, no suceden además de los postulados, sino dentro de ellos. Una situación viral, si se quisiera lucrar coyunturalmente (pero no quiero!).

Lo que sucede cuando estas operaciones socrático-esquizoides se instalan en los postulados de la lingüística no es que los postulados desaparezcan, sino que se encuentran ante la imposibilidad de cumplir la función que los hacen tales. El postulado dice que hay lenguas mayores y menores, y que sólo a partir de las primeras puede pensarse todo lo demás. El virus socrático-esquizoide corrobora esa existencia, pero muestra que por eso mismo y por la forma en que esas existencias precisamente existen y se relacionan, no puede referirse esto a un centro explicativo. El contenido del postulado es cierto, pero no agota las certezas efectivas! Y eso inmediatamente quiere decir que, aun cuando lo que postule sea cierto, no puede constituir formalmente un postulado.

Pues bien, la consecuencia a-lógica de todo esto es que al lenguaje se le aparece un doble de sí mismo, que en sus usos parece una deformidad críptica. Algunes incluso dirían que se trata de una "jerga" (por amor a dios!). Si traducir es traicionar en mayor o menor medida, entonces no existe ni puede existir algo así como una "jerga". O, en todo caso, sólo puede existir en función de los postulados de la lingüística. Es desde esos "ojos" y esa "boca" que se puede llamar a la operación socrático-esquizoide una "jerga". Entonces estamos en una situación bizantina (no se le puede mostrar al Papa -en cualquier forma que tome- que dios -en cualquier forma que tome- no existe). La batalla ha terminado...

La Semiótica, ese segundo cuerpo, será nuestro siguiente paradero, en la lectura colectiva que haremos el miércoles 29 de abril del año de la cuarentena, cuando entre los meridianos de 53º y 74º de longitud oeste sean las 16hs.

*[Jamás le pidan a un deleuziano que explique, no porque no pueda explicar, sino porque no existe algo así como un deleuziano sino en los ojos del que no puede entender]*

Encuentro 21. [29, abr. 2020]
Aquello que habría de continuar, continuó. Una semiótica está constituida por un régimen de signos. No son lo mismo, pero parece haber una relación íntima entre ambos términos. Formalización de expresión específica, siempre que la expresión sea lingüística. Pero hay forma del contenido y forma de la expresión, y su agenciamiento implican formaciones no exclusivamente lingüísticas. Entonces la semiología es sólo una semiótica significante, una entre otras. Entre al menos cuatro. Un régimen, y no necesariamente el más importante. Sin duda las cosas significan. O, en todo caso, la función de significación no es una falacia. Es. Hace lo que dice que hace. Pero no se trata ni de lo único que un régimen de signos puede hacer, ni de lo más importante que un régimen de signos puede hacer. Habrá, pues, que dar cuenta de algunos otros regímenes de signos.

La significancia significa en un rostro. Es entonces un régimen de rostridad, pues el rostro es también la operación de reverberación de la función de significación propia y central del régimen significante. "El rostro ya es de por sí todo un cuerpo: es como el cuerpo del centro de significancia. (...) El rostro es el Icono característico del régimen significante, la reterritorialización intrínseca al sistema. El significante se reterritorializa en el rostro." (!) Cadena de Signos que no hacen de remitir unos a otros.

Pero habrían, como ha sido anunciado, otros regímenes de signos. Otras semióticas, si se quiere. En primer lugar, una semiótica presignificante, también llamada provocadoramente "primitiva" por proximidad natural de su función de codificación (sobre eso definitivamente no nos extenderemos). Se trataría de un régimen que no pivotea en la función significante, que no depende de ella. No se reduce al rostro. Las formas del contenido no son subsumidas en o a las formas de la expresión. Acá los cuerpos son parte del proceso semiótico (necesariamente pre-significante). De entre todo lo que hay, nada apunta al hallazgo o a la identificación de algo así como un "sentido". Corporeided, gestualidad, ritmo, danza, rito... "el signo debe aquí su grado de desterritorialización relativo, no ya a una constante referencia al signo,sino a la confrontación de las territorialidades y de los segmentos comparados de los que cada signo es extraído."

Vendrán ya otras semióticas, otros regímenes de signos, que además nutrirán aquello que se nos queda como signo de pregunta repecto no sólo de la presignificante, sino también de la significante. Habremos de recorrer el camino completo para descubrirnos, al final, simultáneamente de nuevo en el mismo punto y en ante universo absolutamente transfigurado. Hemos de evidenciar que habremos sido nosotros mismos los transfigurados. Los ecos de un Bergson no tardan en empezar a escucharse.

La siguiente vez será el miércoles 6 de mayo, cuando las 4 campanadas retumben meridionalemtne la siesta de tantos.

*[El Rizoma es esencial: no hemos conocido falacia más necesaria -o verdad más vilipendiada-]*


Encuentro 22. [6, may. 2020]
Diógenes el cínico andaba con una lámpara encendida a mitad del día por la plaza buscando un hombre. Igual de anonadados hemos quedado al adentrarnos en la urdimbre de esta meseta. Seguramente Diógenes logrará su cometido antes que nosotros el nuestro. Indefectiblemente, hemos de renunciar a toda pulsión por "entender". No puede haber propósito menos noble y más neurótico que ese. Inhalar, exhalar, continuar.

(Sin embargo,) había un algo que llamábamos sin mucho rigor "Lingüística hegemónica"; ahora hemos de señalar con el dedo a la "Semiótica hegemónica". De alguna forma se trata de la única semiótica posible. De muchas otras formas, no. Régimen significante, semiótica significante, rostridad. Miles de alias, como mil mesetas. Pero más allá, o más acá, mucho más acá, al menos otras tres semióticas: una "pre-significante" en la que no hay subsunción de las formas de contenido respecto de las formas de expresión, en la que no hay rostridad (o en la que no es este funcionamiento el que la funda y la sostiene), en la que la relación no es única ni prioritariamente entre signo y signo y signo y signo; otra "contrasignificante" en la que es lo numérico lo que organiza (o más bien ordena) las posibilidades de(l) sentido, en la que las fuerzas del arrasamiento las que prevalecen (máquina de guerra); y una "post-significante", "que se define por un proceso original, de 'subjetivación'".

Nuestra sensanción de empantanamiento no podría estar mejor justificada. ¿Acaso pueden pensarse estas otras "cosas" como semióticas? Si una semiótica está constituida por un régimen de signos, esto es, por un modo específico de organización interna de signos o una formalización específica de expresión lingüística; si esto es así, entonces casi todo, siempre que sea abordado desde su costado forma-de-la-expresión será una semiótica o podría serlo, porque todo tiene ese costado. Pero tal generalización no nos aportaría pistas mucho más concretas que aquellas con las que contábamos antes. Es necesario continuar.

Un par de cosas parecen estar relativamente claras: por un lado, que estas cuatro semióticas, estos cuatro regímenes de signos, no son conjuntos excluyentes ni exclusivos en ningún sentido. Ni en el sentido de un pueblo ni en el de un momento histórico. Las semióticas son siempre mixtas, heterogéneas en sí mismas. Entonces este modo de entender las cosas implicaría un impacto importante sobre cualquier historicismo pretendido: "En un mismo momento o en un mismo pueblo, hay tal mezcla que lo único que se puede decir es que un pueblo, una lengua o un momento asegura el predominio relativo de un régimen. (...) Elementos presignificantes están siempre activos, elementos contrasignificantes están siempre activos y presentes, elementos postsignificativos están ya presentes en el régimen significante." Por otro lado, que estas cuatro semióticas hacen una lista "arbitrariamente limitada". De lo que se trataría, entonces, no es de buscar en la historia (con mayúscula o no, igual da) casos "puros" de una u otra semiótica, sino de adquirir una motricidad a-lingüística y a-semiótica tal, que devengan evidentes, en cualquier momento o caso histórico, los elementos de cada una de estas semióticas, así como de las muchas otras que pueblan los pueblos y los tempos de manera necesariamente dinámica. (Casi) cualquiera puede hacer un determinado coctel siguiendo las instrucciones respectivas a los componentes, las proporciones y los procedimientos. Acá nos enfrentamos al reto de, tras el primer sorbo, poder identificar esos elementos (componentes, proporciones y procedimientos) en el momento mismo en que ejercen un efecto en nuestras papilas gustativas. Y hacerlo en y para cada sorbo. Ser un bebedor, como bien supo también Deleuze, no es cuestión solamente de beber.

Así pues, mucho más importante que una taxonomía de las semióticas, el propósito se desplaza hacia el agrupamiento de dos grandes procedimientos semióticos. De un lado, encontraríamos al régimen (de signos) despótico, significante y paranoico; mientras que del otro estaríamos ante uno autoritario, postsignificante, subjetivo y/o pasional. Claramente en el reino de los segundos procedimientos encontrarían su lugar las semióticas previamente bautizadas "pre-", "contra-" y "post-"... en cualquier caso, las semióticas cuyo funcionamiento no gira alrededor de la significación.

El régimen despótico, con sus ocho aspectos o principios, se traza a partir de anillos concéntricos mutua y constantemente co-referidos, y desde este régimen la línea de fuga carga un valor negativo aún cuando esta sea producida activamente por aquel, o tal vez debido a esto mismo, como su otredad, como su propio modo de relanzamiento y auto-fortalecimiento permanente (régimen de desterritorialización relativa que se reterritorializa en el rostro, produce una desterritorialización -relativamente- absoluta que opera como sistema inmunológico de su propia reterritorialización relativa...). Por el contrario, el régimen autoritario (es realmente bello que sean esas las opciones, ¿no les parece?, despotismo o autoritarismo, hay que hacerse cargo), que puede trazarse ya no a partir de anillos concéntricos sino más bien a partir de segmentos, puede entenderse como la inversión del valor de la línea de fuga. Ahora esta deviene más bien "positiva", en el sentido en que no es reterritorializada por el régimen despótico (de ahí su autoritarismo) sino que se desprende (de ahí su segmentariedad) y autonomiza instalando un esquema preliminar de lo que se entendería por subjetivación.

La línea pasional es una línea loca (ni neurótica, ni paranoica ni histérica sino más bien esquizoide) que empieza su huída a partir de un punto de subjetivación (ese micromomento, infinitesimal, de reverberación máxima, tal vez todavía bajo el despotismo) que puede ser "cualquier cosa"; esta línea se encontrará en algún momento ante una operación (efectuada por ella misma) que consiste en la división del sujeto en S-de-enunciación y S-del-enunciado y en la confusión (o el pliegue, qué más da) del primero en el segundo. Inmediatamente, la línea pasional deviene línea de subjetivación. Todo este esquema comporta un cuadro-a-cuadro de una desterritorialización veloz.

Y bueno, lo que interesará es, obviamente, cómo opera este segundo régimen: en qué se dice su autoritarismo frente al despotismo, su postsignificancia frente a la significación, su subjetivación y su pasionalidad frente a la paranoia (y a la neurosis también). Para ello, conceptos, funciones y sensaciones de la historia del judaísmo, de la psiquiatría del XIX-XX, pero también de Edipo, Borges y del objeto-libro, de Herzog y su Aguirre, del cogito cartesiano (y del psicoanalítico) e incluso de Althuser (quien ha sabido parir un ¡monstruo deleuzoguattariano!) servirán como lo contrario a las metáforas, como imágenes de pensamiento, como salvavidas de plomo... Herramientas que hasta hoy no hemos aprendido a utilizar. Una (¿otra?) cosa nos parece clara: la guerra es contra la significación, la significancia y su primacía, su "hegemonía" y los efectos de que se pretenda hegemónica.

"...no se trata de una operación lingüística, puesto que un sujeto nunca es condición de lenguaje ni causa de enunciado: no hay sujeto, sino únicamente agenciamientos colectivos de enunciación, y la subjetivación sólo es uno de ellos, que como tal designa una formalización de la expresión o un régimen de signos, no una condición interna del lenguaje. (...) la subjetivación como régimen de signos o forma de expresión remite a un agenciamiento, es decir, a una organización de poder que ya funciona plenamente en la economía, y que no se superpondría a contenidos o a relaciones de contenidos determinados como reales en última instancia."

Seguiremos la lectura, o algo parecido a ello (nunca "al" Ello), el miércoles 13 de mayo cuando hayan pasado 240 minutos (o 14400 segundos si así es más cómodo) de la hora sin sombra en el territorio nacional del que Benetton es propietario mayoritario.

*[Es la insistencia de las exigencias que se nos hacen lo que produce nuestra impotencia por cumplir esas mismas exigencias]*


Encuentro 23. [13, may. 2020]
Al final, es todo más complicado de lo que parece. Siempre, a cada paso. Tuvimos que volver sobre nuestros pasos, sobre las hendiduras que nos mentimos haber superado, y enfrentarlas de nuevo para poder avanzar apenas unos pasos más.

Dos grandes regímenes de signos, dos grandes semióticas (no son las únicas, nadie lo insinúa). Por un lado, un régimen despótico, significante, interpretante, paranoico; por otro, un régimen autoritario, post-significante, subjetivo, pasional. El segundo interesa especialmente por efectuar una extrañeza respecto tanto de los signos como de las operaciones sobre ellos y de sus resultantes. Dos diferencias fundamentales entre estos dos grandes regímenes de signos. En primer lugar, el tipo de redundancia que comportan y los componentes entre los que se dice tal redundancia. En el régimen despótico, redundancia de Signo a Signo, redundancia objetiva llamada frecuencia. En el régimen autoritario, redundancia entre Amor y Conciencia, redundancia subjetiva llamada resonancia. Segunda diferencia, respecto del tipo de desterritorialización que es trazada en cada régimen. En el régimen paranoico, desterritorialización relativa, por el carácter "negativo" de la línea de fuga -chivo expiatorio-, ante lo que se levantan paredes (blancas) de significancia. En el régimen subjetivo, pasional, desterritorialización "absoluta" dada por el carácter "positivo" de la línea de fuga, ella misma segmento finito que se dice también como agujero negro de subjetivación. "[L]a subjetivación es tan estrato como la significancia." (!!!)

El régimen significante y sus dos ejes: (1) signo-signo; (2) significante-significado. El régimen post-significante y sus dos ejes: (1) sintagmático; (2) paradigmático. El eje sintagmático hace visible y enunciable la conciencia a partir del desdoblamiento de la línea pasional en el S-de la enunciación y el S-del enunciado y su plegamiento (relación Yo <---> Yo). El eje paradigmático da consistencia al amor a partir de la resonancia entre los amantes, que intercambian constantemente la función S-del enunciado y S-de la enunciación del otro [soy/eres mi/tu S-de mi/tu enunciación; soy/eres mi/tu S-del enunciado] (relación "Hombre" <---> "Mujer" // amante/amade <---> amante/amade).

Significancia e interpretación como operación de estratificación del "hombre". El organismo, una más. Subjetivación y sujeción, una tercera. Nos requerirá tiempo armar este mapa, pero acá están las pistas o el borrador de la cosa. Sólo seguimos un camino de migajas. Tres operaciones que abren una distancia con el plan de consistencia, con la máquina abstracta, operaciones que concretizan, solidifican... etc. Una suerte de programa político se abre paso: "el problema fundamental es invertir el agenciamiento más favorable: hacerlo pasar, de su cara orientada hacia los estratos, a la otra cara orientada hacia el plan de consistencia o el cuerpo sin órganos. (...) Desestratificar, abrirse a una nueva función, a una función 'diagramática'. (...) Utilizar el amor y la conciencia para abolir la subjetivación (...) ¿No existen redundancias diagramáticas que no se confunden ni con las significantes, ni con las subjetivas?"

"Es como si hubiese que reconocer tres tipos de desterritorialización: unos relativos, propios de los estratos, y que culminan con la significancia; otros absolutos, pero todavía negativos y estráticos, que aparecen en la subjetivación; por último, la eventualidad de una desterritorialización positiva absoluta en el plan de consistencia o en el cuerpo sin órganos." La injusticia que a todo esto le hacen los adjetivos, será parte de nuestro esfuerzo por hacer de la lectura un ejercicio de depuración ético-política también.

La tarea continúa en la lectura compartida, el jueves 21 de mayo, esta vez a las 15hs de la República Federal y Maradonista de Argentina.

*[sólo vale la pena una guerra si hemos de mostrar que no existe ninguna posibilidad de ganarla]*

Encuentro 24. [21, may. 2020]
Una suerte de laberinto, de contradicción lógica, de broma de mal gusto. Bastante nos ha sabido costar una y otra vez esquematizar -siempre como tentativa incompleta(ble)- los pocos pasos que podemos avanzar cada vez, para que ahora resulte que lo que más importa no es nada de eso (cuántas semióticas, cuáles...) sino los tipos de transformación que pueden trazarse de unas a otras, así como las consecuencias -esperadas o no- de esas transformaciones.

Analógica: de cualquier punto se dirige o es arrastrada hacia un régimen "presignificante". Simbólica: aquella que resulta de la vectorización efectuada por un régimen "significante". Polémica o estratégica: cuando son los elementos de un régimen "contrasignificante" los que terminan por darle enunciabilidad y visibilidad. Conciencial o mimética: cuando la batalla o la precipitación es gestionada a nombre de un régimen "postsignificante". Diagramática: "aquellas que hiciesen que las semióticas o los regímenes de signos desapareciesen en el plan de consistencia de una desterritorialización positiva absoluta."

Pero además, el carácter creativo de estas transformaciones, que entonces no sólo darían cuenta del desplazamiento más que del origen y del destino, sino que deberán ser trazadas precisamente porque en su efectuación se inauguran, se crean, emergen infinidad de regímenes inéditos, específicos, particulares, fruto de nuevos agenciamientos al interior de esas transformaciones.

Así pues, es ingenuo -pero inexorablemente recurrente- pensar que hay algo así como un "afuera" de los regímenes de signos. Ellos no hacen sino trazar su propia exterioridad al hacerla parte de sus funcionamientos internos. De nuevo la "creación de inconsciente". Así mismo, la relación entre las transformaciones lingüísticas, léxicas o sintácticas y las de orden semiótico es favorablemente contraintuitivo. En cada una de estas últimas hay que dar cuenta de los elementos de cada uno de los órdenes precedentes involucrados, y no son aquellos los que precipitan esta última. Tal confusión, igualmente ingenua y recurrente, es la que permite ahora ver que "es relativamente fácil ya no decir "yo", pero eso no quiere decir que se haya superado el régimen de subjetivación; y a la inversa, se puede continuar diciendo Yo, por agradar, y estar ya en otro régimen en el que los pronombres personales ya sólo funcionan como ficciones."

Todo esto es el objeto de la "Pragmática", que "generativamente" da cuenta de la mixtura de regímenes, de las preponderancias entre componentes, de la variabilidad de los mismos, etc.; pero que a la vez, "transformacionalmente" -y he acá lo más interesante-, muestra cómo se da el paso de unos regímenes mixtos a otros y cómo de esos pasos también emergen nuevos regímenes. Generativamente, se hacen calcos. Transformacionalmente se hacen mapas (!).

Por eso una semiótica siempre será más Y menos que el/un lenguaje. La presuposición recíproca que existe entre las formas de contenido y las sustancias de expresión, pero también entre las formas de expresión y las sustancias de contenido son muestra más que suficiente (ellos dicen que Foucault lo ha mostrado, y nosotros les creemos!). "Los regímenes de signos son agenciamientos de enunciación, y ninguna categoría lingüística es suficiente para explicarlos." El agenciamiento no puede explicarse ni por el significante ni por el sujeto, pues estos dos son apenas posibles resultantes de aquel. "La significancia, o la subjetivación, suponen un agenciamiento, no a la inversa." Sin embargo, de manera simultánea "el agenciamiento no es agenciamiento de enunciación, no formaliza la expresión más que en una de sus caras; en la otra, inseparable de la primera, formaliza los contenidos, es agenciamiento maquínico o de cuerpos."

De lo que se debe dar cuenta es de la complejidad implicada en la relación entre estas dos componentes (formas de expresión o regímenes de signos por un lado; formas de contenido o regímenes de cuerpos por otro). Tal complejidad, tal estado de relación es lo que se llama "máquina abstracta". Mucho más que el lenguaje, no como cree y sostiene Chomsky.

Es sobre esta noción (intuición?) de máquina abstracta que nos reuniremos de nuevo, el miércoles 27 de mayo a las dieciséis horas de Argentina.

*[fracasando mejor...]*

Encuentro 25. [27, may. 2020]
Máquina abstracta. La persona que pretenda entender tal cosa por medios intelectivos no podrá más que estrellar su cabeza contra un muro espeso y caliente. Tal vez deba esta persona más bien intentar con el olfato, con el gusto, con el tacto. Seguir el ritmo, embeberse. Tal vez. Todo un maquinismo que, y he acá otra gran interrogante, emerge oportuno en el entramado sobre los regímenes de signos. El experimento que empezó aislando elementos inmanentemente interdependientes de aquello de los que el experimento pretendía prescindir, termina dando cuenta, precisamente, de esta inquebrantable mutua doble-múltiple reciprocidad. Máquina abstracta como conjugación, vaya delicia.

Diagramatismo, sustancialización de materias diagramáticas. Materia-Forma (siempre todojunto). Relación de "particlos" y/o procesos de formalización, dependiendo desde dónde se recorra esta cinta de moebius. Agenciamiento y Máquina abstracta como lo opuesto a opuestos. Complementariedad, huevo-gallina-huevo... Operaciones del uno sobre la otra, ejecuciones de esta sobre y a través de aquel. Al otro lado del espectro no está el agenciamiento, ni los procesos de estratificación, sino la axiomática. Una y otra vez, habremos de volver a los primeros garabatos del AntiEdipo, flujos y cortes. Una red paradojal de funcionamientos que parecieran parasitismos mutuos. Simbiosis es ya mucho decir. Es más bien un tanto de mutualismo(? el elefante se beneficia del ave que se posa sobre él, pues le extrae parásitos cutáneos; y el ave se beneficia pues se alimenta de estos parásitos paquidérmicos) y otro tanto de alguna otra cosa que parece oponerse al mecanismo y acercarse al maquinismo. Los estratos sólo pueden lo que pueden por tomar del diagrama. El diagrama diagramatiza porque lo hace sobre y a través de los estratos (toma de quantos de energía).

A las componentes generativa, transformacional y diagramática, se añade la maquínica. Estas últimas dos son ese juego que consiste en verlo todo de un lado o del otro, narrando la cosa a partir de lo que cada "polo" ve y hace ver. De nuevo, es más convocado el olfato que el intelecto. Componentes que, insiste la interrogante, se dicen de un régimen de signos. De su analítica, de su pragmática! "Los regímenes de signos no remiten al lenguaje, y el lenguaje no constituye de por sí una máquina abstracta, estructural o generativa. Es justo lo contrario. El lenguaje remite a los regímenes de signos, y los regímenes de signos a máquinas abstractas, a funciones diagramáticas y a agenciamientos maquínicos que van más allá de toda semiología, de toda lingüística y de toda lógica. (...) Por eso la pragmática no es el complemento de una lógica, de una sintáctica o de una semántica, sino, por el contrario, el elemento de base del que depende todo el resto."

(Un minuto de silencio por Chomsky, que El Señor lo guarde en su Gloria!)

Nos espera un nuevo puerto, cargado de vocablos nuevos, de energías potenciales engarzadas siempre de maneras nuevas y tan esclarecedoras como inventivas de órganos y de sentidos. Ya no nos guía la pregunta leninista "¿qué hacer?" sino el tartamudeo "¿cómo hacerse un cuerpo sin órganos?". El miércoles 3 de junio, revienta el encuentro veintiséis.

*[Félix y sus ojos azules, tras lo que sospechamos fue una larga jornada dedicada a explicarle a Deleuze todo lo que quedaría en la meseta 5 de Mil mesetas]*

Encuentro 26. [3, jun. 2020]
Me vomito del frío. Sentencia que por el 2004 se haría un lugar en forma de pregunta en mi cabeza. 16 años después, una respuesta parcial (la parcialidad le concede acá mucha potencia) acompaña esa sentencia. Un cuerpo, el cuerpo, es el resultado de un proceso de llenamiento específico de un CsO. Un cuerpo es un cuerpo ya organizado; es la resultante de un poblamiento particular del CsO. Reconocer esos procesos de población y rehacerlos a partir de intensidades es lo que me permite reencontrarme con mis propios átomos y no con los que me han sido asignados. Entonces, ese repoblar el cuerpo y ese proceso de despoblamiento y repoblamiento es hacerse un CsO; y es por eso que nunca puede alcanzarse y por lo que, al mismo tiempo, no puede dejar de ser hecho: no puede no hacerse. Siempre hacéis uno, siempre tenéis uno, no podéis no tenerlo. Lo que pasa es que no somos “conscientes”(!) de eso; se trata de un proceso del que no se puede hacer un ejercicio reflexivo y/o intelectual. Entre más se intente, menos se logra, y se logra en tanto la voluntad sea sólo la de abandonar la voluntad. Se trata, al final, de los umbrales de la desorganización más que del CsO.

Sin embargo, pensamos también al CsO como límite inmanente, como campo de inmanencia del deseo, como proceso de producción sin falta que lo socave ni placer que lo pueda colmar. “Hay un gozo inmanente al deseo como si se llenase de sí mismo y de sus contemplaciones y que no implica ninguna carencia, ninguna imposibilidad, pero que tampoco se mide con el placer, puesto que es ese gozo el que distribuirá las intensidades de placer e impedirá que se carguen de angustia, de vergüenza, de culpabilidad.” No hay nada que haga falta y es eso lo que satisface. Eso es extremadamente potente y lo que hace al masoquista no un “empedernido en búsqueda de”, sino “un productor constante de” (que no es lo mismo). A partir de ahora no se puede pensar al masoquista como alguien que busca algo sino como alguien que produce en sí mismo umbrales de intensidad que necesitan ser traspasados para entrar a “otras dimensiones de intensidad”. Esas dimensiones de intensidad, ese umbral, esta marcado también necesariamente por el no-yo.

La fabricación del CsO implica una segunda etapa que estaba en la gran cita del programa que dice: “pasas luego a la segunda fase”, y entonces ellos dicen que hay una segunda fase porque después de buscar o tender hacia el CsO hay que hacer que algo pase por y en él. Lo paradojal de esa regla es que refiere a algo que va a ser producido necesariamente pero, al mismo tiempo, a que no se puede saber qué es ese algo que va a ser producido necesariamente, y eso es tremendamente contraintuitivo. Se trata de la necesidad de producir algo que no se sabe qué es pero que necesita ser producido. Es contraintuitivo porque necesito producir algo que no se qué es y no puedo saber qué es, y lo único que me lleva a saber qué es, es precisamente la experimentación misma de su producción. Recordemos que eso es también la definición de producción de inconsciente Deleuze y Guattari: ir hacia un lugar que no preexiste y que sólo es producido a partir y por la serie de desplazamientos que efectuamos hacia ese territorio que no existe previamente; por lo tanto el territorio sólo es producido por el movimiento que uno hace de ir hacia él. Y todo esto es contraintuitivo porque si se dice como “ir hacia un lugar”, el lugar tiene que preexistir pero no preexiste; entonces esa paradoja es una de las reglas del CsO: necesariamente hay que producirlo, pero no se puede saber qué es lo que se produce, ni se va a saber qué es lo que se produce. De ahí que el rigor de la experimentación radique en el programa.

El programa define el tipo de CsO, el programa acá opera como motor de experimentación y como contrapunto de cualquier interpretación. El masoquista produce una experimentación siguiendo un programa que debe ser seguido necesariamente, y eso es prudencia. La prudencia es todo lo contrario, acá, al “cuidarse”. En el límite, al borde del abismo, no queda sino avanzar: ante el “deber ser” del instinto de conservación y de supervivencia (“cuídate mucho”), se trata no tanto de saltar al abismo y morir, sino de abrir el abismo en uno mismo, para poder hacerse cargo de aquello que nos constituye y entonces hacer algo con ello en términos de composición de fuerzas, de entramado de intensidades. Y acá no se puede avanzar sin recordar el “lado B” de Rizoma: si bien cualquier puede conectar con cualquier otra, no cualquier conexión garantiza experimentación. Rigurosidad y prudencia es lo que requiere la experimentación contraintuitiva, jamás puro azar. Hacerse cargo no desde la culpa “a posteriori” sino desde la producción de umbrales en gerundio y desde su atravesamiento en impersonal.

Sin embargo, CsO sí es y no deja de ser un llamado: “hay que hacer un CsO”, pero un CsO al mismo tiempo no puede no hacerse, todo el tiempo se esta haciendo (uno). Entonces cómo hacer un conjunto de todas las operaciones "cuerposinorganoriles" es la pregunta política. Cómo hacer de eso algo compartido, común, si la experimentación parece darse bajo un prisma individual o solitario. Pues sucede que no hay ninguna diferencia entre individual y colectivo, puesto que lo individual no existe. Este problema nos ocupará muchas veces en el camino que queda por recorrer.

Finalmente, y ya agotados por un cansancio vitalizante, habría que tener presente (todo hay que tenerlo siempre a mano!) que la noción de “sujeto” en Deleuze y Guattari será reemplazada, evitada, criticada. “Sujeto” para Deleuze y Guattari es algo inventado por el psicoanálisis y por eso hay que renunciar a la categoría de sujeto cueste lo que cueste (lo que cuesta es, indudablemente, hacer reverberar categorías que son raras: intensidades, afecciones, individuación, etc., de hecho, “haecceidad” se dice como individuación que no llega nunca sujeto, que no termina allí. De alguna manera, estamos en el “entre” de la individuación). Así pues, si “sujeto” viene del psicoanálisis, viene cargado necesariamente de falta, de carencia, de imposibilidad que además se le dicen como constitutivas. CsO es un momento fuerte de desmarque respecto de tal categoría. Tal vez se trate, como insinúa Deleuze dialogando con Parnet, de renunciar al sujeto para reencontrarse con el “sí mismo”, tras lo cual, no queda sino citar al budismo… ¡No hay nada que interpretar!

La siguiente vez, será el miércoles 10 de junio exactamente 8 horas antes de que la carroza se convierta en calabaza.


*[la imagen es de Sean Michel Taylor, a propósito de la meseta que nos agrupa ahora mismo al frente de nuestras pantallas]*


Encuentro 27. [10, jun. 2020]
Frankenstein. CsO como destino que no deja de visitarse y que en cada visita resulta recompuesto por esa visita. Espejismo en el desierto, que sí sacia la sed. Pareciera que CsO comporta también una cierta polivocidad. Si bien no hay que dejar de hacerse uno -y en este sentido es un panfleto-, no es posible no hacer siempre uno. Y a la vez, si bien se propone como tendencial, no se desconoce que precede analíticamente a lo que llamamos "cuerpo" a secas. CsO-partícula loca, sobre lo que se ejercen una serie de violencias -entre muchísimas posibles- cuyo resultado es la instauración de un sistema específico de relaciones específicas entre elementos específicos. Cada vez menos "partícula loca" en todo caso. Ese sistema específico no precede a los elementos que relaciona, sino que más bien los produce simultáneamente: se trata de los órganos. Y ese sistema, ese recorte, esa serie de violencias es lo que se llamará Organización, que junto a Significación y Subjetivación constituyen tres operaciones nodales de estratificación.

Así pues, es comprensible que CsO no tenga nada "contra" los órganos, pues todo sistema de llenado, de poblamiento del CsO genera órganos. CsO, en tanto precede analíticamente, pero también en tanto combate permanente, se dirige a o contra los procesos de Organización efectivamente existentes. Si observamos la secuencia con ojos humanos, partiríamos de un cuerpo organizado (ya violentado por procesos de Organización muy específicos) y veríamos un llamado a cartografiar esa Organización, para poder hacer pasar poblaciones -fuerzas, intensidades- ya no asignadas, históricas y/o sociales sino mentadas, deseadas, específicas; poblaciones que sólo emergen tras el cruce de umbrales de intensidad muy precisos y poco azarosos. CsO como vaciamiento "y" llenado, no sólo como salida. CsO que no es "sin órganos" sino productor de sus propios órganos, específicos de acuerdo a las intensidades-poblaciones convocadas y producidas.

La razón por la que nos resulta tan complejo "hacer desierto" en nosotros mismos es precisamente porque los regímenes constitutivos (la sociedad, los estratos, la norma, la codificación, el pasado, la territorialización…) no nos abandonan nunca. Y es allí, en ese momento, en el que la verdadera angustia no sólo puede sino que debe hacerse presente. Cuando en la más profunda soledad nos damos cuenta que el llamado es lograr ‘Robinson’, encontrar las intensidades que me son propias e inmediatamente aquellas del mundo con las que las mías se conectan de modos diferentes (para lo que necesariamente deben desconectarse de su forma original: CsO). Cuando la más profunda soledad nos es revelada como apariencia y se abre, por fin, la posibilidad de "hacer desierto", de desplegar una nueva soledad, una soledad poblada (por poblaciones, intensidades singulares) que nos desconecta y nos reconecta con todo lo demás de otra forma.

El CsO rechaza todos los modos de inscripción de lo social en nosotros. Es un potente flujo, un grito creador. Al final, sí hay acá un manifiesto político. El CsO implica una intervención sobre el modo, sobre el modo en que se es lo que se es. Establece como su punto de partida el hecho de no tolerar su propia relación con la vida (evidentemente, con el modo en que la vida se le produce), y por eso implica, requiere, un encuentro desde la sensibilidad más que desde el raciocinio y la reflexión intelectual (casi lo omite).

Pero en el CsO no hay garantías, no hay purezas, no hay bondades. Ni en él ni en lo que hace. De lo que se trata es de sacarse de encima la sociedad y llenar el cuerpo, con sus propios desiertos, de otras cosas (siempre otras). CsO fascistoides, cancerosos, tumoriles siempre están a la vuelta de la esquina.

Por eso también hemos llegado tarde al llamado del CsO, y no podía ser de otro modo. Hoy ya las cosas funcionan de otro modo, y estamos llamados a pensar otras cosas pues el CsO está cada vez más siendo colonizado (codificado, reterritorializado, estratificado, comercializado, empacado al vacío y ofertado) por los modos que la vida tiene para producirnos. Habría que pensar el CsO más bien como un motor de pensamiento que nos permita actualizar el diagnóstico y la propuesta acá desplegada, para hablar tal vez de un conjunto de fuerzas consistiendo, de resonancias en vez de comunicaciones, de un necesario llamado a la política que necesariamente redefina la política misma, sus propios modos, su forma…

Digresión textual, o apéndice lector, “Para terminar con el juicio de Dios” de Artaud nos introduce en el movimiento a propósito de la Crueldad como operación ético-estética, como operación de producción del Cuerpo sin Órganos (CsO). Dios se dice como automatismo, como creador del hombre en tanto organizado, en tanto Organización. Y en Spinoza Dios es Naturaleza, entonces se asiste a un desgarramiento violento, que hace de lo más trascendente pura inmanencia. Con Artaud, en Delezue, un movimiento similar, análogo, que expande esta misma reflexión desde el vitalismo aquel al que nos habíamos referido ya. La operación del CsO se dice como el paso de la trascendencia a la inmanencia, y acá la inmanencia quiere decir ‘libertad’.

El miércoles 17 de junio, una nueva meseta!

*[la imagen es nuevamente de Sean Michel Taylor, en alusión al proceso de la Haecceidad]*


Encuentro 28. [17, jun. 2020]
Lévinas dice que la ética empieza dando la cara. Se entiende, pero acá la cara empieza a perderse para poder trazar un gesto. La matriz que nos compone, en términos de estratificación "fuerte", se dice como Significación-Subjetivación-Organización. De la tercera de estas operaciones sólo separables en un laboratorio que no existe, no hablaremos por un buen rato más. Sucede, entonces, que entre la primera y la segunda (curiosa sigla "SS") se posa una máquina abstracta que conjuga de maneras muy poco claras (al menos por ahora) lo que separadamente no puede ser separadamente. Si Significación, signo que remite a signo que remite a signo que remite a signo..., se geometriza como pared blanca, como superficie delimitada por esos rebotes incesantes y aplanada también por ellos (estratificación por distribución de espacialidad); y si Subjetivación fija en y por agujeros negros puntos en los que esos signos hacen y se hacen cuerpo(s) al tiempo que les permiten ser siempre y únicamente signo(s) (estratificación por fijación de puntos); entonces diríase que esta máquina abstracta conjuga como tejiendo, puntos de fijeza sobre superficie de distribución, pero también declinación del plano de distribución hacia y en los puntos (que son agujeros negros!). Pared blanca y agujero negro ahora es pared blanca-agujero negro.

"El rostro es redundancia. Y hace redundancia con las redundancias de significancia o de frecuencia, pero también con las de resonancia o de subjetividad. El rostro construye la pared que necesita el significante para rebotar, constituye la pared del significante, el marco o la pantalla. El rostro labra el agujero que necesita la subjetivación para manifestarse; constituye el agujero negro de la subjetividad como conciencia o pasión, la cámara, el tercer ojo. (...) [N]o es exactamente el rostro el que constituye la pared del significante, o el agujero de la subjetividad. El rostro, al menos el rostro concreto, comenzaría a dibujarse vagamente 'sobre' la pared blanca. Comenzaría a aparecer vagamente 'en' el agujero negro."

Sistema de superficie-agujero. Pero esto no es el cuerpo, ni un cuerpo, ni una parte del cuerpo. Acá el cuerpo es entendido como sistema volumen-cavidad. Dos sistemas, entonces. Uno del cuerpo, volumen-cavidad, que se sostiene y que convoca a todo lo dicho por y en CsO. Otro sistema, superficie-agujero, sistema de rostridad, sistema de rostrificación. Entonces, si bien del cuerpo se encarga la Organización, tal no lo puede terminar del todo. Todo el sistema volumen(es)-cavidad(es) debe ser rostrificado, pasado por el sistema superficie(s)-agujero(s), para que esa Organización no sea una operación abstracta y puramente intelectual. Hay una cabeza, pero la cabeza debe ser rostrificada tanto como el talón o el ombligo: "La mano, el seno, al vientre, el pene y la vagina, la nalga, la pierna y el pie serán rostrificados."

Rostrificar no es hacer aparecer un rostro, una cara, un cutis. La rostrificación se dice no como representación o semejanza, sino como sobrecodificación de disponibilidades otorgadas por el sistema volumen-cavidad, que traza una desterritorialización, una descodificación relativas sobre las que el sistema superficie-agujero se extiende, sobre-codificándolo todo, tras lo cual adquiere decibilidades y visibilidades totalmente inéditas. Es lo que somos.

"...si el hombre tiene un destino, ese sería el de escapar al rostro, deshacer el rostro y las rostrificaciones, devenir imperceptible, devenir clandestino, no por un retorno a la animalidad, ni tan siquiera por retornos a la cabeza, sino por devenires-animales muy espirituales y muy especiales, por extraños devenires en verdad que franquearán la pared y saldrán de los agujeros negros, que harán que hasta los rasgos de rostridad se sustraigan finalmente a la organización del rostro, ya no se dejen englobar por el rostro, pecas que huyen hacia el horizonte, cabellos arrastrados por el viento, ojos que uno atraviesa en lugar de mirarse en ellos o de mirarlos en el taciturno cara a cara de las subjetividades significantes." ¡Pobre Lévinas! "Sí, el rostro tiene un gran futuro, a condición de que sea destruido, deshecho. En camino hacia lo a-significante, hacia lo a-subjetivo." El rostro es lo que hace que un paisaje sea tal; es ese habitar y ese habitáculo que lo hace paisaje para "nosotros". Pero también es lo que hace que un rostro sea paisaje, superficie de distribución de significados y de anclaje de puntos de subjetivación, relación intensa de superficies y agujeros.

Y mientras ellos, Deleuze y Guattari, nos confiesan no haberse explicado suficiente respecto de sus intuiciones, de sus insinuaciones, nosotros seguimos el llamado respecto de nuestras necesariamente incompletas líneas de comprensión y lectura...

Lo que sucederá el miércoles 24 de junio a ocho horas de la media noche se podría llamar lectura en estilo geométrico...


*[Dedicamos todas nuestras lecturas al hecho de que Lacan, tras una espantosa noche de insomnio que pasó leyendo "El AntiEdipo" y haciendo indescifrables anotaciones en sus márgenes, haya prohibido que en la Escuela Freudiana de París, fundada y regida por él mismo, se organizara ningún tipo de debate, charla o encuentro relativos a la obra de Félix Guattari y Gilles Deleuze...]*


Encuentro 29. [24, jun. 2020]
Darle visibilidad al dolor no es representarlo, ni constituye un ejercicio de representación en absoluto. 

Se ha abierto un umbral en el momento en que territorialización, desterritorialización y reterritorialización parecen implicarse indefectiblemente. El esfuerzo clasificatorio se nos vuelve cada vez más burlón e imposible. Toda desterritorialización implica una reterritorialización relativa, pero también viceversa. De hecho, es (en) el elemento más desterritorializado (en) el que (se) reterritorializa la desterritorialización. Un eje horizontal que dibuja un desplazamiento, un deslizamiento sobre un plano; que nos alerta a propósito de la diferencia fundamental entre tal reterritorialización y cualquier tipo de retorno a algo "primitivo". Ya nos habíamos encontrado con una indicación similar respecto de una falsa antropogénesis y sus necesarios devenires. Pero también un eje vertical, que arrastra como un vector las intensidades y por ellas, a los elementos más territorializados hacia una desterritorialización, así como a los más desterritorializados hacia la reterritorialización. Un eje vertical que efectúa el eje horizontal, un eje horizontal que traza en su deslizamiento su propia verticalidad.

Todo esto, en un orden geométrico. En primer lugar, un movimiento de este tipo siempre implica (al menos) dos elementos. Uno que se reterritorializa en el otro, este último que se desterritorializa respecto de aquel. Y, simultáneamente, el primero es desterritorializado por el otro, y este último reterritorializado por aquel. En segundo lugar, este juego no es determinado por la velocidad sino por la intensidad, magnitudes que no necesariamente establecen una relación directamente proporcional y entre las que no existe jerarquía alguna (eje horizontal). Su naturaleza es distinta. En tercer lugar, "las desterritorializaciones relativas (transcodificación) se reterritorializan en una desterritorialización absoluta en tal o cual aspecto (sobrecodificación)." (eje vertical). Cualquier tipo de objeto puede ser arrastrado (y lo será) por efecto de rostrificación. Cuarto y último lugar, esta máquina de rostrificación (desterritorialización-reterritorialización absoluta negativa) se efectúa en su efectuación más que en sus productos. Lo que rostrifica dice la rostrificación aun más que ese o aquel rostro.

La máquina de rostridad tiene una relación íntima con el poder: "No es una cuestión de ideología, sino de economía y de organización de poder." Pero así como no todos los perros son dálmatas, "ciertos agenciamientos de poder tienen necesidad de producir rostro, otros no." Sí, se trata de organizar, de significar y de subjetivar, pero al punto en que lo organizado, significado y subjetivado no pueda salir de su propia red de pivoteo. No es en vano que digan "sobrecodificación". Sin embargo, no se trata de un proceso infalible, al menos no "hacia atrás". Se trata de una historia de occidente, en el que lo no-occidente es verificable empíricamente. No se trata acá de una antropogénesis general, ni de una máquina antropológica universal. Se trata de la extremadamente eficaz producción de la línea de constitución de lo que conocemos como subjetividad occidental (androcentrada, blanqueada, dicotómica...). Año cero, el rostro es Cristo: "la idea de una naturaleza muy particular."

Máquina con dos funcionamientos, uno que binariza a partir de la ordenación central efectuada por el agujero negro y que se desplaza sobre la pared blanca, desplazamiento que produce pare(jas) de referencia para la cuadrícula, para el calco. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, pero cada una de las cosas (la que es una y la que es otra) son lo que son porque su correspondiente es su pareja contraria. Una cosa es lo que es porque no es lo que aquella otra es, que a su vez es otra cosa respecto de esa "una"... blanco-negro, hombre-mujer, rico-pobre, blanco-negro, juez-acusado... Así, "más que poseer un rostro, nos introducimos en él." Otro funcionamiento, además; que traza opciones respecto de las binarizaciones distribuidas por el primer funcionamiento, lo que puede ser dicho como la traducción de la diferencia en términos de gradación de lo igual. "La máquina rechaza continuamente los rostros inadecuados o los gestos equívocos. Pero sólo a tal nivel de elección. Pues sucesivamente habrá que producir variaciones-tipo de desviación para todo lo que escapa a las relaciones biunívocas, e instaurar relaciones binarias entre lo que es aceptado en una primera opción y lo que sólo es tolerado en una segunda, en una tercera, etc."

La máquina de rostridad como maquinaria de normalización, de inclusión, de identidad. "Desde el punto de vista del racismo, no hay exterior, no hay personas de afuera, sino únicamente personas que deberían ser como nosotros, y cuyo crimen es no serlo. El corte ya no pasa entre un adentro y un afuera, sino en el interior de las cadenas significantes simultáneas y de las opciones subjetivas sucesivas. El racismo jamás detecta las partículas de lo otro, propaga las ondas de lo mismo hasta la extinción de lo que no se deja identificar (...). Su crueldad sólo es equiparable a su incompetencia o su ingenuidad." Hemos de repetirlo mil veces, con cada uno de los "ismos" que nos constituyen. Amén.

Ya nos veremos de nuevo, para continuar leyendo y trayendo al frente la pregunta por la inefabilidad de todo esto.

*[Felix Guattari: devenir-"primitivo" conservando el mejor look]*


Encuentro 30. [8, jul. 2020]
Ellos hablan siempre de "bodas contra-natura", de conjunción entre elementos heterogéneos, amalgama de elementos de naturalezas heterogéneas, uniones que no están llamadas a hacerse pero que se efectúan a pesar de eso. El régimen de subjetivación y el régimen de significación parecieran también tener su "sucio secretito". Andan juntándose y rejuntándose sin necesidad de hacerlo, sólo por una cuestión de poder, de un poder que tiene necesidad de tal rejunte, de sus efectos y de sus efectuaciones. Pero esta boda contranatura no se da al aire libre, como la de la avispa y la orquídea, sino que requiere un confinamiento que resguarde tal esperpento. Como dijimos, se trata de una cuestión de poder. Así, será la máquina abstracta de rostridad, el Rostro, el que haga de muro con contención, de protección a esta cópula. Aunque es cierto que sólo algunas formaciones sociales requieren y producen la necesidad de esta cópula y del Rostro (tal cosa es lo que significa que se trate de una cuestión de poder), cuando sucede pareciera que es lo que tiene que suceder, lo que siempre debió haber sucedido. Tal es uno de sus efectos, darle un sentido contractual retrospectivo a todo lo existente. Una suerte de mesianismo, si se quiere.

Pero no se trata únicamente de levantar un biombo tras el cual los dos regímenes, su despotismo y su autoritarismo, hagan lo suyo. Este Rostro, esta pantalla que protege la concepción "in vitro" de lo humano-occidental-cristiano-etc., opera también como traductor de todo lo que escapa, de las chispas que saltan, a una misma y única sustancia de expresión. Se trata de una instalación constante de binarismos y máquinas binarias que a su vez constituyen, aseguran y reproducen punto a punto la pared misma. Binarismos que son, por supuesto, arborescencias en donde el fruto de la unión prohibida habrá de germinar. El muro, el árbol, el fruto, la cópula, todos ellos y cada uno, es la constitución del humanismo occidental. Una muy eficaz traducción de códigos, territorios, organismos, flujos heterogéneos a un "idioma" autofundante. El que nos constituye. De ahí que a esta traducción se le diga también sobre-codificación; ella implica un momento de apertura, de paneo, de aproximación a las dispocisiones y a las disponibilidades de los elementos en sus propios movimientos, e inmediatamente una suerte de captura homogenizadora, otorgadora de un sentido único (y ya no unívoco), de alineación militar, que produce con y sobre lo que opera un engendro muy específico (el que habita el espejo).

"El rostro nunca supone un significante o un sujeto previos. El orden es completamente diferente: agenciamiento concreto de poder despótico y autoritario -> desencadenamiento de la máquina abstracta de rostridad, pared blanca-agujero negro -> establecimiento de la nueva semiótica de significancia y de subjetivación, en esa superficie agujereada. (...) El rostro es una política."

Inmensidad, inevitabilidad, omni(im)potencia de y ante el Rostro y sus máquinas abstractas. Un nuevo aparente binarismo se nos muestra como una cara más de esta sensación de irremediabilidad ante la política que es el rostro y la rostridad. Una tentación hacia una aparente "vuelta a los orígenes", una muy conveniente re-primitivización, un "retorno" a la "naturaleza". No hay tal, en tanto enunciados constituyen, ya hoy día, una superficie más del muro que protege la resonancia y la traductibilidad deseada y establecida ente el régimen significante y el de subjetivación en la máquina de rostridad. Se trataría, en todo caso, de atravesar la pared: "Pasar la pared, quizá lo hayan conseguido los chinos, pero ¿a qué precio? Al precio de un "devenir-animal", de un "devenir-flor" o "roca", y, todavía más, de un extraño "devenir-imperceptible", de un "devenir-duro que es inseparable de amar"." Ah, muy bien, ¡entonces se trata de orientalizarnos, de devenir-chinos! No, claramente no, el orientalismo ya es también, hoy, una góndola más en el mercado que nos compatibiliza más y más con el rostro del capitalismo. "Es una cuestión de velocidad, incluso "in situ". ¿No es eso también deshacer el rostro, (...) ya no mirar a los ojos ni mirarse en los ojos, sino atravesarlos a nado, cerrar los ojos y convertir el propio cuerpo en un rayo de luz que se mueve a una velocidad cada vez mayor? Por supuesto, se necesitan todos los recursos del arte, y del arte más elevado. Se necesita toda una línea de escritura, toda una línea de picturalidad, toda una línea de musicalidad... (...) Pero el arte nunca es un fin, sólo es un instrumento para trazar líneas de vida, es decir, todos esos devenires reales, que no se producen simplemente "en" el arte, todas esas fugas activas, que no consisten en huir "en" el arte, en refugiarse en el arte, todas esas desterritorializaciones positivas, que no van a reterritorializarse en el arte, sino más bien arrastrarlo con ellas hacia el terreno de lo asignificante, de lo asubjetivo y de lo sin-rostro." Queda, felizmente, todo por (des)hacer...

La lectura continúa el miércoles 15 de julio, cuatro horas después de la hora sin sombra en territorios tangueros.

*[Guattari fue encontrado muerto en su habitación en la clínica de La Borde...]*


Encuentro 31. [15, jul. 2020]
Dígase del rostro que es una semiótica mixta. Casi todo lo es. Dígase además, que puede aplicarse una teoría de conjuntos más o menos rápida al enjambre. Hemos de aclarar (como si fuese un propósito noble tal cosa). El régimen significante, déspota, en el que la línea de fuga llegaba con suerte a ser relativa, comporta una redundancia por frecuencia, un efecto rebote que va de signo a signo, de signo a signo, de signo a signo. El régimen de subjetivación, post-significante, autoritario, en el que la línea de fuga alcanza una absolutez cargada negativamente, comporta a su vez una redundancia por resonancia en la que el Yo se produce como doblez de sí mismo Yo = Yo, pasión.

El rostro puede entonces leerse, desde una teoría de conjuntos muy ligera, muy poco rigurosa, como operación simultánea de contenencia y de intersección entre los dos regímenes descritos. Semiótica mixta por contenencia y por intersección. El rostro como mixtura que que no se reduce a la suma de aquello que se mixtura en ella. También llamado "sistema pared blanca-agujero negro" (apodo democrático que remite, desde el primero de sus términos, a las operaciones de significación y, desde el segundo a las de subjetivación), puede entenderse entonces como máquina abstracta (de esto ya hemos hablado, pero ahora lo hablamos de un modo facultativamente diferente), como una operación de constante expansión y/o extensión del sistema mismo.

De ahí, además, que del rostro haya que pasar siempre a los rostros, y de ahí saltar con prontitud a los procesos, a las operaciones de rostrificación. Algún profesor del Collège de France supo hacer lo propio cuando se le escapó de entre los labios la palabra "sujeto", corriendo a explicarla con la de subjetividad, que rápidamente se hizo plural, subjetividades, y de ahí no pudo sino sobrevivir a costo de una nueva transformación: subjetivación. Bueno, un poco eso. Proceso de rostrificación, porque se trata de la efectuación de una máquina abstracta que sobrecodifica aquello que necesita en función del poder que la formación social determinada apremie.

Y si hablamos de una operación, entonces deberíamos estar en capacidad, para aprobar la materia, de dar cuenta del resultado, de la resultante, de las derivadas de tal procedimiento. Y podemos, por supuesto, siempre de maneras incompletas y parciales. El sistema de superficies y agujeros, que es contingente, arbitrario e histórico (es decir, que podría no ser y no haber sido), es lo que le da forma, aplanando y agujereando, a lo humano (eso humano, blanco, occidental, blanco...). Somos lo que somos en tanto rostrificados, producto de la arborescencia y de los binarismos que se multimplican en cada uno de sus puntos.

La operación de rostrificación como producción de una individuación particular, aquella que desemboca en el sujeto-humano (cristo y la humanidad como su espejismo). Y resulta que esta individuación tiene (al menos) dos características: por un lado, es "particular" en tanto no es la única forma en la que se dice la individuación, llegaremos a la Haecceidad, individuación sin sujeto y que no llega a él. Por otro, en tanto particular, implica la posibilidad de ser trastocada, subvertida, plegada sobre sí misma. Allí los devenires-animales, los devenires-primitivos nos habrán de contestar las preguntas, desde las más metódicas respecto del "cómo" leninista (preguntas aun viciadas por la rostridad, y por tanto las menos potables), hasta las más perplejas que tararean monosílabos tónicos: "¿ehj?", "¿ämm!?", "¿è?". Allí entonces empezaremos un diálogo nuevo. Vacuola de no comunicación.

Es la hora del té. Y la literatura pide la palabra. Nos leeremos de nuevo (si el profesor del Collège de France se atrevió a decir "la escritura de sí", nos autohabilitamos a proclamar "la lectura de nosotros mismos") el miércoles 22 de julio cuando atravesemos el rito de creernos la mentira de que al autorizar a nuestras computadoras a tener acceso a nuestro micrófono y a nuestra cámara estamos realmente haciendo algo (ni es "nuestro" micrófono, ni "nuestra" cámara, ni por autorizar allí nos aseguramos de no ser vistos/escuchados el resto del tiempo, etc.).


*[Gilles lleva una botella, para "embriagarse con agua"; Fanny esconde el abridor en su bolsillo esperando que esta vez su marido sí preste un poco a atención tras haberle pedido referencias literarias angloamericanas para poder escribir la Meseta ocho]*


Encuentro 32. [22, jul. 2020]
La novela no es el cuento, ni siquiera cuando ella es de las cortas. Pareciera, aun cuando persiste quien sospecha que todo esto esconde un giro insospechado, que el cuento estructura el descubrimiento, articula actitudes y moviliza pasiones alrededor de la pregunta por lo que va a pasar. En ese sentido, el cuento convoca una temporalidad porvenir, una suerte de futuridad. Por su parte, la novela, en especial la corta o también ella, responde al ritmo del secreto, pone en movimiento modos, formas de, y presenta posturas; su pregunta apunta a develar lo que ha (ya) pasado, por lo que su temporalidad pareciera decirse en algún modo del pretérito.

La hipótesis es que, dada la secrecía estructurante de la novela (corta) o tal vez debido a ella, se abre un territorio de visibilidad de líneas que no pueden alcanzarse siguiendo la dinámica del descubrimiento. Si antes se había insinuado que de lo que se trataba era de lograr una suerte de transducción de materialidades de naturalezas y reinos heterogéneos, de hacer pasar la vida por líneas de escritura o hacer de éstas últimas territorios existenciales (nos acordamos de usted, doctor Guattari), pareciera que la novela (corta) constituye ejercicio de escritura que pone en funcionamiento esta juntura extraña. Por el momento, sobre la base de nuestra sospechosamente cómoda (in)comprensión, pareciera que lo que interesante es que se ponen en juego tres tipos de líneas. "Pues estamos hechos de líneas. Y no nos referimos únicamente a líneas de escritura, las líneas de escritura se conjugan con otras líneas, líneas de vida, líneas de suerte o de mala suerte, líneas que crean la variación de la propia línea de escritura, líneas que están "entre las líneas" escritas." Nunca mejor la expresión "leer entre líneas".

Líneas buenas, líneas malas, líneas locas o peligrosas. De ningún modo. De la moral se sale, o a ella se evita, por una extraña finta positivista. Líneas es lo que hay, no adjetivos. Líneas y sus funcionamientos, sus funciones, sus efectuaciones.

En primer lugar, que ni es primero ni es un lugar, líneas duras, líneas que organizan, que estructuran, que cimienta, que garantizan y controlan la unidad. Es cierto que la unidad, la identidad, el rostro, son todas figuras contra lo que pareciéramos perfilarnos; sin embargo, también es cierto que la batalla que se levanta contra ellas exige a cada punto prudencia, mimar los estratos, volver atrás, dar un paso al costado, re-territorializar, etc. Líneas duras o molares, que territorializan, que trazan territorios. Línea de vida, sin duda. Líneas de instauración de semióticas. Líneas, evidentemente, que operan por arborescencia y binarismo, que avanzan entre y sobre las demás, instalando acá una rama arborescente, allí un bulbo binario. Líneas que nos permiten saber que una cosa es una cosa, y que otra cosa es otra cosa. Y que todas las demás cosas son en relación a esa pareja de lo que es y lo que no y sus gradaciones. Línea que nos ofrece la posibilidad de darle sentido a lo que lo requiera. Una línea que se dice como pareja, tú y yo, él y ella, nosotros.

Pero además, hay también líneas flexibles de segmentos bien determinados, que ya no dicen la pareja sino el doble. Mi otro yo, el yo de un otro o el otro de un otro. Saltos entre las molaridades, podría ser. Destellos de "cuantos" de energía intensiva que no se hacen extensión necesariamente. No son líneas de desorganización, ni de demolición o de abolición, no aun. Entre las duras y las flexibles se abre una diferencia que se puede decir como de políticas: macropolítica de las líneas duras, micropolítica de las líneas flexibles. Ambas políticas, no olvidar. Las líneas flexibles dirán la deslocalización, o mejor, la ilocalidad de unas otras ciertas relaciones. Relaciones que en las líneas duras se dicen indefectiblemente entre los términos que la constituyen, en las flexibles comportan "flujos y partículas que se escapan de esas clases, de esos sexos, de esas personas" y que se dicen como inevitablemente exteriores a lo que parece darles consistencia. Los segmentos de la línea flexible, estos "cuantos", en tanto saltos, son cuantos de desterritorialización, no trazan las líneas flexibles territorios sino que abre en un presente la experiencia bajo la forma de un algo que ha ya pasado, "puesto que la materia imperceptible de ese algo está completamente molecularizada, a velocidades que superan los umbrales ordinarios de percepción." No podemos estar seguros, pero lo estamos en cualquier caso, de que por allí pasa una relación efectivamente; tal vez únicamente deliramos, proyectamos, sublimamos, ¡nos patologizan! Cada quién habrá de elegir. Allí el riesgo, no se trata de una línea necesariamente buena, pues comporta el riesgo del delirio que coquetea con el límite de lo socialmente aceptable.

Estas dos líneas, duras y flexibles, macropolíticas y micropolíticas, no dejan de cortarse, de interferirse, de invadirse, de poseerse como hilos de agua cayendo en una cascada. La metáfora no es completa, pues sería necesario que al final se pudiesen distinguir los hilos, mínimamente. El flujo de uno es cortado por el otro, el uno huye de los cortes del otro trazándole sus subterraneidades. El otro hace escapar, permite y habilita aceleraciones del uno para poder tener algo que cortar, territorios que trazar, puntos en los que sembrar una arborescencia. Si bien no se puede decir que son consustanciales, es absolutamente necesario retener su incesante danza como condición de posibilidad de cualquiera de las dos.

Por último (en una estructura que no es secuencial, lo "último" es sólo una manera de decir las cosas que no se pueden decir), hay también líneas de menor determinación, de mayor abstracción, líneas de fuga. Líneas que ya no admiten segmentos, que no comportan saltos, sino que parecieran constituir la explosión (o implosión, a veces) de los otros dos tipos de segmentos. "Ha alcanzado una especie de desterritorialización absoluta". Si en la dureza las materias devienen materialidades formadas, y en las flexibilidades el secreto se escabulle sin dejar de ser el tempo, en la fuga "ni siquiera hay forma". El secreto se confunde con la superficie y al no haber nada que ocultar, todo deviene inmediatamente imperceptible. Ya nada pasa porque nada ha pasado, nada puede pasar. Ya no hay territorialización, ni desterritorialización: los territorios se dicen acá en gerundio trazándose. Vacío, vértigo, instante de indistinción de y entre todas las fuerzas. Ya no más "querer ser querido", ahora por fin "querer querer", o bien, poder querer querer. Línea abstracta que no es menos mortal que línea de vida.

"En la primera hay muchas palabras y conversaciones, preguntas o respuestas, explicaciones interminables, puntualizaciones; la segunda está hecha de silencios, de alusiones, de insinuaciones rápidas, que se prestan a la interpretación. Pero si la tercera fulgura, si la línea de fuga es como un tren en marcha es porque en ella se salta linealmente, se puede por fin hablar "literalmente", de cualquier cosa, brizna de hierba, catástrofe o sensación, en una aceptación tranquila de lo que sucede en la que ya nada equivale a otra cosa. Sin embargo, las tres líneas no cesan de mezclarse."

Es todo tan claro que no puede sino levantar sospechas. Hemos de regresar algunas líneas, de escritura, de lectura, para poder ajustar cuentas con la claridad y entonces producir nuevas lecturas. El miércoles 29 de julio, cuando las alarmas nos avisen. Será.

*[Líneas: La pareja Deleuze en casa de Felix Guattari en Sologne, cerca a la clínica de La Borde, en julio del 69. La foto la hace el mismísimo Guattari, que nos muestra de alguna forma su propia mirada de esta pareja-doble]*

Encuentro 33. [29, jul. 2020]
Líneas que nos atraviesan, que nos constituyen, que nos preceden y que nos sobrevivirán. Líneas que nos hacen visibles y que se nos hacen visibles, líneas a las que podemos subir, que hacen y con las que hacemos territrorios. Líneas que arrastran y que demuelen. Líneas que batallan contra el estructuralismo y contra todas las caras del régimen de representación. "esas líneas no quieren decir nada. Es un asunto de cartografía. Nos componen, como componen nuestro mapa. (...) [E]l lenguaje debe seguirlas, (...) nada tienen que ver con un significante, (...) nada tienen que ver con una estructura, que nunca se ha ocupado más que de puntos y de posiciones, de arborescencias, y que siempre ha cerrado un sistema, precisamente, para impedir que huya." Líneas que exigen un deslizamiento epistemológico, y no sólo un delirio delicioso, que luego se hace clamor a-significante en el desgarrado esquizoanálisis, "inmediatamente práctico, inmediatamente político, ya se trate de un individuo, de un grupo o de una sociedad. Pues, antes que el ser, está la política.

Líneas que están siempre circunvaladas por problemas. Problemas de cuatro tipos, fundamentalmente. Problemas acerca del carácter de las líneas, pues la dureza de las unas no traduce inmediata ni necesariamente mayor realidad, así como la flexibilidad de las otras no quiere decir (menos realidad y mayor) imaginario. La línea de fuga, a su vez, no es huída, sino lo que hace huir en la huída, se huya o no. No hay nada más activo que una fuga (acá "activo" es contrapuesto no tanto a pasivo como a reactivo). Problemas respecto a la importancia de las diferentes líneas. Sucede que la impotencia del lenguaje nos obliga a decir estas líneas siempre una tras otra, como si así fuesen, ya sea empezando por las duras o por las de fuga, todo adquiere una apariencia de progresión, evolución, escalafón, preeminencia, importancia, etc. Así como se puede decir que ninguna línea viene después de otra, se puede decir de cualquiera que precede a las demás. Territorializaciones, desterritorializaciones relativas y desterritorializaciones absolutas sólo son modos de ver el momento en que unas y otras se encuentran, como cuando los niños observando hormigas dicen que unas y otras se saludan, o se comunican, se hablan, se dicen cosas, en cada encuentro iterado en la línea que compone su movimiento completo. Es tan así como absolutamente diferente. Problemas también respecto de su mutua inmanencia. Así como su presentación no puede restablecer una jerarquía (que se pueda decir de cualquier modo, y que al elegir un modo de hacerlo quede una sensación de insatisfacción relativa es ya prueba de ello), en su pragmática sucede lo mismo. "Inmanencia por todas partes. Las líneas de fuga son inmanentes al campo social. La segmentaridad flexible no cesa de deshacer las concreciones de la dura, pero reconstituye a su nivel todo lo deshace, micro-Edipos, micro-formaciones de poder, microfascismos." Problemas, además, respecto de los riesgos que implica cada tipo de línea. Sobrecodificación absoluta en una máquina de rostridad que ahogue en sus sistemas pared blanca-agujero negro todo lo que no le es propio; divagar en el límite de lo carente de importancia, siendo simplemente el otro de lo otro, apostar por la pérdida sólo por el placer de no pertenecer; desbarrancar en un fascismo, un cáncer más peligroso que aquel rostro hipotético, uno infinitamente más veloz, imperceptible, cómodo, vendible, chick, "in". Riesgos que hacen de estas líneas tanto líneas fatales como líneas de vida. Necesitamos de ellas, pues, recordemos, nos constituyen, incluso para emprender una guerra en contra de ellas.

No podremos no volver a estas líneas, con ellas, hacia ellas, por ellas. Su inefabilidad es un premio de consolación ante lo angustiante que resulta este embrollo, a la vez tan inusitadamente claro y tan sordamente gris. Sí, hemos de volver... Pero hemos de avanzar, nos lo hemos propuesto (qué riqueza la amplitud de usos de ese "hemos"). Miércoles, 5 de agosto, a la tarde.

*[Líneas II: "La clase no se improvisa", seminario -imaginario, simbólico y real- de Guattari en los cuarteles maolientes del PT]*

Encuentro 34. [5, ago. 2020]
No se trata de una cuestión de vocabulario, o, en todo caso, no exclusivamente. Estratos, líneas, y ahora segmentos. ¿Son todos lo mismo (con nombres diferentes)? Intentamos una estrategia un tanto curvosa: atender a las declinaciones que en el uso de las palabras nos indicarían, especulativamente, ejercicios de conceptualización. Como en la vida, aunque no en la vida de todes, un sustantivo no soporta lo mismo que un verbo, ni éste último lo mismo que un adjetivo. Ni hablar entonces de las distancias que se abren entre sustantivación, verbalización, adjetivación. De hecho, cada forma llama a las otras para poder continuar, pero entonces afinamos más la estrategia para poder inventarnos momentos en los que un sustantivo hace a la cuestión, y que vaya seguido de un adjetivo no lo acerca necesariamente a cuando el adjetivo hace a la cuestión y es acompañado de un verbo, por ejemplo. Sustantivos, verbos, adjetivos o participios, no pueden responder a las mismas preguntas, e incluso a veces son respuestas a preguntas totalmente diferentes. El método siempre es el mismo, seguir los movimientos de aquello que nos interese, los suyos propios, y trazarlos en simultánea interminablemente. Levantar sus cartografías vivas. Así nos abrimos paso por las primeras agrupaciones textuales de esta meseta, tan especial.

Entonces, verificando nuestras propias formulaciones, hablaríamos de estratificación (más que de estrato), de líneas y ahora de estar/ser_segmentarizades (más que de segmentos). Un nombre que denota proceso más que producto, un sustantivo plural, un verbo en voz pasiva, impersonal, claramente recostado sobre una inefabilidad acerca de la que estaríamos llamados a pensar. No son lo mismo, entonces, pero no hay entre estos términos sino resonancias estratégicas ineludibles. Como en otros casos, su separación sólo es posible en condiciones de laboratorio.

Algunas intuiciones en forma de recuerdos. De la estratificación, se nos aparece en tres grandes modos: significación, subjetivación, organización. Todas ellas explicables como regímenes de signos, pero también como resultantes del trazado específico de superficies que arrastran procesos de codificación y de territorialización particulares. "Estrato", en ese sentido, es mucho menos elocuente. De las líneas: dureza, flexibilidad y fuga. Las dos primeras adjetivadas como "segmentarias", la tercera no. Tal vez la relación con los peligros que conlleva, pero también o por lo mismo con el CsO, puede ser razón de esta orfandad adjetivante. De la segmentarización que se dice de tres modos, con adverbios: binariamente, circularmente, linealmente. Cómos de este cómo. Estratificación sería la respuesta a la pregunta por cómo está más o menos todo constituido (cómo se le da consistencia). De las líneas se dice que nos atraviesan sin cesar, así como entre ellas mismas. De la segmentarización que es como estamos o somos (de ahí que se diga entonces también "segmentaridad", propiedad, nombre de segundo orden, siempre referente de algo, un sustantivo que adjetiva relativamente).

Por eso no sería forzado sentir que al momento de aludir al individuo, a las personas, al humane, el proceso de estratificación le pase un poco por encima, no porque no le incumba, sino porque no alcanza en especificidad. Por eso también es plausible hacerse un préstamo puramente pedagógico y pensar que la segmentarización puede decirse en algún sentido como especificidad de estratificación (más no como una de sus modalidades). Cuando la estratificación nos presentó a vuelo de murciélago los procesos de codificación y de territorialización, tal vez nos hacía un guiño respecto de esto mismo que acá empieza a darse una visibilidad específica conceptualmente hablando.

"Segmentaridad" parece un vocablo viejo, antiguo, obsoleto. De ahí que pueda acá hacerse con él una conceptualización robusta, empezando por desdibujar su ancianidad. Segmentaridad no se dice sólo de lo viejo, de lo antiguo, de lo remoto, de lo otro, de lo inactual, sino que se le llena de contenidos analíticos para contraponerlo (sin oposición) ahora a la centralización. Segmentaridad no puede dejar de decirse, e incluso la centralización sólo es su efectuación a partir de una máquina abstracta diferente (problema que no podemos ni siquiera intentar encarar ahora). Habría, entonces y más bien, procesos de segmentarización primitivos o flexibles por un lado, y modernos o duros por otro. El paso de unos a otros en cada caso, no implica una eliminación superadora (al modo hegeliano y dialéctico en general) sino que se parece más bien a una viralización algebráica. Un corte que, a modo de magnitud acelerada, reorganiza las piezas del juego, todas o su mayoría, no con el fin de eliminarlas y/o reemplazarlas, sino para ponerlas en "función suya". La codificación de los devenires como "desviaciones"; la arborificación, concentración (en el sentido de inventar y asignar un mismo centro) de los universos de resonancia caósmica (círculos); o la etapización de la experiencia vital y su innegable implacabilidad son apenas algunas formas de ver caras del endurecimiento de la segmentaridad. La eficacia de tales operaciones es tal, que logra hacernos sentir que cualquier otra forma, chamánica, brahamánica, mística, gnóstica, es paparruchada.

Las cosas son como son, porque llegaron por fin a ser lo que debían ser. No es sencilla la batalla que se nos ofrece, pues nos presenta -veremos- alternativas igualmente dolorosas. Seguiremos nuestras exploraciones el miércoles 12 de agosto...

*[La micropolítica es también una política... (con todo lo que eso implica)]*

Encuentro 35. [12, ago. 2020]
Tejer es una forma de hacer la experiencia. No una experiencia, sino la experiencia. Tejer como hacer confluir líneas, componer y hacer emerger "cosas" de la "nada". Tejer no es los hilos, pero tampoco la operación de entrelazarlos con puntadas. Es más que eso, mucho menos que eso también. Quien teje, si nos lo permitimos, es tomado por "lo" tejer y devenido prótesis de ese ritmo creador. Quien teje está llamado a tener buen oído, para poder bailar (o tocar la musiquilla) que requiere el encuentro de líneas. Así es como nos reconocemos un poco sordos ante el requerimiento de al menos cuatro líneas que nos convocan en lenguajes extraños a una composición de la aun permanecemos (al menos parcialmente) incapaces. Un hilo dice estratificación-territorialización/codificación (re-; sobre-; des-); otro hilo marcha regímenes (pre-; post-; contra-) significantes y sus mixturas; un hilo más se deshilacha en líneas duras, flexibles y de fuga (las dos primeras segmentarias, la tercera sospechosamente no); y ahora un hilo que se multiplica geométricamente dice segmentaridades binarias-circulares-lineales // primitivas_flexibles-modernas_duras. Tantas palabras compartidas, tantos posibles entramados, tantas invitaciones a atar aquí, a anudar allí...

Segmentaridad primitiva que no se dice de los primitivos, segmentaridad moderna que no se dice de los modernos. ¡Tamaña confusión (porque, al parecer, tampoco la flexible se dice inmediatamente como línea segmentaria flexible; ni la dura como línea segmentaria dura)! Giro propedéutico, si se quiere; escolar: con el fin de asir el hecho de que ambas segmentaridades comportan simultánea y recíprocamente inseparabilidad e irreductibilidad, somos convidados a pensarlas en términos de micropolítica y macropolítica. Esto nos deja ver ya que la(s) segmentaridad(es) implica(n) desde el vamos (una-s) política(s). Tal vez acá haya que buscar una particularidad del hilo... Inseparabilidad: lo macro se levanta sobre la vibración constante de lo micro; lo micro hace vibrar constantemente lo macro, lo atraviesa, lo mina, etc. Irreductibilidad: macro y micro "no tienen los mismo términos, ni las mismas relaciones, ni la misma naturaleza, ni el mismo tipo de multiplicidad."

Pista a seguir: la política, lo político. Macro y micro son políticas. Macropolítica, micropolítica. Ya estamos en condiciones de percibir que no hay acá una diferencia de escala ni una taxonomía rígida. Ni todo lo grande es Macropolítica, ni todo lo quieto lo es. Ni nada lo es del todo. La burocracia, edificio grande, quieto, aburrido, chato y achatador, está poroseada de micropolítica de sur a norte, de arriba a abajo, etc. Y así, en un pase mágico, llegamos al fascismo. Nunca hemos estado en otro lugar, de hecho.

Fascismo que se opone a totalitarismo, pues éste último es siempre macropolítico. Totalitario es un adjetivo con el que el Estado se ve muy bien, mientras que fascismo es sólo un ropaje que siempre le queda grande (o chico, o ambas simultáneamente). Estado Totalitario, fascismo de estado. Mayúsculo, minúsculo, macro, micro. No hay estado fascista, como no hay pulular totalitario micropolítico. Desde la Pacha-Mama nos gritan fuerte que pensar en términos de Gobierno, Régimen y Estado puede ayudar. Lo tomamos con suspiro de alivio, ¡por supuesto!

Máquina de guerra es destrucción sin institución. Destrucción destructiva, avanzar, barrer, seguir, no fundar, no engendrar, no instalar, sólo barrer, llevárselo todo por delante. Se dirá entonces que estamos ante un Estado Totalitario cuando el aparato estatal haga suya la máquina de guerra y la haga operar bajo su dinámica, sus intereses, sus ritmos (macropolítica si las hay). Estaremos ante fascismo de estado cuando, por el contrario, sea la máquina de guerra la que tome al estado y lo convierta en un medio para sus propios fines. El fascismo es micropolítico porque es canceroso, porque dice el deseo como fascista ya siempre. Hitler no se dice como totalitarismo, o, en todo caso, no es su totalitarismo lo que lo hace lo que es/fue; Hitler es puro fascismo, reverberación de microfascismos en cada agujero negro, poblamiento fascista de toda la pared blanca. Fascismo de estado, más no estado fascista.

"Es muy fácil ser antifascista al nivel molar, sin ver el fascista que uno mismo es, que uno mismo cultiva y alimenta, mima, con moléculas personales y colectivas."

Esta <<mea culpa>> continuará el miércoles 19 de agosto a la tarde de la parís suramericana.

*[Chupate esa mandarina, enano fascista! (o también, jaque mate al humanismo iluminista)]*

Encuentro 36. [19, ago. 2020]
El tigre no es como lo pintan. Las apariencias engañan. No juzgar un libro por el lomo. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. ¡Pintó el positivismo!(?) Algunas cosas no pueden perderse de vista, porque de lo contrario se perderían las cosas, tanto como la vista.

Nada de la segmentaridad flexible y molecular tiene que ver con lo bueno, con la salvación, con el éxito o con la respuesta. Nada hay en ella que se diga exclusivamente de lo individual ni de la relación de individuos en tanto tales. No hay correspondencia dimensional, esto es, que lo flexible y molecular no es ni necesariamente más pequeño que lo duro y molar, ni necesariamente pequeño. Y, finalmente, no es esta segmentaridad causa, pero tampoco consecuencia, de la molar; sus posibles impulsos mutuos, sus coincidencias son prueba de ello. De estos malentendidos comunes, axiológico, psicológico, tamañológico y causalógico, viene que entre ambos tipos de segmentaridad haya siempre relaciones proporcionales (inversa o directamente). Los efectos de cada caso se dicen, efectivamente, en cada caso.

Y aprovechando que todo está empezando a hacer eco, a quedar claro, a iterarse, a generar más o menos orientación, es hora de un cambio de términos. Porque nada puede ser tan claro, nada puede hacer eco, nada debería iterarse ni orientar-nos. En vistas de zanjar esos cuatro errores de lectura, pero también otras imágenes más o menos erradas de la relación micro-Macro, diremos de la segmentación dura que se dice como asignación de línea(s) de segmentos, mientras que de la segmentación flexible que (se) prolonga (en) un flujo de cuantos. "La tarea de hacer que los segmentos se correspondan con los cuantos, de ajustar los segmentos de acuerdo con los cuantos, implica cambios de ritmo y de modo, que, más que implicar una omnipotencia, se hacen a duras penas; siempre huye algo." La diagramatización es el modo de existencia de una suerte de omni-impotencia, porque "el flujo y sus cuantos sólo se puede captar a través de los índices de la línea de segmentos; y a la inversa, la línea y los cuantos sólo existen a través del flujo que los baña."

Gabriel Tarde hace sociología cuántica, de flujos de cuantos; mientras que Durkheim sólo ve ("cae en") líneas de segmentos, molaridades. Las sociedades, las formaciones sociales estarían, desde una mirada fluyente, compuestas por los flujos y las relaciones que se dan entre sí y que ellos proponen. Relaciones de conexión que "suman" lanzamientos recíprocos de descodificación y desterritorialización que activan sus cuantos; relaciones de conjugación que interrumpe sus aceleraciones y territorializa, segmentariza. "Pero, precisamente, siempre es el flujo más desterritorializado, según el primer aspecto, el que efectúa la acumulación o la conjunción de los procesos, determina la sobrecodificación y sirve de base a la reterritorialización, según el segundo aspecto. (...) Porque es máximo de desterritorialización, verdadero acelerador de partículas, efectúa también la reterritorialización de conjunto."

No, no hay claridad, pero tampoco parece haber preguntas a la altura de las circunstancias. Veremos la próxima, el miércoles 26 de agosto.

*[No se puede tratar de traducir todo lo que no comprendemos a los términos que creemos comprender; en primera instancia, porque lo que creemos comprender nos hace agua por todos lados...]*

Encuentro 37. [26, ago. 2020]
Un silencio ensordecedor llena la sala (incluso virtual). La lectura colectiva lo es en tanto encuentro de singularidades. Percibimos cambios en la intensidad de los cuantos, aceleraciones, ralentizamientos, atorbellinamientos, ... Encontrarse sin moverse es como viajar sin moverse. Pero ninguna de las dos "movidas" es sencilla de soportar. Hay que hacerse cargo. No se desfallece pero habrá que hacer agotamiento del cansancio para poder salir de este extraño lugar, tan familiar, tan tibio, tan arrullador.

Aspecto molar: sobrecodificación-reterritorialización; aspecto molecular: descodificación-desterritorialización. Hemos ha dicho que el primer aspecto sólo actúa, sólo encuentra asidero en el segundo, en lo más de lo segundo. De igual forma, que es en lo más de lo primero que bulle lo que permite o llama al segundo. Macropolítica y micropolítica, macrohistoria y microhistoria. Si la primera pareja no se dice según sus tamaños, de la segunda no podremos decir nada a partir de las duraciones. Se puede contar la breve historia de la línea sobrecodificada de segmentos, o la infinita historia del flujo mutante de cuantos.

"Buena o mala, la política y sus juicios siempre son molares, pero es lo molecular, con sus apreciaciones, quien la <<hace>>."

De tres tipos de segmentarizaciones, binaria-circular-lineal, fuimos llevados a dos tipos de segmentaridades, flexible y primitiva, moderna y dura; asistimos a una suerte de bautismo en el que el primer tipo será presentado como molar y el segundo como molecular, a lo que sigue el que el primero diga la micropolítica y el segundo la macropolítica. En cada momento un millón de particularidades y, por supuesto, la "presuposición recíproca", nos acompañaban. "Ahora estamos en mejores condiciones para dibujar un mapa. Si volvemos a dar a la palabra "línea" un sentido muy general, vemos, en efecto, que no sólo hay dos líneas, sino tres: 1) Una línea relativamente flexible de códigos y de territorialidades entretedijos (...), 2) Una línea dura, que procede a la organización dual de los segmentos (...); 3) Una o varias líneas de fuga expresadas en cuantos..." Al primer tipo es asociada la segmentaridad "primitiva", al segundo tipo el "aparato de Estado", al tercero la "máquina de guerra"(!) De nuevo, ninguna secuencia, ninguna evolución, "Más bien habría que hablar de un espacio en el que coexisten los tres tipos de líneas totalmente enmarañadas (...) [que] no sólo coexisten, sino que se transforman, pasan cada una a las otras." Incluso y mejor, en cada individuo. La singularidad también consiste en el enmarañamiento y la traducción simultánea de un tipo de línea en las otras.

Ninguno de los tres (nuevos!) tipos de líneas es inmediatamente lo micro, lo molecular; ni ninguno de ellos es tampoco lo macro, lo molar en sus respectivas totalidades. Pareciera, arriesgando mucho, trazarse un territorio que, de fotografiarse en el momento preciso (o simplemente pensado de manera puramente analítica), dejaría ver dos "zonas" y tres líneas-límites. Claramente la secuencia analítica se diría límite1-zona1-límite2-zona2-límite3, y se podría entonces esbozar como [línea dura]-[zona macro/molar]-[línea relativamente flexible]-[zona micro/molecular]-[línea(s) de fuga]. Aventuramos acá una topología casi fluvial, en la que zonas y líneas sólo se dicen por sus constantes intercambios, por sus permutaciones, por los tejidos sobre los que van avanzando sus amalgamientos.

Tal vez por eso, entonces, se nos ofertan de inmediato dos tipos de máquinas abstractas. El primer tipo, "de sobrecodificación", "que define una segmentaridad dura, una macrosegmentaridad", se efectuaría en la primera serie límite1-zona1-límite2; el segundo tipo, "de mutación", "que actúa por descodificación y desterritorialización", haría lo propio sobre la segunda serie, pero en sentido contrario, límite3-zona2-límite2. Máquinas que se encuentran, como no podría ser de otro modo, en todo el recorrido, trazando "todo un dominio de negociación, de traducción, de transducción específicamente molecular, en el que unas veces las líneas molares están ya trabajadas por fisuras y hendiduras, otras las líneas de fuga, atraídas hacia agujeros negros (...). Y todo eso se produce al mismo tiempo."

De lo anterior, que no está en el párrafo que se nos escapó acá arriba sino antes y a través suyo, se desprende que el asunto del "centro de poder" no pueda reducirse a ninguna de las dos zonas, ni a ninguna de las dos máquinas abstractas. El poder es un entramado tan molar como molecular y de ahí que el homenaje a Michel Foucault no pudiese faltar en estas páginas leídas. "Todo centro de poder tiene esos tres aspectos o esas tres zonas: 1) su zona de potencia, en relación con los segmentos de una línea sólida, dura; 2) su zona de indiscernibilidad, en relación con su difusión en un tejido microfísico; 3) su zona de impotencia, en relación con los flujos y cuantos que sólo puede convertir, sin llegar a controlarlos ni a determinarlos." Para más información, Vigilar y castigar. Vemos, al tratar de completar el mapa de múltiples transparencias, que "en cualquier caso, la primera zona del centro de poder está definida en el aparato de Estado, como agenciamiento que efectúa la máquina abstracta de sobrecodificación molar [campo límite1-zona1-límite2]; la segunda está definida en el tejido molecular en el que está inmerso ese agenciamiento [campo zona1/2-límite2-zona2/1]; la tercera está definida en la máquina abstracta de mutación, flujos y cuantos [campo límite3-zona2-límite2]."

Siempre hemos querido graficar todas estas cosas, superponer transparencias, hacer Forma(s) y Figura(s) que nos ayuden a ingresar en esta topología imposible. Hemos fracasado mil veces, habremos de saber fracasar mil más. Tal vez hasta la próxima vez, el miércoles 2 de septiembre, que nos juntemos frente a las pantallas a romper el silencio que nos inunda leyendo juntos.

*[Qué dureza tus flexibilidades; qué primitivos tus modernismos...]*

Encuentro 38. [2, sep. 2020]
Tomarle la temperatura un poco a la mesa, percibir desde cada esquina de la misma un potencial abismo, declarar los cansancios, los sinsabores, los agotamientos. Pero también las ganas, que reafirman cierto compromiso. Y, entonces, leer.

Recta final, colon irritable. Tienen que venir las respuestas, las salidas, las posibilidades. Falsa esperanza. Si ya hemos reconocido una "geología de la moral", nos hallamos en una suerte de "estratigrafía de la subjetivación"; y esto significa que, de haber esperanza, no puede ser dicha. En la recta final están, más bien, los peligros, las comunes interpretaciones que llevan a equívoco respecto de la radiografía de lo que somos que acá se nos ha efectuado. Habría que volver sobre todo el recorrido (vaya sorpresa): micro-Macro, primitivo-moderno, molecular-Molar, etc.; diferencia de naturalezas "pero" doble  implicación recíproca, distinciones no tamañológicas sino objetuales, etc. Y es allí, en ese rulo en el que al recordarlo todo se diría todo cada vez de una manera diferente, donde estos peligros adquieren consistencia.

Por un lado, el Miedo. Ante el encuentro, la irrupción, la sospecha de lo micro/molecular, miedo. Miedo de desintegración, miedo de perder consistencia, miedo del "sentimiento oceánico", y entonces vuelta al estrato (parejas binarias, centros inefables de resonancia, segmentos duros y claramente identificables): no, no soy muchas cosas a la vez, soy esto y no aquello, así y no asá, acá y no allá. Respirar profundo, abrazar y ser abrazado por el estrato. Tierra firme. Es el peligro de la paranoia que sólo encuentra alivio en seguridades absolutas (sabemos que el carácter absoluto de tales seguridades es siempre provisional, en provecho de la paranoia misma).

Pero también puede suceder lo contrario. Sacralizar el "trip", comprar la alucinación, militar el rizoma. El peligro acá es la Claridad. Soy capaz de ver la diferencia, de habitarla, de hablar el idioma de la multiplicidad y de la singularidad. Entonces me sé un flujo, una mutación constante en apertura ante el acontecimiento, y hago de esa desterritorialización, de esa desestratificación, una apenas (o estratégicamente) relativa, de modo que en donde estaba la paranoia quepan miles de pequeñísimas neurosis obsesivas que he de mimar y cuidar con piel y sangre. Soy muy "cool", pero si te metes con el orden de mis libros en mi biblioteca, te arranco la cabeza. La desterritorialización o la desestratificación adquiere un carácter negativo, pues es puesta a funcionar bajo el mismo axioma del estrato del que pretende fugarse.

En medio, aunque la topografía no permite trazados tan representativos, avanza otro peligro. El peligro que se llama Poder. Ante el afán de alinear micro y Macro, Molar y molecular, línea segmentaria dura y flexible, se distribuye sobre el espacio social un "modus operandi" totalitario que dibuja consignas de obligatorio cumplimiento. Hacerse cargo de la impotencia empuñando falos cada vez más violentos y deformados. El peligro no consiste sino en enceguecerse hasta el punto de no poder asumir ese grado (absolutamente constitutivo y también constituyente) de impotencia que, precisamente, es lo que hace de la operación previa al peligro-Poder un proceso en constante desarrollo.

Pero no podrían haber siempre tres, pues no estamos ante una dialéctica de ningún tipo. Un cuarto peligro, tal vez más horroroso que todos los precedentes (sólo "precedentes" desde el punto de vista del texto, pues no hay sino convivencia, interpenetración y asalto de unos a otros). Se trata del peligro llamado Hastío, "deseo de matar y de morir, Pasión de abolición." Tras haber liberado algunos electrones, la línea de fuga se puede decir como pura disponibilidad para el encuentro, para el agenciamiento; y entonces la tentación, en ese umbral de indiferenciación máxima, de singularidad absoluta, de intensidad pura, de arrasar con todo, incluso con lo que sea que quede del sí mismo allí en ese elemento liberado. Ante la posibilidad de "conexión", optar por la pura "conjunción" (no es Bifo el que habla, querides). Peligro Hastío que hace coincidir la línea de fuga (absoluta) con la máquina de guerra, que le ofrece la primera a la segunda.

Es este peligro, el Hastío, lo que sirve de prisma analítico para dar cuenta de los procesos en los que el fascismo toma al estado y lo hace coincidir con una máquina de guerra absoluta. El totalitarismo es el peligro del Poder, el fascismo lo es del Hastío. Aquel como pendulación entre lo micro y lo Macro, entre lo Molar y lo molecular, éste como molecularización de lo micro y consecuente toma molecular de lo Macro. Estado fascista, estado suicida.

Habría que hacer un esfuerzo para entender que todo esto, todo esto, opera simultáneamente a todo nivel, incluso al del individuo, y al de cada fragmentación pensable del sujeto... Porque no hay acá una diferencia de tamaño, sino de escala. [Tan-tán!]

Se nos abre una puerta muy particular. Un verbo que ha sido convertido en arenga... Qué dicha, qué dolor. Hemos de asumir lo paradógico que adviene, un camino que sólo se puede recorrer sabiendo que cada paso se da mucho más sobre el abismo al borde del camino que sobre el camino mismo. Un camino que no hace sino incitar(nos) a la falla (y que lo logra la más de las veces). Allí nos vemos, el miércoles 9 de septiembre a las 16hs de la París Suramericana.

*[Recordemos que muchos son los llamados, pero muy pocos los elegidos. O también, que "como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos"...]*

Encuentro 39. [9, sep. 2020]
Son pocos los textos que están tan vilipendiados. Por todas las lecturas que han convertido esta meseta en un panfleto apodíptico, posmoderno, militante, hacemos un minuto de silencio.

Hipótesis: en la más larga de las mesetas, pareciera haber una muy brillante manifestación de afectos, admiración y respeto respecto del pensamiento de Herni Bergson; manifestación que se podría estar siguiendo en ritmos, estructuras, en formas tanto como en contenidos. Y de inmediato, una alerta: en Bergson, el presente "no es". El pasado es lo que "es". El recuerdo, que acá itera e iterará, tiene estatuto ontológico de existencia, es (un) Ser. Nos encontramos entonces con "Recuerdos de...", un ser de un ser. Llamado de atención a propósito de la multiplicidad como sustantivo y ya no como adjetivo. La univocidad del ser nunca se dirá como Unicidad, sino como "compositum" metaestable de elementos en encuentro, en agenciamiento. Ser sólo se puede decir de seres.

No nos importa mucho si es así, si es verdad (palabra ya fea si las hay) o no; nos importará mucho más a dónde nos lleva, qué abre, cómo hace para conectar con lo que conecta... Nuestras preguntas tienen que vérselas también con el hecho de haber recorrido casi un cuarto de centena de páginas de esta vorágine. Ya no tantos "por qué...?" y cada vez más "cómo...?", más "hacia dónde...?", más "con qué...?"... Así sucede que se entabla una relación un tanto extraña entre un Ser-hombre y un Ser-ratón, una relación que parece poner en crisis los estatutos de ambos, que parece hacer emerger algo diferente a cualquiera de los dos y a su potencial suma. Ya ninguno es él mismo, pero tampoco por eso es reconocido en el otro, representado por el otro o ajeno a su propia voz. De hecho, en esa extraña convergencia pareciera esconderse lo que cada uno siempre ha sido, pero que no ha podido ser sino allí.

Sucede que la matriz de intercambio entre el Hombre y el Animal constituye una arquitectónica antropológica de corte estructuralista, que ha observado con cuidado los modos que tienen las "relaciones" entre animales, para crear posibles espejismos que den cuenta de las que establecerían los hombres con los animales, pero también los hombres con las mujeres, los hombres entre sí, etc. Un delirio estructuralista que pendula entre el modelo de la serie y el de la estructura. Dos estructuralismos, sin duda (como siempre los hubo, uno de cara mucho más antropológica, otro fagocitado y rumiado por el clan del prefijo "psi-"). "[E]l entendimiento simbólico sustituye la analogía de proporción por una analogía de proporcionalidad; la seriación por semejanzas, por una estructuración de las diferencias; la identificación de los términos, por una igualdad de las relaciones; las metamorfosis de la imaginación, por metáforas en el concepto; la gran continuidad naturaleza-cultura, por una falla profunda que distribuye correspondencias sin semenjanza entre las dos; la imitación de un modelo originario, por una mímesis primera y sin modelo."

Sucede que ninguna de estas modelaciones pueden dar cuenta de la modulación que al parecer caracterizó el encuentro entre ese Ser-hombre y ese Ser-ratón que se nos ha testimoniado. "Nada de lo precedente nos satisface, desde el punto de vista restringido que nos ocupa." Pero digámoslo en extenso, por favor, para que no haya malentendidos: ni analogía de proporción ni de proporcionalidad; ni series de semejanzas, ni estructuración de diferencias; ni identificación de términos, ni igualdad de relaciones; ni metamorfosis de la imaginación, ni metáforas en el concepto; ni la gran continuidad naturaleza-cultura, ni una falla profunda que distribuye correspondencias; ni imitación, ni mímesis. Batalla contra el estructuralismo. Y contra sus nociones, contra lo que en tanto tales tienen de regímenes de visibilidad, de saber (y, siempre, de poder). Batalla.

Habría un "entre" no topológico, sino cartográfico, que horada entre el modelo de la serie y el de la estructura, que destruye sus jergas. Todo se complica, se complejiza. "Devenir", en primera instancia, ¿es posible anteponerle artículo (sea este definido -"el"-, sea indefinido -"un"-) sin estar hablando ya de otra (no-)cosa? Devenir-ratón no sería lo mismo que "un devenir-ratón" ni que "el devenir-ratón". Encontraremos, sin embargo, estos usos aquí y allá. Lo que no dejará dudas es que Devenir se dice como "bloque de devenir(es)", como "bloque de percepción". Y, en ese sentido, diremos que aquello que se deviene (en nuestro ejemplo, "-ratón") no implica una realización en aquello que deviene. El animal devenido no llama inmediata ni necesariamente (de hecho, es necesario que no sea así) una efectuación "real" del animal. Devenir-ratón dice una alianza entre escalas, entre reinos ciento por ciento heterogéneos. No es la "realidad" del ratón del devenir lo que importará, sino únicamente la del devenir mismo. La realidad del devenir no depende ni está supeditada a la realidad de los términos. "El devenir no produce otra cosa que sí mismo." En ese "entre", lo que se establece es un cúmulo específico de relaciones entre poblaciones (duraciones, si se quiere, pues es esto lo único que hay realmente, siguiendo la hipótesis bergsoniana), relaciones que precisamente son las que le dan estatuto a los "algos", a los términos de la relación puestos en juego en el devenir mismo. (Releer despacio). "El devenir-animal del hombre es real, sin que sea real el animal que él deviene; y, simultáneamente, el devenir-otro del animal es real sin que ese otro sea real."

De la herencia y la filiación, al contagio y a la epidemia (la alianza). No hay estructuralismo que lo soporte. "[L]as sociedades están atravesadas por fenómenos "anómicos", que no son degradaciones del orden mítico, sino dinamismos irreductibles que trazan líneas de fuga, en implican otras formas de expresión que las del mito, incluso si se las repite...". Estamos en el reino de "el brujo y los devenires, que se expresan en los cuentos, y ya no en los ritos o en los mitos"

"Devenir es un verbo que tiene toda su consistencia; no se puede reducir, y no nos conduce a "parecer", ni "ser", ni "equivaler", ni "producir"." "[U]n devenir no tiene otro sujeto que sí mismo", "no tiene término, puesto que su término sólo existe a su vez incluido en otro devenir del que él es sujeto, y que coexiste, forma un bloque con el primero."

Todo lo que parezca es lo que no es. Excepto que nos encontraremos de nuevo el miércoles 16 de septiembre para continuar una lectura que nos revelará más y más de aquello que jamás nos hemos preguntado respecto de nosotros mismos.

*[No hay (que ser) un Beatle real para poder devenir realmente Beatle]*

Encuentro 40. [16, sep. 2020]
Si hay un libro que debiera venir acompañado de "contraindicaciones" y de "efectos secundarios", ese debería ser Mil mesetas. Poco a poco hemos aprendido a reconocer las fintas, las gambetas. Aparentes contradicciones que no se resuelven en un tercer elemento dialéctico, sino en la desactivación de los términos que componen el falso dilema de entrada. Acá, manada versus individuo, contagio versus alianza. Manada dice indiferenciación, mientras que individuo dice unicidad, excepcionalidad. Contagio y alianza están separados por el abismo de la voluntad! Pues resulta que no, que es en la falsación de cada uno de los contenidos que aprisionan esos términos donde (el) devenir constituye su propio y único objeto/sujeto.

Lo que siempre creímos que se oponía a la manada no es el individuo sino el anormal. Y es el polo opuesto del anormal el que acá resulta importante. Ahora bien, ese polo no es la manada, pues estaríamos encerrados en un columpio bipolar. El polo opuesto del anormal es el anomal. El anormal es el que contradice la regla, el raro en su extremo y que, por lo tanto "sólo puede definirse en función de caracteres, específicos o genéricos"; mientras que el anomal es el que, dentro de la manada, habita el punto de máxima desterritorialización de la misma, es "lo desigual, lo rugoso, la asperidad", por lo que constituye "una posición o un conjunto de posiciones con relación a una multiplicidad".

Así, pues, la segunda pareja. La alianza, que nos dice voluntad en el sentido de "volutas", de reflexividad, de conciencia, se hace acá con lo anomal, por lo que no puede arastrar consigo ninguna de esas ideas volitivas. La alianza con lo anomal de la manada (allí el individuo excepcional que lo es a pesar de sí mismo) es necesariamente efectuada a pesar de los sí mismos involucrados, es un contagio. La elección no es efectuada por un individuo sobre otro (cualquiera o específico), sino que es ella misma la que toma a los dos "inocentes" y los arrastra. Este arrastre constituye, precisamente, el ser del devenir.

"¿Cuál es exactamente la naturaleza del anomal? (...) El anomal (...) no tiene nada que ver con el individuo favorito, doméstico y psicoanalítico. (...) tampoco es un representante (...) no es ni individuo ni especie, sólo contiene afectos (...) Ni individuo ni especie, ¿qué es el anomal? Es un fenómeno de borde." Imposible no seguir la ondulación de la exposición, ¿cómo decirlo de otro modo, aún? "una multiplicidad se define, no por los elementos que la componen en extensión, ni por los caracteres que la componen en comprensión, sino por las líneas y las dimensiones que implica en "intensión"." Importa entonces el borde, la función de borde, la línea de borde, y al posición anomal que la traza: "posición periférica, que hace que ya no podamos saber si el anomal está todavía en la banda, ya está fuera de ella, o en su cambiante frontera." El mejor ejemplo: el brujo. Remitimos a las películas orientales para esto. Con el brujo, o al bruja si se quiere también, no es posible relación de filiación ni de herencia; e incluso cuando hayan familias de brujos y brujas, no es entre ellos y ellas que se establecerán los devenires animales de la manada, sino, precisamente, entre ellos y los miembros de una manada de la que no es fácil decir si es la suya o la del pueblo vecino. La relación es de alianza, de pacto, alianza o pacto que implica contagio, contagio que dice (el) devenir.

"Se dirá [entonces] que un devenir-animal es un asunto de brujería, 1) porque implica una primera relación de alianza con un demonio; 2) porque ese demonio ejerce la función de borde de una manada animal en la que el hombre entra o deviene, por contagio; 3) porque ese devenir implica una segunda alianza, con otro grupo humano; 4) porque este nuevo borde entre los dos grupos orienta el contagio entre el animal y el hombre en el seno de la manada." De allí que, por fuera de toda familia y de todo familiarismo, de toda religión y de toda religiosidad, de todo estado y de todo estatismo, todo devenir diga una política. Sin embargo, como toda política de lo minoritario, como toda política en cuyos orígenes está la "ruptura con las instituciones centrales, establecidas o que tratan de establecerse", no cesa de ser perseguida (y en ocasiones, por supuesto atrapada) por los estados, por las iglesias, por las familias. Incluso las sociedades primitivas implican esta captura. Creación de ejércitos nacionales, producción de santos, instauración de "alianzas" de clan; correspondencias totémicas o simbólicas. Allí las pistas. Punto a-parte.

El lugar que ocupan los devenires-animales en un continuum de devenires-mujer, devenires-niño, devenires-imperceptibles, deberá ser retomado cuando haya un nuevo encuentro "habitado por ondas innombrables y partículas raras". El miércoles 23 de septiembre procuraremos ese encuentro.

*[Devenir pullover del posestructuralismo]*

Encuentro 41 & 42. [23 y 30, sep. 2020]
Devenir colgado, devenir olvidadizo, devenir sobrepasado, devenir lista de tarea de pendientes que no se termina nunca de vaciar. Devenir y volver a venir, volver, devenir volver. Devenir retorno. Devenir como "continuum" de devenir(es). Devenir como puro medio, en medio, entre de otros muchos devenires que no son sustantivos sino verbos. Arjona, el gran profeta del devenir.

Una relación que vuelve a presentarse siempre de diferentes modos -allí como homenaje a Bergson, acá con dejos simondonianos-, entre devenir y multiplicidad, pide decirse como función de umbral que hace que la definición de una multiplicidad, así como la de devenir -no dada por los elementos que componen a una o a otro, sino conjugada por la intensidad, por las relaciones que establecen esos algos a los que la relación misma da carácter de existencia-, que implica que el cambio de un grado interno implique un cambio de naturaleza de aquella o de este en su conjunto, nos ofrezca también una luz en el camino. Se sigue una lógica, por supuesto; sin embargo, está lógica, la de los devenires, siempre se dirá como a-lógica, una lógica que ni expresa una racionalidad ni racionaliza. A-lógica en tanto "sobre la marcha" pone la pregunta sobre el funcionamiento de las conjunciones en acto. Funciona, no funciona, funciona, no funciona, me quiere, no me quiere... A-lógica de la alianza, del pacto que rompe y que se burla de la herencia, de la filiación, de la pertenencia permanente, necesaria, obligatoria, de la identidad. A-lógica porque experimentación. Experimentación prudente, reglada, tampoco "cualquier cosa". Hay que llegar a ese "no estilo" de poder experimentar.

Entonces emergen como burbujas de un líquido que hierve, unos modos de ser, experiencias de existencia que reclaman para sí unas formas de ser dichas que no caigan, que no declinen en aquello que se ha de llamar sujeto. Las intensidades puras, allí en el estado de encuentro múltiple, que no se pueden decir como sustancias, ni como sujetos. Se trata de "una tercera individualidad única que no se confunde con la del sujeto." Diríamos que los procesos de individuación pueden o no terminar en (así como pueden partir o no de, pero esto tal vez vuelva más adelante,) un sujeto. Cuando lo hace, estamos en el mundo del que se ha dicho ya demasiado, tal vez todo lo que se ha dicho se ha dicho de este mundo. Pero cuando no, estaríamos ante la presencia de "un grado, una intensidad [que] es un individuo, "Haecceidad", que se compone con otros grados, otras intensidades para formar otro individuo." Se trata de un modo de existencia que se encuentra entre dos, "entre las formas sustanciales y los sujetos determinados, "entre los dos", no sólo hay todo un ejercicio de transportes locales demoníacos, también hay un juego natural de haecceidades, grados, intensidades, acontecimientos, accidentes, que componen individuaciones totalmente diferentes de la individuación de los sujetos bien formados que las reciben."

Así pues, si en el devenir-animal del hombre poco importa la realidad del animal si se la comprara con la del devenir mismo, en ese mismo desplazamiento se interpela la realidad del devenir mismo como haecceidad, independiente de las sustancias (hombre, animal, etc.) o de los sujetos (Jorge, Fabiola, mi perrito, etc.) que en todo caso se ven involucrados en segunda o tercera instancia. Y es que no es entre los sujetos ni entre las formas sustanciales entre las que se da el encuentro que hace emerger un devenir; es entre las haecceidades que pueblan accidentalmente a aquellos y a estas, y en ese encuentro el devenir cobra su singularidad y vectoriza, arrastra, a las poblaciones enteras de las que aquellos grados o intensidades hacían parte, para componer entonces una nueva multimplicidad-devenir.

El deslizamiento de la lógica a la a-lógica, es ahora dicho como el que va de la organización a la composición. Se trata de componer, de hacer componible. Una obviedad si ha de mirarse desde los principios de experimentación y de "sobre la marcha" de los que hablábamos apenas hace ya muchos días. Los algos son desplazados en jerarquía por movimientos y reposos, por velocidades y lentitudes.

Para continuar la lectura, el miércoles 14 de octubre a la tarde, hemos de repetir cien veces ante el espejo horizontal del retrete abierto: "Incluso los fracasos forman parte del plan. Hay que tratar de pensar ese mundo en el que el plano fijo, que llamaremos de inmovilidad "o" de movimiento absolutos, está recorrido por elementos informales de velocidad relativa, que entran en tal o tal agenciamiento individuado según sus grados de velocidad y de lentitud."

Sólo así, sólo después de eso, podremos entender que el tren tiene un "hace-pipí".

*[Reirse sin entender el chiste es también un modo de naufragar]*

Encuentro 43. [21, oct. 2020]
Pausa, quietud, lejura. Nada de eso, sólo velocidades diferentes. Ralentizaciones, relaciones de cercanía bajo otros formatos. Eso es lo que define a una multiplicidad, su latitud y su longitud. Tipos y cantidad de elementos que la componen, tipos de relación que establecen según criterios de aceleración y de desaceleración, de reverberación y de apaciguamiento. Las relaciones de velocidad y de lentitud no solamente no implican forma ni función, sino que dicen los modos de lo infinito sin necesidad de ninguna trascendencia. Una materia que no por ser una es única, o que lo es en tanto unívoca, que es múltiple, singular. Y es que si ha de haber un Uno, será exclusivamente en el caso de que tal pueda concebirse como necesariamente sin fundamento.

De manera puramente intuitiva, pero no por eso menos certera, se nos adviene o se nos antoja que lo que acá se ha de llamar afecto no sólo tiene poco que ver con lo que se nos ha enseñado como sentimiento, sino que, y aún más importante quizá, puede que su filum respecto del "giro afectivo" se diga mucho más en términos de discontinuidad que de otra cosa. Afecto es dicho como una cierta capacidad funcional que deriva en órganos, y no a la inversa; lo que también puede decirse, guiñando spinozistamente, como que aquello que puede es lo que hace al individuo, y no al contrario.

En ese sentido, la Naturaleza no es lo dado, o en todo caso es lo dado en tanto conjunción de composiciones posibles entre participaciones contra-natura. La Naturaleza no es lo estabilizado que deriva del proceso, sino el proceso de estabilización, necesariamente atravesado y constituido por desestabilizaciones, metaestabilidades, tambaleos, experimentos; todos estos considerados "normalmente" como lo otro de la Naturaleza. Lo Uno, la Naturaleza, sufren (o gozan, diremos más bien) de osadas re-conceptualizaciones, incluso cuando a algunos tal operación irrite (o tal vez incluso debido a ello).

No se trata de imaginación, pues no hay fantasía ni imposibilidad en la lógica a-lógica de la Naturaleza de lo contra-natura. Se trata de lo maquinal, de la máquina que se opone al mecanismo. Y de nuevo entonces estamos ante esa oscura sección de todo esto que nos pide una explicación respecto de la volición acá involucrada o no. Lo pensamos también así: hacerse un CsO (el verbo es cuidadosamente propuesto, pues no es exclusivamente una acción de producción sino que implica una flexión, un pliegue del sujeto-devenido-objeto-pero-también-resultante-y-proyecto) implica necesariamente un plan (que no dice ningún fantasma, pues ¡no hay metáfora!) que debe entenderse como una serie de operaciones que tampoco pueden ser cualquiera, pero que tampoco permite generalización programática ni prospectiva sino que responde únicamente a la cartografía constante de las fuerzas, o mejor, de las relaciones y de los cambios que, respecto de las velocidades y las lentitudes, establecen los elementos (sin forma ni función) que hacen a la(s) multiplicidad(es) de tal y tal agenciamiento. La experimentación no es bajo ninguna circunstancia una especie de cualquierismo rococó. Se trata, si se quiere decir de algún modo, de abrir ciertos afectos a ciertas disponibilidades, a hacer propender que las condiciones de la composición sean más favorables, de acuerdo precisamente al ambiente de afectos y disponibilidades allí efectuado, a las de la organización.

Todavía no terminamos de resolver qué es lo que todo esto tiene que ver con "devenir". Al parecer los modos de individuación se diferencian no por las duraciones sino por las temporalidades que ponen en juego, aquellas con las que arriesgan los modos de existencia que de ellos surgen. Quepa entonces que las relaciones posibles entre temporalidades y duraciones recubren un carácter de independencia más o menos absoluta. Las cinco de la tarde, una temporalidad muy precisa, tiene duraciones variables (puede ser tan efímera como infinita, de acuerdo precisamente a las relaciones que establezca con variaciones de velocidad y lentitud de multiplicidades afectivamente disponibles de devenir).

De alguna forma extraña y fascinante, entonces, es tan feliz como desacertado sostener que "somos" haecceidades, puesto que aunque la carga de verdad del enunciado es altísima, el hecho de arrastrar la primera persona (así esta sea del plural) es ya una distorsión literalmente insoportable. Sin embargo, parece que se trata de un modo de comunicación entre al menos dos planos. Uno (a) que se dice como régimen de visibilidad y de enunciabilidad de sujetos y objetos, es decir de formas y funciones; y otro  (b) propiamente de haecceidades. Temporalidades radicalmente singulares entre las que se dan desplazamientos esquemáticos del tipo: del plan (a) al (b) en términos de devenires, del (b) al (a) en términos de composición (y eventualmente de organización). Todo este esquematismo muestra sus límites muy rápidamente:

"En efecto, habría que evitar una conciliación demasiado simple, como si por un lado hubiera sujetos formados, del tipo cosas o personas, y por otro, coordenadas espacio-temporales del tipo haecceidades. Pues poco concederéis a las haecceidades si no es dais cuenta de que sois una de ellas, de que no sois nada más que eso."

Así, retomaremos la polifonía de las lecturas en un impulso de trampolín el miércoles 28 de octubre a la tarde (o cuando sea la tarde en algún lugar del globo terráqueo).

*[Entretener es también un modo posesivo del "entre": Gilles supo desde chico que todo se trataba de "entretener", aunque eso significara ser visto como un pequeño payaso]*

Encuentros 44 y 45. [28, oct. & 4, nov. 2020]
Ni a Deleuze ni a Guattari les interesaba el arte como objeto; esto es, no era para ninguno una tarea entretenida hacer una Historia ni una Filosofía "del" arte. Sus constantes coqueteos con el teatro, la pintura, el cine, el performance, la literatura y la música siempre tuvieron y develaron una intención oblicua. Justo antes de acudir a un ejemplo o a un caso del campo artístico, hay una inquietud política, ética. Lo que hay en estas experiencias estéticas es del orden de los "gestos". Allí un pensamiento modal, o formal si se quiere (esto es, referente sobre todo a los modos, a las formas), predomina sobre uno más estructural (objeto, objetivo, etc.). Es en el campo artístico, devenido estético por la oblicuidad trazada por el modo de ser habitado por Deleuze y Guattari, donde "haecceidad" encontrará parientes cercanos, espejos en los qué devolver una silueta que necesitamos más nosotros que nadie. La literatura y el uso impersonal de los acontecimientos devenidos seres individuados; la música y el modo en que las estructuras dan paso (acompañando a veces, otras persiguiendo) a puras intensidades sonoras que se desprenden de ellas como encontrando su materialidad en la sensación de la que y en la que se hacen bloque.

Todo un juego acerca de qué hacer, una pregunta a la que esos términos (leninistas) le quedan ya muy chicos. Una pregunta que se reformula incansablemente, mostrando que su intención, más que recibir o encontrar una respuesta es construir la realidad de su propio devenir de acuerdo a las condiciones de experimentación concretas de las que es presa.

Naturaleza que se escribe con mayúscula para abrazar el artefacto, aparatos, herramientas, para liberar sus propios elementos en un plano que ya no sea el de la trascendencia, el orden, la estructura, la herencia, la funcionalidad, sino el de las velocidades, las intensidades. Naturaleza que no tiene nada de "natural", si por este adjetivo se tiene lo irremediable, lo automático, lo eterno, lo necesario. Naturaleza con mayúscula es lo que agujerea lo natural en tanto adjetivo. Naturaleza con mayúscula es tanto el plan como sus miles pequeños fracasos. "Ese perro flaco es la calle!"

"El plan no es principio de organización, sino medio de transporte. Ninguna forma se desarrola, ningún sujeto se forma, sino que afectos se desplazan y devenires se catapultan y forman un bloque, como el devenir-mujer de Aquiles y el devenir-perra de Pentesilea." Pentesilea, Aquiles, sujetos y formas que no son sino derivadas de un cierto recostamiento de pesos en un plano que no para de moverse. Una serie de errores en la Matrix.

Y es que este pensamiento modal no trata con los estilos, pues estos ya están demasiado fagocitados por las aceleraciones propias de los tiempos del espectáculo y de las pantallas. Lo que ofrecen entre luces de neón bajo el rubro de experiencias (que novedosamente reemplazan a los viejos productos) no lo son en absoluto. Son apenas acciones empaquetadas al vacío, sin posibilidad de errancia, con un Yo reafirmado y necesariamente reafirmado en cada punto del cronograma. No se puede saber lo que puede un cuerpo, pero no porque eso sea un gran misterio, sino porque saberlo vuelve a necesitar de una conciencia que lo sepa. Se trata de una trampa en la que se cae cayendo en la tentación de restablecer el Yo que tanto queremos. Invitación a ser reactivo. Yo, que puedo saber. No se puede saber porque la dinámica del "sinsentido" requiere que la pregunta imposible de plantear, más que de contestar. Se trata de hacer que la pregunta no tenga lugar, de des-hacer los sentidos (ahí el "sinsentido"), de ofrecer la mínima chance a aperturas a conexiones inéditas que ni parten ni pueden llegar a un Yo, por más que así lo ofrezca el folleto. Des-hacer los sentidos para devenir-sentido (el hígado de lo inefable no es jamás un órgano que poseemos, sino una experiencia que nos posee al punto de desintegrarnos). El bloque de sensación no es, por tanto, representativo, ni es reductible al diodo forma-fondo, ni ofrece jamás una figura.

Los planes/planos también y sobre todo son dos modos de aproximación al plano/plan; uno de trascendencia (o inmanente), que sólo es visible en lo que da pero que no hace parte de ninguna de sus atribuciones. Que lleva adelante operaciones de organización, de desarrollo; que por lo tanto se lee de modo estructural o genético, trabaja sobre formas y sujetos. El otro, de consistencia o composición traza únicamente relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud, y por eso es él mismo lo dado. Es todo lo que hace, todo lo que en él pasa es él mismo a la vez. No deja de expandirse pero no traza teleología de sí. Es todos los elementos no formados (haecceidades, afectos, fuerzas) que al mismo tiempo inventan y son algo así como expulsados de procesos de individuación sin sujeto. Las coordenadas de este plano son la longitud y la latitud, y lo que sucede entre estas coordenadas es del orden del agenciamiento.

Todo esto tiene que volver, una y otra vez, hasta que deje de ser canción, letra, teoría, y pueda ser espora que se integra al sistema límbico de la lectura-que-encuentra-átomos-de-nosotros-mismos-en-aquello-con-lo-que-resuena. El miércoles 11 de noviembre avanzaremos en esta espiral deviniente, juntos.

*[¿"Tesis-antítesis-síntesis"?, sólo hay una forma de superar eso... ]*

Encuentros 46 y 47. [11 & 18, nov. 2020]
Devenir no es verbo, ni sustantivo, no es hacer como, no es parecerse, no es imitar, no es metáfora, no es mímesis, no es casi nada, pero luego resulta que casi todo es un entramado de devenir(es). "...devenir no es imitar a algo o a alguien, no es identificarse con él, tampoco es proporcionar relaciones formales. Ninguna de esas dos figuras de analogía conviene al devenir, ni la imitación de un sujeto, no la proporcionalidad de una forma. Devenir es, a partir de las formas que se tiene, del sujeto que se es, de los órganos que se posee o de las funciones que se desempeña, extraer partículas, entre las que se instauran relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud, las más "próximas" a lo que se está deviniendo, y gracias a las cuales se deviene. En ese sentido, el devenir es el proceso del deseo. Ese principio de proximidad o de aproximación es muy particular, y no reintroduce ninguna analogía." Repetir 100 veces de pie, 100 sentado, otras 100 acostado y luego volver a empezar.

Es por eso que ¡"todos los devenires son ya moleculares"! Con eso debería bastar, pero resulta que hay que danzar esta pieza mil veces, todas de formas diferentes, todas como una primera vez, todas re-haciendo la música en cada paso, que a la vez es dictado cada vez por la música. La trama está toda efectuada por devenires, y en esta trama no existe un orden de progresión. De nuevo, se trata siempre de composición. El progreso es molar, la composición molecular.

Si hay una relación de reflexión entre las nociones de devenir y de haecceidad, es una pregunta que abre todos los umbrales a la vez, que nos arrastra con una fuerza que sobrepasa lo que nuestros cuerpos pueden. Un agujero negro, una preposición "des-" atravesando el espacio a velocidades infinitas. Sin embargo, es una pregunta que nos atrae, que no nos parece destinar a la muerte sino a un vitalismo no-humano desde el que y acerca del que ya no podríamos decir más nada (porque no habría una lingüística que lo soporte). Esta atracción nos dio de qué hablar. Pensamos en un umbral simultáneamente como una topología y como una operación de composición. En ese sentido, tal vez, devenir y haecceidad compartan algunas características, pero nos rehusamos a admitir que sean lo mismo. No podría ser tan fácil. Existe tal topología porque hay ciertas relaciones que se establecen, pero hay esas relaciones porque existe esta topología en la que se pueden establecer. Todo junto. Todojunto.

La molecularidad del devenir implica un desdibujamiento de las fronteras (entre lo humano y lo animal, por ejemplo) que no se evidencia en los sentidos (ya no se ve como un humano, ya se ve como un perro; ya no huele a perro, ya huele a humano, etc.) sino que adquiere consistencia en los bloques de percepción. Una imagen, un olor, sí, pueden ser, pero siempre que se desprendan y se independicen del sujeto que ve/huele, y de la forma vista/olida. ¿Sigue eso siendo una imagen, un olor...? Lo que se desdibuja es la frontera molecular de los reinos de los que la realidad del devenir arranca y arrastra partículas para componer-se y re-componer las composiciones de aquellos arrastrados/arrasados/arrancados. De allí que, más de seis docenas de páginas atrás, se dijera que "todo ha cambiado" porque/y/aunque "nada ha pasado". Ahora estamos en capacidad (o en trance, más bien) de poder asir todo lo que esa escena traía consigo. Las cosas que pasan, y allí ya está dicho todo, pasan "en" los reinos, reinos de formas dadas, de sujetos definidos, en lo molar. Pero aquello que cambia es de otro orden, y sólo de otro orden podría ser: del del devenir, de lo molecular. Recuerdos que nos hace recordar este recuerdo de una molécula. Llegamos a un callejón que conocemos bien: "todos los devenires son ya moleculares". Lo que pasa pasa en el plano de la organización, de los estratos; lo que cambia cambia en el de la composición, el de las partículas. La vida jamás será lo mismo después de... aunque nada haya pasado. Todo ha cambiado "porque" nada ha pasado.

La realidad, la realidad en la que algo cambia, no es la realidad de las formas ni de los sujetos; otro callejón conocido: la realidad más real es la realidad del devenir ("Realidad del devenir-animal, sin importar que uno devenga animal en realidad."). Una operación similar encontraremos respecto de aquello que se llamará Naturaleza. Pero ya habrá tiempo para esto. Todas las categorías se nos escurren entre los dedos tanto como ganan en potencia y precisión. Devenir, aquello que implica, se puede decir también como una "inhumanidad vivida inmediatamente en el cuerpo como tal". Esto habría que retenerlo, porque consideramos que su importancia late en las profundidades y que habremos de prepararnos para el momento de su erupción (paradoja: por su imprevisibilidad, la preparación se hace principio ético).

La molécula recuerda que si hemos de pensar esto, hemos también de llevarlo adelante, o al frente, o adentro... "si esto es verdad, también es válido para las cosas humanas...". De acá una montaña rusa (curiosidad geopolítica como pocas, esa nominalización) nos enrostra un plano tan conocido que hemos dejado ya de ver hace mucho. Extrañamiento a martillazos, podría decirse. De 1980 a hoy casi ninguna de las palabras, ninguna de las frases, pero tampoco ninguno de los ritmos que atraviesan a las primeras tanto como a las segundas, ha perdido vigencia. En esos tiempos, los oídos no estaban preparados para tales estruendos; hoy, ya están demasiado taponados para poder escuchar. Siempre llegaremos tarde, siempre en el desierto cuando de hacer de estas flechas un territorio de debate se trate. Mil mesetas, la meseta de los devenires, los recuerdos de la molécula, estas anotaciones sobre el devenir-mujer, son todos ejercicios o experimentaciones prácticas de interrupción del tiempo de Cronos y pulsa en su interrupción un tiempo Aiôn. El texto es un homenaje rítmico a Bergson porque está narrado en tiempo Aiôn, porque sólo nos permite accesar tras un pacto con esa temporalidad, con estos ritmos, sus aceleraciones y ralentizaciones, con ese "llegar siempre tarde" a una cita que jamás se hizo y que jamás se podría hacer. A encontrar, por fin, una soledad, un desierto para la creación, el pensamiento...

No se trata de negar la molaridad, ni de establecer un intercambio jerárquico entre ella y la molecularidad, ni de decirle sus fallas, sus carencias, sus errores. No se puede vencer a Edipo edipizándolo. Ellos lo vieron, demasiado tarde (como no podría ser de otra forma). Se trata de marcar un deslizamiento (y de ahí el baile que mil veces no agota), de trazar una zona de visibilidad y de decibilidad de y para aquello que la molaridad, lo macro, etc., no puede o no permite o no le conviene. Las luchas identitarias son lo que son, y eso debería decirlo todo. Allí todo pasa, pero por lo mismo, allí casi nada puede cambiar. "Por supuesto, es indispensable que las mujeres hagan una política molar, en función de una conquista que realizan de su propio organismo, de su propia historia, de su propia subjetivación [organismo, historia, subjetivación: todas categorías molares, del plano de organización]... Pero es peligroso adaptarse a un sujeto de este tipo, que no funciona sin agotar una fuente o frenar un flujo. A menudo, el canto de la vida lo entonan las mujeres más secas, movidas por un resentimiento, una voluntad de poder y un frío maternalismo." Sonreímos con un poco de miedo. Pero allí no termina todo (sobra decir que en el lugar de la palabra "mujer" podríamos poner cualquier otra más "de moda" o menos "políticamente incorrecta"... ¡da igual!), pues se nos llama la atención no sólo respecto de las luchas identitarias (siempre e inevitablemente molares) sino sobre las pulsaciones de inclusión. Ningún relativismo, ningún multi-, trans-, inter-, podrá tampoco agenciar un cambio. Composición, una y mil veces. Composición que no es conciliación porque es pacto, pacto brujo, pacto anomal. "Hay, pues, que concebir una política femenina molecular, que se insinúa en los enfrentamientos molares y pasa bajo ellos, o a través de ellos." Hay tanto en juego aquí, allí, ahora...

Leemos estos llamados de atención desde este pacto bergsoniano, desde el desierto de nuestros propios estratos, desde nuestras molaridades más expuestas... porque no puede no ser así. No hay devenir molecular sino por y a partir de una relación que se entabla con y en lo molar. Nuestra historia, como nuestro organismo y nuestra subjetivación, son tramas ya desde el vamos molares. Soñar con una "tabula rasa" desde la que lo molecular se diga sin lo molar. Fanatismos y militancias tristes, muy tristes. Se nos abren en frente, atrás, en la piel, posibilidades de trazar más bien (tras)pasos del plano de organización al de consistencia, (tras)pasos que necesariamente estarán todo el tiempo respondidos por otros proporcionales y cada vez más fuertes hacia, de vuelta, el plano de organización. No hay fórmula, porque esa "inhumanidad vivida" no se dice sino en los instantes de su efectuación. No se habita el tiempo de Aiôn cronológicamente, aunque se pueda traspasar el tiempo de Cronos, arrastrarlo o al menos desorientarlo aiônicamente...

La importancia de este devenir-mujer ("la mujer como entidad molar "tiene que devenir-mujer", para que el hombre también lo devenga o pueda devenirlo.") radica en que "todos los devenires comienzan y pasan por el devenir-mujer. Es la llave de los otros devenires." De ahí que las estrategias de camuflaje en el hombre de la guerra, de travestismo y de disfrás en las sociedades primitivas ya lo tracen molecularmente. No queriendo ser una mujer, sino arrancando partículas de la masculinidad molar y poniéndolas a disposición de composiciones Naturales (esto es, contra-natura).

Siempre podríamos seguir y seguir... pero seguiremos en la mesa que emerge cuando nos encontramos, en la que volverá a emerger cuando nos encontremos el miércoles 25 de noviembre...

*[<<Los devenires-animales son fundamentalmente de otra potencia, puesto que su realidad no radica en el animal que se imitaría o al que se correspondería, sino en sí mismos, en lo que de pronto se apodera de nosotros y nos hace devenir, un "entorno", una "indiscernibilidad", que extrae del animal algo común, mucho más que cualquier domesticación, que cualquier utilización, que cualquier imitación: "La Bestia".>>]*

Encuentro 48. [25, nov. 2020]
Se nos anuncia una suerte de tejido, de hilado de devenires que no se traduce teleológicamente. Todo devenir es molecular y sólo molecular puede serlo. Todo devenir empieza y/o pasa por un devenir-mujer, se precipita hacia un devenir-animal y se acelera en dirección de un devenir-imperceptible. Esta ordenación, marcada por esas tendencias que la voz no puede evitar fácilmente, no dicen teleología.

La cuestión acá es preguntarnos por ese imperceptible, esa imperceptibilidad de lo imperceptible. Un poco como cuando Foucault, que a su vez recordaba a Blanchot, escribe respecto de la "ficción" en "El pensamiento del afuera": <<Así pues, la ficción consiste no en hacer ver lo invisible, sino en hacer ver hasta qué punto es invisible la invisibilidad de lo visible.>>. Nosotros no lo entendemos del todo, pero sospechamos una suerte de superposición de transparencias que dejarían ver algunas correspondencias (siempre transitorias, siempre puramente pedagógicas -pero tampoco menos que eso-) entre, por un lado, el plan de organización, de trascendencia (de inmanencia también en cierto sentido) y los procesos de significación, organización y subjetivación; y por otro, entre el plan de composición, de inmanencia (en otro sentido), la operación "a-" (asignificante, anorgánico, asubjetivo) y esta aceleración a partir de la cual se hace ahora posible asir una imperceptibilidad (¿anorgánica?), una indescirnibilidad (¿asignificante?) y una impersonalidad (¿asubjetiva?).

De alguna forma, se trata de un nuevo plano (que a la vez no es sino un modo de encarar el único plano) o de uno de sus bordes. Si en el de organización son visibles las formas y los sujetos, y en el composición las fuerzas, las haecceidades; ahora en este triángulo "a-" todo se tratará de movimientos. Pero no del movimiento de una cosa que se desplaza (verificación del movimiento en el plano de organización) y ni siquiera de las componentes vectoriales que otorgan propiedades al movimiento (haecceidades en el plano de composición), sino del movimiento en sí mismo. Nosotros no lo entendemos del todo.

Es allí cuando se nos invita, se nos incita, casi se nos impone un devenir-imperceptible que se dice como un llegar-a-ser-como-todo-el-mundo. Muchas palabras, tantos malentendidos. De ahí que nos habilitemos a aventurar uno más. Todo el mundo puede leerse al menos de dos formas: la primera, más coloquial, implica la suma de los individuos y denota una media, un promedio, una invisibilidad por asimilación respecto de las líneas de lo mayor. Allí, devenir como todo el mundo es asimilarse a la masa, a la mayoría, a la cualquieridad. Y bueno, un poco de eso debe haber también. Sin embargo, por otro lado, puede hacerse también una lectura menos coloquial en la que todo el mundo sea más bien el mundo todo. Entonces se trata de hacer del mundo todo un devenir, de crear un mundo, de hacer del mundo (otrora llamado también CsO, partícula loca, ...) un devenir posible para un yo que en ese mismo movimiento se desvanece por aceleración. La pantera rosa, en ese sentido, no se indistingue en medio de la gente, sino a pesar de la gente. Su devenir no es el de la masa de individuos, sino el del mundo mismo que ella pinta de su color no para encontrarse sino para alcanzar esa impersonalidad, acaso también esa indiscernibilidad (de nuevo, no respecto de la masa de individuos sino del mundo todo), esa imperceptibilidad. Se nos dice que todo esto se trata de una especie de eliminación de la molaridad de todo el mundo, para devenir el mundo todo en sus molecularidades increíblemente aceleradas... Saturación: eliminar-ponerlo todo.

Lo imperceptible, entonces, es lo que llama a una percepción de lo que la percepción no es capaz. No se trata de convertir en perceptible lo que no lo es, sino de efectuar un movimiento mucho más elegante respecto del sistema mismo de la percepción. Lo percibible y lo que no lo es son tales como efectos de un corte de y en el plano de organización, que en su efectuación enuncia y anuncia que lo percibible sólo lo puede ser en los términos de las formas y de los sujetos. Autoprofética la operación del plano de organización que se autoproduce como bastión de medición de su propia exterioridad, de sus potenciales otredades, cortando así precisamente el hecho de ser una operación. Lo perceptible lo es por arbitrariedad, contingencia, y por lo tanto también la percepción tal y como es producida por el mismo corte. Ahora, "la percepción ya no estará en la relación entre un sujeto y un objeto, sino en el movimiento que sirve de límite a esa relación, en el período que va asociado a ella. La percepción se verá confrontada a su propio límite; estará entre las cosas, en el conjunto de su propio entorno, como la presencia de una haecceidad en otra, la aprehensión de la una por la otra o el paso de la una a la otra: sólo mirar los movimientos."

Una percepción que no sólo deja de depender del sujeto que percibe y de la cosa percibida, sino que además se suelta del lazo de las fuerzas que la impulsan o la constituyen. Una percepción que se dice deslizamiento en el momento en que "lo imperceptible deviene algo necesariamente percibido, al mismo tiempo que la percepción deviene necesariamente molecular...". Así, la percepción que emerge, la molecular, la de lo imperceptible necesariamente percibido, se dice como el doble efecto que "da a la percepción la potencia molecular de captar microfenómenos, microoperaciones, y a lo percibido, la fuerza de emitir partículas aceleradas o frenadas, según un tiempo flotante que ya no es el nuestro y haecceidades que ya no son de este mundo (...) Todo un trabajo rizomático de la percepción, el momento en el que deseo y percepción se confunden."

El miércoles 2 de diciembre, a 3 días de cumplir un año desde que emprendimos este viaje, nos encontraremos de nuevo!

*[El saquito y otras banalidades que les permitían hablar de un devenir-imperceptible...]*

Encuentros 49-52. [2, 9, 16 y 23, dic. 2020]
Se nos había llamado a "cambiar la percepción"; un llamado que comportaba una complejidad importante, puesto que al final de lo que se trataba era de poner en tela de juicio la percepción misma, nada más que un recorte en el continuum sensible. Ahora sucede algo similar: ¿por qué seguir hablando de causalidad, si se pretende llamar la atención sobre las limitaciones de lo arborescente? Se nos dice en una misma línea que no hay infraestructura, sino línea abstracta de causalidad (línea de fuga), que es movimiento de desterritorialización, siempre "previo". Hemos convenido, tras mucho hablarlo y releerlo, que esta línea abstracta de causalidad no es explicativa, precisamente porque es acontecimental. No se puede huir de la causalidad simplemente abrazando la casualidad. El perspectivismo no es un relativismo, etc. Entonces hay causas, por supuesto, pero estas causas no son ni infraestructurales, ni superestructurales, sino acontecimentales. Causas retroactivas que producen retroactivamente sus propios precursores oscuros, siempre provisionales, siempre situacionales, siempre en el movimiento, en las velocidades y lentitudes... "la experimentación sustituye a la interpretación...". De allí que tampoco se niegue el inconsciente, sino que se señale constantemente su carácter artificial: "el inconsciente no hay que encontrarlo, hay que construirlo. (...) el inconsciente está, o más bien se produce, allí donde va la conciencia arrastrada por el plan."

El cambio de percepción, como la causalidad acontecimental, nos hablan de un plano en el que nada deja de moverse, en el que ningún proyecto puede llevarse a fin, en el que desatar un nudo es algo inmediatamente perseguido por el atador, pero también viceversa. La dramatización no es tragedia, no es dramatismo. Esta danza constante en y del plano mismo trae consigo sobre todo una posibilidad renovada respecto de la existencia misma. Una existencia que no es pesimista sino que, como diría Foucault, tiene realmente en cuenta los riesgos, contempla el fracaso como parte del plan mismo. Se arrastrado por fuerzas de las que no somos dueños, producir otras que se precipiten en su emancipación sobre nosotros mismos, restituyendo un "yo" para luego derribarlo mortalmente, la multiplicación de las cancerosidades, enquistamienrtos de potencias de muy alta intensidad que fueron o que pueden ser vueltas sobre sí por agujeros negros que siempre se desplazan sobre el plano. Riesgos que se convierten en los errores del drogadicto: "Los drogadictos no cesan de recaer en lo que trataban de evitar: una segmentaridad más dura a fuerza de ser marginal, una territorialización tanto más artificial cuanto que se hace de sustancias químicas, formas alucinatorias y subjetivaciones fantasmáticas." No es la droga la que debe abrir el plano, sino que es el plano y sus velocidades lo que produce sus drogas como instrumentos de tránsito y deslizamiento, de aceleración, sus pasos de baile al mismo tiempo que su ritmo. "No es un problema de modelo, todos los modelos son molares", "las razones maquínicas no tienen nada que ver con razones o posibilidades lógicas. Uno no se adapta a un modelo, sino que monta un caballo."

La meseta del devenir deviene-devenir. Inescrupulosamente, aquello de lo que habla y cómo lo hace se indistinguen sin que nos percatemos de cómo o cuándo. Una empleada del correo se percataba de que nada ha pasado, y que por ello mismo todo había cambiado. Se encontraba siendo arremolinada por una fuerza que la llevaba a ese estado de ya no tener nada qué ocultar, de imperceptibilidad absoluta respecto de sí misma. Ya nada volvería a ser igual, aunque o tal vez porque todo seguiría el rumbo que debía seguir desde el principio. El secreto había dejado de ser un "sucio secretito" para convertirse en lo indecible de la indecibilidad misma. Devenir-secreto. Porque el secreto no es lo que es ocultado, un contenido ritualizado en el silencio, sino que desborda tal dimensión para hacerse también forma de esa indecibilidad. E inmediatamente modo de resguardarlo, y de buscarlo, y de encontrarlo y de transformarlo según se siga la observación del sistema secreto del secreto. Devenir-secreto como coronar esas velocidades; forma infinita del secreto, velocidad infinita del secreto: total quietud. Imperceptibilidad. Devenir-secreto de un devenir-mujer; devenir-mujer como devenir-secreto. Entre más se lo coloque como modo de estructuración de esta u otra dinámica, más molecularizado deviene en su realidad, la única que importa realmente. Todo un camino "de la eminencia gris a la inmanencia gris." "En el secreto, lo fundamental no es tanto sus tres estados, contenido infantil, forma infinita viril, pura línea femenina, como los devenires que van unidos a él, el devenir-niño del secreto, su devenir-femenino, su devenir-molecular." Aventuramos entonces un hallazgo en el camino epistemológico: si con el Doctor se trataba de una estructura estructurada por la respuesta, con el Maestro es la pregunta lo que ordena el mapa. Estaríamos ante un nuevo desplazamiento, de la pregunta al preguntar(se). Tan claro como esto, tan poco como eso.

Punto y aparte. Mayoría, minoría, mayoritario, minoritario... gran huracán que pareciera ofrecernos respuestas a preguntas que sobrevuelan nuestras lecturas como cóndores esperando pacientemente su momento. Sin embargo, las respuestas quedaron atrás, con el Doctor, y las preguntas con el Maestro. Acá lo que se nos ofrece es del orden del preguntar(se) mismo. Qué desilusión para quienes siguen resguardando esperanza y fe. Las explicaciones matemáticas sobran. Mayoría y minoría no expresan cantidades sino posiciones relativas a las operaciones de ordenamiento del sistema determinado. Mayoría y minoría no ofrecen alternativas, pues son dos polos del mismo imán. De hecho, casi todo lo que existe efectivamente constituye minoría, así sea la parte más grande. Así lo seamos. Hasta ahí la parte fácil. La oposición no es entre mayoría y minoría: "no hay que confundir <<minoritario>> en tanto que devenir o proceso, y <<minoría>> como conjunto o estado. Los judíos, los gitanos, etc., pueden formar minorías en tales o tales condiciones; pero eso no es suficiente para convertirlos en devenires. Uno se reterritorializa, o se deja reterritorializar en una minoría como estado; pero se desterritorializa en un devenir. (...) Incluso los judíos tienen que devenir-judío (por supuesto, no basta con un estado)." Se trata siempre de la operación "n-1" en la que no caben las audaces "definiciones" de objeto (las de sujeto las hemos abandonado ya hace mucho); una operación de des-definición, si se quiere, de extraer de la operación que totaliza el acto totalizador, tanto si totaliza en una mayoría como si lo hace en una minoría. Mayoría es hombre-blanco-adulto-macho... y por eso, "En cierto sentido, el sujeto de un devenir siempre es <<hombre>>; pero sólo es ese sujeto si entra en un devenir-minoritario que lo arranca de su identidad mayor." Así, la minoría puede operar como punto desde el que se traza la línea de un devenir minoritario, pero no es sino trazando esta línea que se entra en este devenir. En ese trazado, en ese movimiento, el sujeto (siempre "hombre, blanco, adulto, macho...") es sustraído de la mayoría (operación "n-1") al tiempo que el agente del trazado (minoría) sale de la minoría misma. Devenir-minoritario no es minoría, sino un arrastre que hace la realidad misma del devenir tanto de la mayoría totalizante como de la minoría que le sirve de medio. El devenir-animal del hombre no pertenece a aquel animal.

El trabajo es necesaria e inevitablemente micropolítico y, por tanto, a-histórico. En la Historia, el trazado siempre apunta a una conquista, a un enriquecimiento de la posición propia (mayoría o minoría, ya sabemos que son parte de un mismo sistema de distribución de diferenciales). "Contrariamente a la historia, el devenir no debe pensarse en términos de pasado y de futuro. (...) La historia siempre es de la mayoría, o de minorías definidas con relación a la mayoría." En el sistema Mayoría-minoría el punto sobredetemrina la línea, las pone siempre a trazarse de uno a otro, a iniciar en uno, a detenerse en otro. La línea está supeditada al punto, se trata del sistema punto. Aquí una nueva forma de ver la arborescencia, no como la ausencia de líneas, pues sería tan ingenuo como amañado, sino como la dependencia de éstas respecto de aquel. La historia es el trazado que hace el sistema arborescente entre los recuerdos-puntos; una memoria. La anti-memoria, por otro lado, no responde a este esquema, ni a estos ritmos. La anti-memoria es el sistema de las líneas que se independizan de los puntos, que no dependen de ellos, y que incluso subvierte la relación entre estos y aquellas. La anti-memoria acá como línea de devenir que no une puntos, sino que pasa entre ellos, arrastrándolos en su camino a otras posiciones, en su propia diferencia. Esa inorganicidad del movimiento que llamaba al cambio de percepción, es precisamente la naturaleza de la línea de devenir, que es un acelerado, una velocidad absoluta. "Un devenir no es ni uno ni dos, ni relación de los dos, sino entre-dos, frontera o línea de fuga, de caída, perpendicular a las dos." Dos sistemas, uno con sus bloques de infancia y sus devenires-niño; otro con sus recuerdos de infancia (tan molares, tan minoría). "Si la línea se opone al punto, no lo hace de una manera absoluta: un sistema puntual implica una cierta utilización de las líneas, y el bloque asigna al punto nuevas funciones."

Sistema puntual, en el que las líneas sirven de coordenada de localización. Líneas horizontales y verticales, que se pueden desplazar vertical y horizontalmente (respectivamente), trazando entre los puntos relaciones de ubicación incluso diagonales. "Estos sistemas son arborescentes, memoriales, molares, estructurales, de territorialización o reterritorialización." El sistema lineal, o multilineal, libera la línea, la diagonal, respecto del punto, tomando su referencia como un trampolín a partir del que se puede huir de todo su reino. Metamorfosear el sistema puntual, hacerlo multilineal. Siempre en un juego constante en el que "todo vuelve siempre a la Historia, pero nunca ha surgido de ella", un juego en el que se marca enfáticamente esa preeminencia del trazado sobre el plan, sobre el proyecto. De allí que el sistema multilineal sea un a-sistema y prontamente llamado más bien agenciamiento multilineal. Agenciamiento como pase de manos, nunca eterno siempre devenir, mutación, metamorfosis que no se efectúa en ninguna idea de éxito o de triunfo, sino en la aceleración misma que implica un movimiento al que habrá que reaccionar de ser el caso. Se trata del acto de creación, que no puede sino ser transhistórico, ir a contrapelo, pasar por la línea liberada (o liberar líneas). "Las creaciones son como las líneas abstractas mutantes que se han liberado de la tarea de representar un mundo, precisamente porque agencian un nuevo tipo de realidad que la historia sólo puede recuperar o volver a situar en los sistemas más puntuales."

La música y la pintura, dos terrenos que nos exceden por mucho, parecerían al mismo tiempo ser buenos ejemplos y emerger de estas operaciones entre los sistemas puntuales y los agenciamientos multilineales. Pareciera que -empezamos a titubear por inexperiencia, por desconocimiento, por complejidad- los sistemas de coordenadas, tanto sonoro-musicales como pictórico-formales, comportarían sistemas puntuales que sirven para definir un marco de referencia, de acción, para establecer coordenadas para la representación, para la historia, para los recuerdos posibles. Sin embargo parecería que sobre ese sistema se ejecutan, se efectúan, no demasiado a menudo aunque tampoco "cada muerte de obispo", torsiones, mutaciones, metamorfoseos lo suficientemente veloces como para hacer saltar al sistema puntual sin destruirlo. Creaciones musicales que "en" el sistema de la música trazan su exterioridad más radical; pinturas que "en" el mundo de las figuras y de las formas hacen descorrer aquello que ha convertido las líneas de fuga en efectos de profundidad y de perspectiva. Estas operaciones, estas manipulaciones de los sistemas puntuales arrastran las referencias (sin borrarlas) a velocidades para las que no están hechas. Transformaciones corporales de la música y de la pintura, del mundo de los sonidos y del de las formas.

La línea del sistema multinlineal, la línea-bloque que desterritorializa al punto, que lo pone bajo sus velocidades, constituyen un devenir musical al nivel de la expresión. Las coordenadas verticales y horizontales, sistemas métricos musicales, pentagramas, acordes, tiempos, tempos, son elementos que posicionan puntos y trazan líneas sonoras entre ellos. La línea-bloque constituye un pase mediante el cual se invierte esta relación de poder (dixit. Foucault) para liberar la línea y poner a los puntos a girar en torno suyo. Tal es el devenir musical al nivel de la expresión. A este nivel debería corresponder, así fuese metamorfoseado, uno del contenido. ¿Qué elemento de territorialización, territorializado, del universo sonoro, será puesto a girar locamente para terminar de trazar el devenir musical en el nivel del contenido? El Ritornelo. Já! Jamás pensamos una respuesta tan precisa, tal vez porque no lo es tanto. "Diríamos que el <<ritornelo>> es el contenido propiamente musical, el bloque de contenido propio de la música." Pero no se trata acá del motivo musical (angustia, miedo, alegría, amor, trabajo, manera de andar, territorio...), porque el ritornelo se dice como "el contenido más esencial y más necesario de la música". Pero tampoco se trata de postular al ritornelo como el origen de la música: "la música toma, se apodera del ritornelo como contenido en una forma de expresión, porque forma un bloque con él para llevarlo a otro sitio." El ritornelo no es música, pero es tomado por ella, desterritorializado por ella, para trazar su propio devenir. "La música somete al ritornelo a ese tratamiento tan especial de la diagonal o de la transversal, lo arranca de su territorialidad. La música es la operación activa, creadora, que consiste en desterritorializar el ritornelo. Mientras que el ritornelo es esencialmente territorial, territorializante o reterritorializante, la música lo convierte en un contenido desterritorializado para una forma de expresión desterritorializante."

Y pareciera que en la pintura sucede algo similar, pero no inmediatamente equiparable. El sistema rostro-paisaje está ya en el lienzo, pre-figurando no sólo todos los contenidos sino todas las formas de expresión disponibles. El trazo está ya rostrificado antes de ejecutarse. Así pues, si en la música el ritornelo es el problema que convoca la creación, en la pintura será el problema <<rostro-paisaje>> el que lo haga. "La pintura siempre ha tenido como finalidad la desterritorialización de los rostros y paisajes, bien por la reactivación de la corporeidad, bien por la liberación de las líneas o de los colores, las dos cosas a la vez." Y es que activar el cuerpo, o liberar líneas o colores son modos de la operación "n-1", en el sentido de liberar los componentes que el rostro, o que el paisaje, han organizado obturando cualquier dinámica ajena a la suya propia.

Hemos de volver una y otra vez sobre estos asuntos que se nos ofrecen cada vez más complejos. Devenir deviniendo-devenir. Una oda a Bergson. El miércoles 30 de diciembre nos volveremos a ver las páginas de este ejercicio lector.

*[Feliz segmentaridad y próspero plan sobre el planeta...]*

Encuentro 53. [30, dic. 2020]
Devenir-música no pareciera devenir músico (afortunadamente, tal vez). Habían los sistemas puntuales, y los sistemas lineales. Necesariamente estos últimos serían multilineales. En ambos hay tanto puntos como líneas, lo que cambia es la relación real entre ellos. En el sistema puntual, los puntos organizan las líneas, las posibilitan, las amansan, las domestican. Todas las líneas irán de un punto a otro, unirán, distanciarán o acercarán puntos a velocidades dictadas también por los puntos, por sus puntuaciones. Se trata del esquema pared balnca-agujero negro, siendo los puntos agujeros. En el sistema lineal sucede que las líneas se liberan del régimen puntual y ya no dependen de sus coordenadas. Se liberan trazos del trazamiento. No dejan de existir los puntos, pero estos serán ya no inicio y fin, origen y destino de las líneas, sino que estas últimas pasarán entre ellos, siempre haciendo emerger su "entre", llevándoselos, arrastrándolos a unas puntualizaciones que les son impropias. Las líneas del sistema multilineal no tienen un origen ni un destino, son siempre el "en medio" de sí mismas. Todo eso dirá el nivel de la expresión del bloque de devenir música. El de contenido, que completaría el bloque, estará marcado por el ritornelo.

Elemento territorial, territorializante, reterritorializador; el ritornelo es sometido a un tratamiento diagonal o transversal que lo arranca de su territorialidad. Habíamos ya dicho algo sobre la operación rostro-paisaje propia de la pintura y su relación con esta, la problemática del ritornelo para la música. Se nos antojaba decir que, si acaso se parecen, sería sólo en términos puntuales, del sistema puntual; nunca por el sistema lineal de sus contenidos. La música se dedica a "desterritorializar el ritornelo, inventar líneas de desterritorialización para el ritornelo, [e] implica procedimientos y construcciones que no tienen nada que ver con los de la pintura." Lo que importa es "el trabajo del ritornelo", es decir, lo que hace, con lo que conecta (¡vaya novedad!); en la medida en que territorialice, conjurará la música; mientras que sea "arrastrado en un bloque móvil que traza una transversal", otorgará un devenir musical al universo sonoro (pero, como veremos, no únicamente).

El "campo del arte" dejará entonces de ser referencia a parir de la cual algo sea considerado música y/o pintura. Dado este nuevo marco, el de los contenidos y las expresiones, y de sus ensambles en bloques de desterritorialización, será precisamente un umbral de desterritorialización lo que nos ubicará en medio de la música o de la pintura cada vez. "[L]a única manera de "situar" los dos problemas, el de la pintura y el de la música, es emplear un criterio extrínseco a la ficción de un sistema de las bellas artes, es comparar las fuerzas de desterritorialización en los dos casos." "La música es en primer lugar una desterritorialización de la voz, que deviene cada vez menos lenguaje, de la misma manera que la pintura es una desterritorialización del rostro". Que la música pareciera comportar grados de desterritorialización mucho mayores que los de la pintura parece verificarse del lado de los riesgos, puntualmente del riesgo fascista propio de la música, de ciertas músicas (marchas militares, por ejemplo). Otra consecuencia de este nuevo marco es que las condiciones materiales de emisión y de recepción dejan de ser aquello que explicaría el grado de desterritorialización posible, para pasar a ser explicadas por este último, pues aquellas no hacen sino, por un lado, reclamar, recomponer y restituir forma-sujeto, y por el otro, trazar la preeminencia de un sistema puntual sobre uno (multi-)lineal.

Alerta respecto de un oasis utópico: no se avanza acá hacia una teoría general de la desterritorialización sin límite. Mil mesetas como tratado de prudencia, una y mil veces. Sabemos que la aceleración sin límite lleva a la muerte, y que en todo esto hay una pulsión vitalista que, aunque esquiva, no deja de palpitar desde el sin-fondo hasta la superficie. Acá se nos recuerda que aunque el cuentito pueda contarse en un sentido (el ritornelo territorial es por fin desterritorializado para constituir el nivel del contenido del bloque sonoro del devenir musical), no puede dejar de narrarse, simultáneamente, en el sentido contrario (la función territorial del ritornelo otorga, tanto al niño que canturrea como al animal que "canta", un mundo, un territorio, un asidero ante la necesidad; la música sólo desterritorializa al ritornelo de su propia función territorial, para hacerlo forma del contenido del bloque deviniente de la música al reterritorializarlo en el "sistema de coordenadas armónicas y melódicas en el que la música se reterritorializa en sí misma, en tanto que música"). No hay desterritorialización sin reterritorialización (así sea relativa), y viceversa.

"El hecho de que no haya desterritorialización sin reterritorialización especial debe hacernos pensar de otra manera la correlación que siempre subsiste entre lo molar y lo molecular: ningún flujo, ningún devenir-molecular escapan de una formación molar sin que no los acompañen componentes moleculares, que forman pasos o puntos de referencia perceptibles para los procesos imperceptibles." En la desterritorialización de la voz, por ejemplo, un devenir-mujer o un devenir-niño de la voz misma hacen desaparecer la voz en tanto que de mujer o de hombre, de adulto o de niño. Esa imperceptibilidad de la desterritorialización de la voz debe ser alcanzada como un umbral de devenir real. Ellos dicen que acá estaríamos ante una "maquinación de la voz" que "no se trata de imitar a la mujer o de imitar al niño, incluso si el que canta es un niño. Es la propia voz musical la que deviene niño, pero al mismo tiempo el niño deviene sonoro, puramente sonoro." Es en ese sentido que la desterritorialización siempre es doble: "El bloque sonoro no tiene como contenido un devenir-animal sin que el mismo tiempo el animal no devenga en sonoridad otra cosa, algo absoluto, lo noche, la muerte, la alegría...". De allí que, lejos de una defensa por la cualidad, se esboce más bien una concepción "funcionalista" en la que tal o tal cualidad sólo es considerada en términos de la función que cumple en un agenciamiento o en el paso de uno a otro.

Ningún arte es imitativo. O, en cualquier caso, sólo habría imitación como parte del plan destinada al fracaso. "Hemos visto que la imitación podía concebirse como una semejanza de términos que culmina en un arquetipo (serie), o bien como una correspondencia de relaciones que constituye un orden simbólico (estructura); pero el devenir no se deja reducir ni a una ni a otra. El concepto de mímesis no sólo es insuficiente, sino que es radicalmente falso." En una pintura de un pájaro no hay jamás un pájaro, no puede haberlo. Hay trazos, colores, espesores, luminocidades, encuentro entre esos elementos, pero no un pájaro. Que en el lienzo veamos un pájaro es el efecto y la eficacia del campo de las bellas artes, pero la pintura (en los términos acá propuestos) no verá un pájaro sino como fracaso del plan que además implica la liberación de esos trazos, de esos colores, de esos espesores, de esas luminocidades y de las relaciones entre ellos. La desterritorialización en acto de tales elementos, trazando la operación "n-1", arrastrando también nuestra mirada en ese devenir pintura, encarando de frente el problema del rostro y del paisaje. Así pues, "devenir nunca es imitar. (...) No se imita: se constituye un bloque de devenir, la imitación sólo interviene para ajustar ese bloque, como en un último afán de perfección, un guiño, una firma."

Entonces, si lo que nos propusiéramos fuese alcanzar un cierto grado de sistematización de lo dicho (a condición de reírnos de la precariedad de esta, como de toda "sistematización" estabilizadora), habría que volver atrás casi medio camino para tomar impulso: "1er teorema: Uno ninca se desterritorializa solo, como mínimo siempre hay dos términos, (...) y cada uno de estos dos términos se reterritorializa en el otro. (...) 2o teorema: De dos elementos o movimiento de desterritorialización, el más rápido no es forzosamente el más intenso o el más desterritorializado. (...) 3er teorema: Se puede, incluso, concluir que el menos desterritorializado se reterritorializa en el "más" desterritorializado. (...) 4o teorema: La máquina abstracta no se efectúa, pues, únicamente, en rostros que produce, sino también, y en grados diversos, en partes del cuerpo, ropas, objetos que ella rostrifica según un orden de razones." Al parecer nunca nos han dejado de hablar de lo mismo, un gran rizoma que se dice siempre de forma diferente diciendo siempre lo mismo. Repetición y diferencia. Ahora un nuevo giro en el bucle: "Quinto teorema: la desterritorialización simple es doble, puesto que implica la coexistencia de una variable mayor y de una variable menor que devienen al mismo tiempo. (...) Sexto teorema: la doble desterritorialización no simétrica permite asignar una fuerza desterritorializante y una fuerza desterritorializada (...) Séptimo teorema: el desterritorializante tiene el papel relativo de expresión, el territorializado el papel relativo de contenido (...) Octavo teorema: un agenciamiento no tiene las mismas fuerzas o las mismas velocidades de desterritorialización que otro..."

Schumann - Verdi - y más allá (que es más acá). El ritornelo territorial del canturreo de un niño es tomado por Schumann, desterritorializado, arrastrado por un bloque de devenir musical, reterritorializado en el sistema de armonía y melodía de la música, incluso como diagonal de un sistema multilineal. Verdi maquina la voz en un sentido diferente, haciéndola instrumento, indistinguiéndola entre los vientos y las cuerdas, dándole a estos últimos un carácter vocal: "las voces están instrumentadas", y son reagrupadas en tanto femeninas o masculinas. Nueva reterritorialización que no es en ningún sentido cierre absoluto o total de la música (tal y como la línea adorniana sostenga en su momento): "esta distribución puntual y molar es una condición para nuevos flujos moleculares, que van a cruzarse, conjugarse, arrastrarse en una instrumentación y una orquestación que tienden a formar parte de la propia creación." De allí se explica la música electrónica: "los pájaros han conservado toda su importancia y, sin embargo, es como se la edad de los insectos hubiese sustituido al reino de los pájaros, con vibraciones, chirridos, crujidos, zumbidos, chasquidos, roces, frotamientos mucho más moleculares. (...) Un devenir-insecto ha sustituido al devenir-pájaro, o forma un bloque con él. El insecto es el que mejor puede hacernos comprender esa verdad de que todos los devenires son moleculares. Lo molecular tiene la capacidad de hacer comunicar "lo elemental" y "lo cósmico": precisamente porque efectúa una disolución de la forma que pone en relación las longitudes y latitudes más diversas, las velocidades y las lentitudes más variadas..."

"Sin embargo, no se trata de tal compositor, (...) ni de tal o tal género, sino del movimiento más general que afecta a la música, lenta mutación de la máquina musical." Así, pues, el devenir-musical no romantiza los pájaros, pero tampoco los insectos, sino la capacidad (no totalmente voluntaria, propia, subjetiva) que hace al músico descubrir en estos y aquellos lo elemental y lo cósmico al mismo tiempo que le otorga la capacidad de ponerlos en contacto; "la música no es el privilegio del hombre: el universo, el cosmos está hecho de ritornelos; el problema de la música es el de una potencia de desterritorialización que atraviesa la Naturaleza, los animales, los elementos y los desiertos, no menos que el hombre. Más bien se trata de lo que en el hombre no es musical, y de lo que ya es musical en la naturaleza. (...) El hombre apenas si tiene un privilegio, (...) para hacer sistemas puntuales. Incluso es lo contrario de un privilegio; a través de los devenires-mujer, niño, animal o molécula, la naturaleza opone su potencia, y la potencia de la música, a la de las máquinas del hombre, estruendo de las fábricas y de los bombardeos."

A la vuelta de la esquina, el miércoles 20 de enero, damos inicio a "Del ritornelo".

*[Devenir-música de los audios de El Grupete: la expresión de Guillermo lo dice todo...]*

En el entre... [14, ene. 2021]
Mil mesetas se publicó hace 40 años... y nos logramos colar en un evento que propuso celebrarlo. ¿Qué significa leer Mil mesetas como experiencia grupal? Un poco de eso intentamos hablar, junto y con otres, y corrimos con la suerte de haber quedado perpetuados en el registro mil veces visitable. La conversación posterior, como siempre, nos vuelve a recordar que el encuentro es mucho más importante y potente que aquellos que nos encontramos...

Dejar de preguntar para pensarlo todo de vuelta:
lectura colectiva de Mil mesetas

Ayelén Calabuig  & Camilo Rios 
–El Grupete Lector–

Resumen
Leer sistemática y colectivamente Mil mesetas (Mm) por más de un año, más que acercarnos al sentido o a alguna verdad oculta entre sus páginas, se nos revela como una experiencia política radicalmente otra: la mutación del texto y la nuestra a medida que nos adentramos en él nos ofrece una lectura lejana a las adjetivaciones, traccionada por un deslizamiento epistemológico que implica una ontología que corta con cualquier te(le)ología. Una lectura sin modelos –pues “todos los modelos son molares”– que sólo existe en su efectuación, una lectura sin tiempo. Quisiéramos compartir algunas reflexiones acerca de esta lectura como inmediatamente política –a-representativa, a-significante, a-subjetiva, a-ideológica...–, que nos muestra que a Mm siempre llega(re)mos tarde si seguimos leyéndole desde aquel lugar a propósito del que Mm no hace sino revelar su arbitrariedad, su contingencia, su fragilidad: aquello que somos y de cómo hemos llegado a serlo.


*[Ayelén, sobre la ontología y la epistemología en <<Mil mesetas>>...]*

Encuentros 54, 55, 56 y 57. [20 y 27, dic.; 3 y 17, feb. 2021]
Los caminos sinuosos de la lectura colectiva nos han traído a los territorios del Ritornelo. Vaya, vaya... Territorio y Ritornelo. Ante el caos estremecedor, una cancioncilla que nos ofrezca un cable a tierra así fuese sólo temporalmente. Pero también la casa propia, fija, fuerte, protectora. Incluso aún la salida de la burbuja en búsqueda de resonancias que nos ayuden a constituir espumas. Las imágenes sloterdijkianas, son gratuitas. "No son tres momentos sucesivos en una evolución. Son tres aspectos de una sola y misma cosa, el Ritornelo." Ora, ora, ora...

La cancioncilla fija un punto (frágil) en el agujero negro que es el caos. La casa es el agujero negro vuelto organización radial respecto del punto. Salida como salida del agujero negro. Siempre estas tres capas que aunque se nos presenten como opciones no son sino una y misma cosa, el Ritornelo. Klee y el punto gris: el caos "no dimensional", que luego mediante un salto adquiere dimensiones (la casa). Ahí la conversión del agujero negro de caos a casa. Más tarde, el punto es centrifugado, y se lanza al cosmos. "[E]l papel del ritornelo: es territorial, es un agenciamiento territorial." Caos, casa, cosmos. El primero de estos aspectos se dirá en términos de infra-agenciamientos, el segundo de intra-agenciamientos, el tercero de inter-agenciamientos; "Y las tres cosas van unidas. Fuerzas del caos, fuerzas terrestres, fuerzas cósmicas: las tres se enfrentan y coinciden en el ritornelo."

"Del caos nacen los <<Medios>> y los <<Ritmos>>." Hemos luchado con este salto, y de tal lucha hemos salido así: "Cada medio es vibratorio, es decir, un bloque de espacio-tiempo constituido por la repetición periódica de la componente." Medio y código van juntos, sin ser los mismo. Es el código el que se define por su repetición periódica. Es el código el que hace vibrátil al medio. Sin embargo, esta repetición del código implica al mismo tiempo el estado transductivo del código mismo. Por lo tanto, esta repetición, al mismo tiempo que reproduce al código, produce una diferencia del código respecto de sí mismo. "[L]a respuesta de los medios al caos es el ritmo." Caos y ritmo comparten ese "entre dos", aunque podríamos decir que el paso de aquel a éste es marcado por la mediación del medio. Lo mediado como puente entre caos y ritmo. "El caos no es lo contrario del ritmo, más bien es el medio de todos los medios. Hay ritmo desde el momento en que hay paso transcodificado de un medio a otro, comunicación de medios, coordinación de espacios-tiempos heterogéneos." Este ritmo, coordinación de diferencias difiriendo, se dice en el plano de consistencia; por su parte, aquello ritmado sólo puede decirse ya en el de organización o tendiente a él. "El ritmo nunca tiene el mismo plano que lo ritmado. (...) Cambiar de medio, tal como ocurre en la vida, eso es el ritmo. (...) [U]n medio existe gracias a una repetición periódica, pero ésta no tiene otro efecto que producir una diferencia gracias a la cual ese medio pasa a otro medio. Es la diferencia la que es rítmica, y no la repetición, que, sin embargo, la produce; pero, como consecuencia, esa repetición productiva nada tenía que ver con una medida reproductiva."

"No obstante, todavía no tenemos un <<Territorio>>, que no es un medio, ni siquiera un medio suplementario, ni un ritmo o un paso entre medios. De hecho, el territorio es un acto, que afecta a los medios y a los ritmos, que los <<territorializa>>. El territorio es el producto de una territorialización de los medios y de los ritmos. (...) Un territorio extrae de todos los medios, actúa sobre ellos, los toma abiertamente...". En ese sentido hablábamos hace ya muchas líneas arriba de la operación de la música respecto del ritornelo mismo. Toma este elemento territorial, lo extrae de su medio para reterritorializarlo en un segmento codificado de manera radicalmente diferente. De allí que la música sea un territorio. Es una operación que territorializa elementos, medios, líneas... así esto signifique en primer momento, en el de su toma, de su extracción, una desterritorialización (que por lo tanto ha sido relativa, siempre).

Un territorio, que puede ser tan diverso como lo podamos pensar, "está construido con aspectos o porciones de medio. Incluye en sí mismo un medio exterior, un medio interior, un medio intermediario y un medio anexionado. Hay una zona interior de domicilio o de abrigo, una zona exterior de dominio, límites o membranas más o menos retráctiles, zonas intermediarias o incluso neutralizadas, reservas o anexos energéticos. (...) [H]ay territorio desde el momento en que las componentes de los medios dejan de ser direccionales para devenir dimensionales, cuando dejan de ser funcionales para devenir expresivas. Hay territorio desde el momento en que hay expresividad de ritmo. La emergencia de materias de expresión (cualidades) es la que va a definir el territorio." Sin embargo, nada podría ser tan sencillo. Pareciera que se trata simplemente de tomar cierto tipo de elementos (por definición disponibles) y ejecutar con, sobre y a través de ellos una cierta operación (por definición preexistente así sea de manera nominal). Pero el proceso más bien dirá todo el movimiento: "El territorio no es anterior con relación a la marca cualitativa, es la marca la que crea el territorio. En un territorio, las funciones no son anteriores, suponen en primer lugar una expresividad que crea territorio. En ese sentido, el territorio, y las funciones que en él se ejercen, son productos de la territorialización. La territorialización es el acto del ritmo devenido expresivo, o de las componentes de medios devenidas cualitativas." Es precisamente por esto que el factor territorializante debe buscarse en el devenir expresivo del ritmo mismo (ni en el ritmo ni en la expresión), o lo que es lo mismo, "en la emergencia de las cualidades específicas...".

Hemos de volver sobre la línea que a esta altura se nos presenta, a propósito de la posibilidad de pensar esta emergencia como Arte. Sospechamos una respuesta afirmativa, que no estaría libre de costos (o de aperturas, dependiendo del lugar desde el que se le quisiera juzgar). El caso es que en esa línea el territorio es creación artística en tanto producción de una propiedad que sólo es tal retrospectivamente como juego de don y contradón entre artista y obra. "La propiedad es en primer lugar artística (…) incluso si es para la guerra y la opresión." Y esa retroactividad es abierta por la diferencia entre un compás expresivo que precedería a lo posesivo, pero que sólo se evidencia tras el movimiento completo. Este movimiento es entendido como una firma, "pero la firma, el nombre propio, no es la marca constituida de un sujeto, es la marca constituyente de un dominio, de una morada. La forma no indica una persona, es la formación azarosa de un dominio." Ahora bien, si esto es así es necesario pensar que "el arte no es un privilegio del hombre", cosa que se evidencia en los múltiples casos que, en el reino animal, dicen la producción de territorio o la territorialización de elementos expresivos, la emergencia de cualidades específicas. Un cantito no es tan sólo un cantito, cuando de él depende el grado de apertura para procesos como la reproducción o la alimentación o la delimitación de las zonas seguras, etc. Este proceso de territorialización del ritmo y de la melodía es lo que es el ritornelo. Territorialización porque se han vuelto expresivos, expresivos puesto que son territorializantes.

Ahí la firma como materia de expresión. Sin embargo, es necesario que la firma devenga <<estilo>>: "las cualidades expresivas o materias de expresión entran, las unas con las otras, en relaciones móviles que van a <<expresar>> la relación del territorio que ellas trazan con el medio interior de los impulsos, y con el medio exterior de las circunstancias." La expresión en su autonomía, entendida en términos de ese movimiento, marca precisamente ese devenir-estilo de la firma. Estas relaciones, en tanto internas, constituyen "motivos territoriales" o "contrapuntos territoriales". En el primer caso, se trata de una relación que vincula impulsos sin ser esta relación pulsada. En el segundo, se trata de la relación que establecen puntos del medio interno con contrapuntos (detenidos esto por efecto de la relación misma) del medio externo con el fin de trazar el territorio mismo. Puntos y contrapuntos, así como impulsos internos, gozan de autonomía relativa, que sin embargo es comprometida en la relación que los territorializa en tal o tal momento: "Las relaciones entre materias de expresión expresan relaciones del territorio con los impulsos internos, con las circunstancias externas: incluso en esa expresión tienen una autonomía." En sus relaciones, "los motivos territoriales forman <<rostros o personajes rítmicos>>, y los contrapuntos territoriales <<paisajes melódicos>>." Dimensiones de todo territorio, estrategias de segmentación interna para la preservación de los impulsos en su especificidad ("asegura y regula la coexistencia de los miembros de una misma especie, separándolos") y homogeneización general para la conservación del ecosistema en sus diferencias en relación ("hace posible la coexistencia de un máximo de especies diferentes en un mismo medio, especializándolas") . "Las cualidades expresivas entran en las unas con las otras en relaciones variables o constantes (eso es lo que <<hacen>> las materias de expresión), para constituir, ya no pancartas que marcan un territorio, sino motivos y contrapuntos, que expresan la relación del territorio con impulsos internos o circunstancias externas, incluso si éstas no están dadas. No más firmas, sino un estilo."

"El territorio es en primer lugar la distancia crítica entre dos seres de la misma especie: marcar sus distancias. Lo mío es sobre todo mi distancia, sólo poseo distancias. No quiero que me toquen, gruño si entran en mi territorio, coloco pancartas. (…) Se trata de mantener a distancia las fuerzas del caos que llaman a la puerta." Hace poco recordaba Agamben a Colli, quien define el contacto como la ausencia de cualquier posibilidad de representación del entremedio. Hay contacto cuando es imposible insertar un medio entre los términos, cuando estos son inmediatos. Esto le parece a Agamben peligrosamente místico, mientras que a "nosotros los brujos" nos resulta abrumadoramente bello, así sea por la definición de territorio que permite, por las resonancias que de Colli a Deleuze y Guattari permiten una oda tanto a la distancia (territorio) como al contacto. Frontera y territorio como movimientos siempre en tensión y en danza; de allí la prevalencia geológica, geográfica de la filosofía de Deleuze y Guattari. Por eso esa "distancia crítica no es una medida, es un ritmo. Pero el ritmo entra precisamente en un devenir que elimina las distancias entre personajes, para convertirlos en personajes rítmicos, a su vez mas o menos distantes, más o menos combinables." Baila Colli.

Un territorio es, en todo caso, movimiento. Movimiento de movimientos. Así, "en un territorio, se producen dos efectos notables: una reorganización de las funciones, un reagrupamiento de las fuerzas." Funciones que son desterritorializadas, y por tanto reterritorializadas en un territorio nuevo que a su vez es explicado por el movimiento de esas funciones. Por el lado de las fuerzas, la separación de fuerzas interiores (tierra) y fuerzas exteriores (caos) debe luego asumir que al interior mismo esas fuerzas no se pueden separar sino que se abrazan constantemente. Allá, en ese centro intenso del territorio, nuevas fuerzas del caos son las que dirigen un territorio a otro, al cosmos o por el cosmos. Siempre un territorio es la condición de su propio devenir-rebasado por sí mismo: "el territorio remite a un centro intenso que es como la patria desconocida, fuente terrestre de todas las fuerzas, favorables u hostiles, y en el que todo se decide. (…) Las marcas territorializantes se desarrollan en motivos y contrapuntos y, al mismo tiempo, reorganizan las funciones, reagrupan las fuerzas. De esa forma, el territorio desencadena algo que va a rebasarlo." Esa especie de cocina interna del agenciamiento territorial, que sin duda es una forma de encarar ese centro intenso donde conviven y luchan las fuerzas del caos con las propias del territorio, se explica como el desfase entre el código y el territorio, como la diferencia que se produce en la repetición del código mismo; esa reverberación prepara ese algo que habrá de rebasar, desde dentro, al territorio mismo. En ese sentido, es el desplazamiento repetición-diferencia del código el que marca la dinámica del inter-agenciamiento.

Así, es posible también entender la territorialización como puesta en sintonía de códigos de una misma especie, que no por sintonizados terminan homogeneizándose. Más bien porque conservan su diferencia es que se puede hablar de todo el movimiento que el vector arrastra aquí o allá. Sin embargo, esta diferencia no sólo puede generar transformaciones "hacia el exterior" sino que además puede implicar la creación de nuevas especies al interior del territorio. Las relaciones inéditas de elementos provenientes de códigos heterogéneos puestos en sintonía son siempre relaciones de creación, incluso en el caso que esta creación tome la forma de un desdibujamiento, de un arrasarlo todo (la creación no tiene por qué ser, al menos acá, algo inmediatamente bueno, liberador, feliz…).

Tal vez por esto sea posible postular que "El propio territorio es un lugar de paso. El territorio es el primer agenciamiento, la primera cosa que hace agenciamiento, el agenciamiento es en primer lugar territorial", y entonces también asir cómo esos tres aspectos (cancioncilla, casa, salida al cosmos) se efectúan necesariamente en el carácter pasajero del territorio mismo. Y es que incluso el intra-agenciamiento, el territorio más "duro", digámoslo así, es ya un movimiento constante, una "cuestión de consistencia" entre elementos heterogéneos que en principio sólo constituyen conjuntos difusos, discretos. Esa consistencia, como es obvio, no es ni dada ni estable o definitiva, sino una constante lucha de fuerzas y funciones siendo territorializadas, siempre en gerundio. Por eso mismo, puede pasar (y de hecho es lo que sucede siempre, todo el tiempo de alguna forma) que algún elemento territorializado adquiera una autonomía relativa que le permite formar un nuevo agenciamiento. Un elemento que opera un arrastre, un vector de reorganización, de redireccionamiento y redimensionamiento de la las componentes: "lo que hasta hace un momento era una función constituida en el agenciamiento territorial, deviene ahora el elemento constituyente de otro agenciamiento, el elemento de paso a otro agenciamiento." Estas materias de expresión que han adquirido autonomía relativa, no son vestigios ni símbolos. Se trata de una componente, ahora y desde el punto de vista de este nuevo movimiento, "desterritorializada o en vías de desterritorialización. No es un arcaísmo, ni un objeto parcial o tradicional. Es un operador, un vector. (…) Lo que confirma este punto de vista es que no tiende a anularse sin que una componente de relevo no la sustituya y on adquiera cada vez más importancia, a saber, el ritornelo…" Estamos acá en el movimiento que nos lleva del intra-agenciamiento al inter-agenciamiento. "Una componente territorial o territorializada puede ponerse a brotar, a producir: hasta tal punto ese es el caso del ritornelo, que quizás habría que llamar ritornelo a todo lo que está en esa situación."

Es ahora un poco más claro que si el primer agenciamiento es el territorio, este paso a otro agenciamiento que se cocina al interior del territorio pueda no ser territorial (aunque pueda serlo). Se trata del paso de un agenciamiento territorial a otro agenciamiento (territorial o no). Lo curioso, en cualquier caso, es que en un sentido también el "segundo" agenciamiento es en primera instancia territorial, desde el punto de vista de su posible paso a otro ("tercero") nuevo. Allí entonces terminamos de decir el silogismo: el territorio es el primer agenciamiento, pero todo agenciamiento es en primera instancia territorial. La advertencia inmediata no se hace esperar: todo esto pasa todo el tiempo incluso al interior mismo del territorio. Entonces se advierten diferentes "derivas" de esta dinámica cinética; digámoslas como nos ha sido dicho tanto ya: ora ese elemento que brota, que produce, tracciona el paso de un agenciamiento a otro (función vector); ora se identifican los elementos (funciones o fuerzas) de desterritorialización que hacen parte del territorio mismo, del agenciamiento en su propia consistencia; ora este elemento no "se queda" en el agenciamiento ni traza otro nuevo, sino que alcanza su absoluto (fuerza absoluta de tal fuerza, función absoluta de tal función) y traza ahora una línea que hace que el agenciamiento se componga directamente con el cosmos. Son los mismos tres aspectos, que ahora también encontramos, de algún modo, en el intra-agenciamiento mismo. Conjurar el caos, fortalecer la casa, salir al cosmos. Ahora hacer las fuerzas de desterritorialización parte del territorio, reterritorializar en algo "equivalente" a una casa, consistencia con/en el cosmos. La clave está precisamente en el "ora", que no es ni "o" (disyunción exclusiva) ni "y" (disyunción inclusiva) sino simultaneidad cuántica, perspectivismo radical. Ritornelos que buscan un territorio, que lo marcan; ritornelos que territorializan elementos de acuerdo al código del territorio; ritornelos de paso, que llevan de un agenciamiento a otro; ritornelos que reagrupan fuerzas para ir al exterior, de partida.

Hemos de volver al problema de la consistencia, recordando que se trata de "la manera en que se mantienen unidas las componentes de un agenciamiento territorial." Ahora ese principio de extraña cohesión meta-estable es necesariamente trasladado a las diferentes derivas del funcionamiento interno del agenciamiento, a los diferentes tipos de ritornelo. El devenir-cosmos de un agenciamiento es también un modo de la consistencia y no su disolución. Allí no hay una contradicción, pues no es el modelo arborescente el que explica este paso de "un" agenciamiento (caricatura estable, estructural) a la unidad del cosmos (igualmente caricatura de unidad homogénea). El modelo es rizomático, que no sólo exige sino que explica y produce esa meta-estabilidad en el agenciamiento, que si es uno no lo es por su unidad sino por su singularidad (no "uno" cuantitativo sino "uno" artículo indefinido), así como da cuenta de la consistencia en y con el cosmos como singularidad necesariamente múltiple y no como reducción en una unidad única. No se trata de un centro que articula sus periferias (elementos, relaciones, etc.), sino de un entramado de relaciones más o menos dispersas, siempre heterogéneas, que resuenan en medios y por ritmos tales que, en ocasiones, asignan funcionalmente una carga significativamente mayor a un punto (que sólo entonces deviene centro). No se trata de una lógica de la localización, sino de una de la distribución, de nuevo, meta-estable, dinámica de funciones y fuerzas. Univocidad, donde se pretende unicidad. "[N]o se hablara tanto de automatismo de un centro superior como de coordinación entre centros y agrupamientos celulares o poblaciones moleculares que efectúan esos acoplamientos: no hay una forma o una buena estructura impuesta, ni desde fuera ni desde arriba, sino más bien una articulación por dentro (…). Lo que excluye evidentemente la relación lineal entre un centro y otro, en beneficio de paquetes de relaciones dirigidas por las moléculas: la interacción, la coordinación, puede ser positiva <<o>> negativa, pero nunca es directa como en una relación lineal o una reacción química, siempre se hace entre moléculas de dos cabezas como mínimo, y cada centro separadamente."

Así pues, donde otros ven desorden, azar, magia o misticismo, se nos presenta más bien "toda una ingeniería molecular que debe permitirnos comprender mejor la naturaleza de los problemas de consistencia." Y entones traen la noción de "consolidación" como imagen de pensamiento para esa ingeniería. Implicaciones de la consolidación: no hay un comienzo del que algo derivaría linealmente, sino actos intercalares (densificaciones, intensificaciones, etc.); sin contrariedad con esto último, hay "ordenación de intervalos, distribución de desigualdades"; consolidación también como "articulación interna de una interritmicidad", que no amalgama la diversidad homogeneizándola, sino que la articula en su singularidad, en una multiplicidad. En ese sentido "La consolidación no se limita a ser posterior, es creadora. (…) La consistencia es precisamente la consolidación, el acto que produce el consolidado, tanto de sucesión como de coexistencia. (…) [armadura y no estructura]".

Pareciera que todo el proceso ha sido ya desplegado, pero puede ser que así lo sintamos porque la lectura siempre nos hace sentir que cada punto es el punto final tanto como el umbral de paso a otro plano. "Ya no se trata de imponer una forma a una materia, sino de elaborar un material cada vez más rico, cada vez más consistente, capaz por lo tanto de captar fuerzas cada vez más intensas. Lo que convierte a un material en algo cada vez más rico es lo que hace que se mantengan unidos los heterogéneos, sin que dejen de serlo; esa es precisamente la función de los osciladores, de los sintetizadores intercalares de dos cabezas como mínimo; de los analizadores de intervalos; de los sincronizadores de ritmos (…) ¿No es la consolidación el nombre terrestre de la consistencia? [Sí, por supuesto, respondemos a coro!] El agenciamiento territorial es un consolidado de medio, un consolidado de espacio-tiempo, de coexistencia y sucesión. Y el ritornelo opera con los tres factores."

Todo el tiempo una sensación: el texto se presenta como sobre el ritornelo, pero pareciera más un tratado sobre el territorio, la territorialización-desterritorialización-reterritorialización, e incluso acaso sobre la creación, y sobre la creación específicamente artística. Sensación que nos invita a leer el texto siguiendo pistas de al menos tres caminos diferentes, que en su diferencia no dejan de consistir, de consolidarse. Tal vez sea el camino de esa consistencia, de esa consolidación misma y no de los elementos o de las líneas que consisten o que se consolidan, el que debamos seguir… Cualquiera que sea el camino correcto, erraremos. Seguiremos siguiendo siguiéndolo… (cada miércoles cuando en Argentina marcan las 17hs).

*[Es extremadamente bello pensar que "el ritornelo", es en francés "la ritournelle", necesariamente femenine]*

Encuentro 58. [24, feb. 2021]
Habíamos leído que se le podía llamar "ritornelo" a varias cosas. A ese elemento territorial que se pone a brotar, pero también a la emergencia, al gerundio de la creación y puesta en funciones y fuerzas de materias de expresión. Sin embargo, la clave parecería estar en la consistencia. Contra la lógica arborescente, la consistencia se dice rizomática, en tanto lo que se adquiere (la consistencia) no jerarquiza los heterogéneos sino que los hace como vibrar, como resonar en su propia heretogeneidad (hemos recordado tanto al pobre de Badiou acá). Sospechamos entonces una relación interesante entre Cosmos y Consistencia, no sin preguntarnos si acaso se trata esta "consistencia" de aquel "plan de consistencia" que nos fue presentado mucho más cerca de la partícula loca, el puro flujo, la tierra toda, el cuerpo sin órganos incluso (y por tanto a lo que acá parece ser presentado como Caos). Difícil cuestión, pues acá pareciera que la consistencia, como es dicho, dice los procedimientos del territorio (territorialización, territorial, territorializante; que no son ajenos ni escindibles de los de la desterritorialización...). Aventuramos una hipótesis topológica: plan de consistencia (de aquel entonces) y consistencia (de estas páginas) como dos caras de un mismo cuchillo que corta el espacio todo, una cara del lado del Caos, una cara del Cosmos. Este cuchillo, esta hoja afinada es el punto en el que Caos y Cosmos se tocan por sus respectivos reversos. El abanico que componen en el sentido contrario se asimilaría al campo propio de los procesos de estratificación, subjetivación, significación... Sólo algunas ideas para incitar a la lectura misma.

Pero en cualquier caso, decíamos acá que esas materias de expresión no son, en su heterogeneidad, lo único o suficiente para hacer consistir al agenciamiento territorial. Hay un algo que está simultáneamente "más allá" y "más acá" de esos elementos, que se nombra por momentos como conjunto difuso o discreto que adquiere consistencia. Las diferentes naturalezas de las materias de expresión (sonoras, coloríficas, calóricas, etc...) son efectivamente puestas en un mismo agenciamiento por una efectuación que no las precede pero que tampoco es un puro azar. Es como si todo sucediera simultáneamente, y entonces sólo posteriormente se hace posible narrarlo "como si" hubiese habido una secuencia (hemos de perdonarnos a nosotros mismos la incapacidad cognitiva y semántica que nos impide hacerlo de otro modo, por el momento). Son los motivos y los contrapuntos, las relaciones específicas efectuadas entre esas materias de expresión lo que, de un modo contraintuitivo, parece dar visibilidad existencial, en función del agenciamiento territorial en cuestión, a las materias de expresión mismas. No habría una serie de elementos que "después" se relacionan para dar cuenta de la producción de una territorialidad, sino una territorialidad que da cuenta de las relaciones que hizo necesarias para consistir, y por tanto también de los elementos que sólo "después" del agenciamiento aparecen como tales (las hojas cortadas y volteadas por el pájaro no son territoriales en tanto tales sino hasta "después", que se ha desplegado sobre ellas un canto, con unas posturas, en un momento del día/mes/año... Si no, pensemos en lo diferente que es, por ejemplo, poner las cosas que están en nuestro escritorio en "su" lugar cuando se hace en función de recibir una visita familiar, que cuando se hace en función de disponernos a escribir un artículo de relevancia mayor; es claro que la materia de expresión "orden-del-escritorio" sólo produce un territorio en el segundo de los casos, o, en todo caso, que lo hace de manera extremadamente diferente en ambos casos, produciendo territorios absolutamente dispares de acuerdo a toda una serie de otros materiales de expresión que deben además conectarse de una cierta manera, "consistir". Sin embargo, al mismo tiempo, pareciera que es sólo cuando y mientras la escritura está en marcha, o cuando y mientras la abuela aprueba con la mirada el ambiente salón-comedor-estudio, que las diferentes materias de expresión adquieren su estatuto por completo. Si al final no podemos escribir o si en todo caso la tía logra hacer notar que el desorden predomina, casi cabe decir que el elemento de expresión "orden-del-escritorio" jamás existió.)

Es en ese sentido que se nos sugiere muy elegante y sagazmente que estas "marcas de un tipo coexisten con las de otro, sin más: sonidos coexisten con colores, con gestos", y que es precisamente "la organización de marcas cualificadas en motivos y contrapuntos [lo que] va a acarrear necesariamente una adquisición de consistencia". La clave, entonces, es la consistencia como efectuación: "La consistencia se hace necesariamente de heterogéneo a heterogéneo: no porque aparezca una diferenciación, sino porque los heterogéneos que se contentaban con coexistir o sucederse están ahora incluidos los unos en los otros por la <<consolidación>> de su coexistencia y de su sucesión."

En un sentido "restringido", que sin embargo sólo lo es por un momento, la consistencia se entiende como "ópera maquínica que reune las órdenes, las especies y las cualidades heterogéneas." No es la primera vez que aparece esta noción de lo maquínico en nuestras lecturas. "Lo que nosotros llamamos maquínico es precisamente esa síntesis de heterogéneos como tal. Y, en la medida en que esos heterogéneos son materias de expresión, nosotros decimos que su síntesis o su captura, forma un <<enunciado>>, una <<enunciación>> propiamente maquínica." Allí la consistencia se dice también y por fin como funcionamiento propiamente maquínico, como conexión de conexiones, que desafía a la temporalidad porque se despliega primordialmente en el espacio. Una filosofía maquínica es, una vez más, una filosofía topológica.

Deleuze y Guattari (que no son cada uno ni ninguno de los dos más, por consistencia) entrevén a esta altura un par de riesgos más. Por un lado, la posible reducción de la lógica rizomática de la consistencia (consolidación) a la agencia superpoderosa de un agente. Este riesgo es presentado bajo el prisma de la noción de "comportamiento" presentada por la etología (a la que, sin embargo, reconocen infinitamente inspiradora para su propia empresa), que tiende a reducir binariamente entre caracteres innatos y adquiridos el campo de posibilidad de ese agente superpoderoso. Frente a este riesgo interpretativo, no potencial sino efectivamente existente (así sea de manera anacrónica en esta suerte de precursores que son los etólogos -una vez más, no es la cronología la que dictará el ritmo del pensamiento...), propondrán pensar más bien en términos de agenciamiento. Desde este punto de vista (perspectivismo radical, que no es por tanto relativismo; otro minuto de silencio, esta vez para Zizek) no es el pájaro el que produce los "ritmos mucicales" o los "temas rítmicos o melódicos", sino que son éstos últimos los que atraviesan y atrapan al plumífero en su efectuación del territorio (otro tanto se podría decir de las hojas que corta y voltea, de la composición de tonos de color, de temperaturas...). Con esta finta, Deleu-ping y Guatta-pong vuelven a quebrarle los tobillos al "sujeto" que intentaba meterse por la ventana. Nunca estará en el centro nada parecido a un sujeto. "Lo primero sería la consistencia de un ritornelo, de una pequeña melodía, bien bajo la forma de melodía mnémica que no tendría necesidad de estar inscrita localmente en un centro, o bien bajo la forma de motivo difuso que ya no tendría necesidad de ser pulsado o estimulado. (...) [L]os temas rítmicos o melódicos preceden a su ejecución y su grabación." (Y si bien "Lo primero sería..." y "...preceden a su..." son infortunados enunciados para una filosofía que se corre de la temporalidad con tanta elegancia como esta, y si además hemos dedicado tiempo considerable a pensar juntos -en- estas infortunadas formulaciones, concedemos siempre un préstamo, en el sentido de las licencias que Gilles y Félix se tomaban sin mucha vergüenza para subrayar, enfatizar, exagerar un rasgo de su argumento. Digamos, por el momento, pero sin afán de "cerrar" el tema, que esa primacía, y esa precedencia son mucho más cualitativas, cuánticas si se quiere, que cronológicas, geométricas o jerárquicas.)

En cualquier caso, no se trata de negar ni lo innato ni lo adquirido, sino de concebirlos a ambos desde el punto de vista del agenciamiento: "lo innato presenta una figura muy particular, puesto que es inseparable de un movimiento de descodificación (...), y la adquisición también presenta una figura muy particular, puesto que está territorializada, es decir, regulada a partir de materias de expresión, ya no a partir de estímulos del medio exterior." Vale la pena recordar, a propósito, lo que algunas páginas antes nos presentaban como el "centro intenso" del territorio (del agenciamiento territorial), que coincide en alguna instancia con una de las acepciones del ritornelo mismo: ese elemento territorial que se pone a brotar y que traza aquello que aún más atrás se nos presentó como inter-ageciamiento. Este centro, no es geográfico ni geométrico, sino que se parece más a una función que designa al centro en retrospectiva. Un poco lo que sucedía con el Brujo al momento de leer los devenires. Este centro intenso, por definición marca esa función de inter-agenciamiento, por lo que al mismo tiempo pertenece al agenciamiento territorial y traza su exterioridad. Este Afuera, sin embargo, no es otredad radical y diferente, sino por el contrario efectuación del elemento territorializado del propio agenciamiento territorial. Así pues, la inversión contraintuitiva de las asignaciones de lo innato y de adquirido bajo el prisma del agenciamiento, no hacen sino poner sobre la mesa la operación-pliegue en el momento del argumento que nos interesa en este momento. Ni lo innato significa estabilidad, constancia, interioridad; ni lo adquirido es lo exclusivamente variable, contingente, exterior. Pero no es así no porque así no sea, sino porque bajo la dinámica del agenciamiento son los términos mismos de estabilidad, interioridad, variabilidad, exterior los que ya no resultan sostenibles. La lógica del agenciamiento desactiva estas parejas gnoseológicas, propias del modelos etológico arborescente.

Segundo riesgo, entonces. Aquel que se desprende lógicamente de lo que nos salva del primero: una lectura posmoderna que se parece mucho a ese lema ("somos hablados por el lenguaje") que el lacanismo ha llevado a sus últimas consecuencias. Sin entrar en la complejidad arquitectónica que sostiene tal teoría del lenguaje, es necesario reconocer uno de sus efectos más potentes: al menos la presentación de un sujeto sin agencia (o con una extremadamente limitada). La lectura posmoderna se hará a este bandera para decir que lo que acá Deleuze y Guattari ofertan es la ley del "todo vale (lo mismo)". Se trata del mismo riesgo que se deja leer siempre en Rizoma. Que cualquier punto pueda conectar con cualquier otro, no significa que todos lo hagan, y tampoco que cualquier conexión de lo mismo que otra. Una lectura menos ingenua, menos injusta, debe reconocer que tanto allá, en Rizoma, como acá, en Ritornelo, lo que se dice es más bien todo lo contrario. La lógica maquínica implica que cada conexión sea singular y que para ser necesite ser efectivamente efectuada. No se trata de pensar algo así como que, ya que la melodía precede y excede a su ejecución, da igual si la ejecuta Beethoven o Maluma. "[E]so no quiere decir que el comportamiento [lo propio del agente y su agencia] quede a merced del los azares del aprendizaje [ser hablado por el lenguaje de maneras cada vez más propias a tal o tal cultura]; pues está [el comportamiento] predeterminado por ese desplazamiento [el de la ejecución misma], y encuentra en su propia territorialización [la ejecución que hace la consistencia de las materias de expresión] reglas de agenciamiento [dictadas por la consistencia misma en su efectuación]." No da lo mismo cualquier conexión sólo porque todas sean posibles (lo que es lo mismo, que todas sean posibles no hace que todas impliquen una igual potencia); no se trata de una pasividad residual del sujeto que es llevado por las fuerzas de la existencia más allá de su casi impotente voluntad. Se trata más bien de hacer del sujeto ya no el centro (amo y señor superpoderoso) a partir del cual todo es posible por ejecución volitiva, sino parte de un proceso del que él mismo es tanto parte como efecto residual entre otros.

"En resumen, la noción de comportamiento resulta insuficiente, es demasiado lineal con relación a la de agenciamiento. Lo natal va de lo que pasa en el inter-agenciamiento hasta el centro que se proyecta fuera, recorre los inter-agenciamientos, llega hasta las puertas del Cosmos."

Hace ya muchas páginas que "nos quedan como veinte páginas" por recorrer en lo que respecta al Ritornelo. Todavía nos quedan como veinte... y seguiremos recorriéndolas conjuntamente el miércoles 3 de febrero a la tarde...

*[Algunas veces sucede también, que es la ausencia de esa materia de expresión "orden-del-escritorio" la que hace que por fin emerja el territorio de y para la escritura...]*

Encuentros 59, 60 y 61 [3, 10 y 17, mar. 2021]
El elemento Natal se acepta como aquello en lo que lo innato y lo adquirido juegan un papel, por supuesto, pero no el papel que el modelo del comportamiento, heredero de la etología clásica. En cualquier caso, más bien es sobre ese modelo que se propondrá una operación. Una operación que haga de lo innato lo más descodificado y de lo adquirido lo más territorializado. El modelo del comportamiento es tomado por el de la consistencia, por el del agenciamiento. De nuevo el paso de un pensamiento de lo arborescente, donde los centros son fijos o se reproducen con claridad matemática y geométrica, a uno (de lo) rizomático en el que lo que hace que lo que está junto permanezca es la operación de consistencia, una suerte de pre-subjetivo y trans-individual...

Es de allí que el agenciamiento sea siempre "inseparable de las líneas o coeficientes de desterritorialización, de los pasos y los relevos hacia otros agenciamientos". Casi pareciera una contradicción, pero ya deberíamos estar acostumbrados a este tipo de deslizamientos. Sus consecuencias a nivel conceptual, pero también -sospechamos, esperamos, ya sentimos- ético, político, estético… son de especial importancia a la hora de asirse un espacio en estas propuestas. Hemos de procurar seguir estas líneas también. Creemos haberlo intentado hasta este punto. Lo que hace a la cosa del agenciamiento, no es ninguna escencialidad estable y/o fija, sino precisamente lo que de suyo lleva a otra cosa. Las Haecceidades disponibles para el trazo de un devenir que no se predetermina sino que acontece.

Ese devenir, eso del agenciamiento que es su ya-no-ser de sí, a la vez que su todavía-no-ser de alguna otra cosa; eso es lo que acá se nos dirá como "máquina". Este deslizamiento propio del agenciamiento libera una máquina, que no es el agenciamiento mismo, sino que casi es el trazado del deslizamiento mismo. No es tampoco el "otro" agenciamiento que viene a "capturar" o a arrastrar al primero a su "reino". Se trata del arrastre mismo. Una máquina que es liberada por eso tan suyo del agenciamiento, de su centro intenso, que no puede sino tener como función este deslizamiento. Trazar tanto lo más propio como la línea de su exterioridad no como alterada excluyente sino como devenir vinculante: "una máquina es como un conjunto de máximos que se insertan en el agenciamiento en vías de desterritorialización, para trazar en él las variaciones y mutaciones." Nada menos propio de la máquina que el mecanismo. Acá "no hay efectos mecánicos; los efectos siempre son maquínicos, es decir, dependen de una máquina…"

"[U]na máquina se conecta con el agenciamiento territorial específico, y lo abre a otros agenciamientos, lo hace pasar por los inter-agenciamientos de la misma especie (…) Pero la máquina puede igualmente abrir el agenciamiento territorial de una especie a agenciamientos interespecíficos (…) La máquina también puede desbordar todo agenciamiento para producir una apertura al Cosmos. O a la inversa, en lugar de abrir el agenciamiento desterritorializado a otra cosa, puede producir un efecto de cierre, como si el conjunto cayese y girase en una especie de agujero negro…" Una multiplicidad de posibilidades que no se agotan en las mencionadas, puesto que situacional y combinatoriamente estas siempre serán infinitas y su variabilidad no podrá ser sino intensiva. Importante, creemos, es retener al menos dos cosas: por un lado, que las líneas de desterritorialización hacen parte del agenciamiento tanto como los agujeros negros sobre o alrededor sobre los cuales el agenciamiento puede terminar girando o cayendo: "El agujero negro es, pues, un efecto maquínico en los agenciamientos, que mantiene una relación compleja con los otros efectos." Por otra, que ninguno de estos dos extremos trae consigo un juicio de valor estable. Necesitamos tanto de nuestras líneas de fuga como de nuestros estratos. No romanticemos.

"Las máquinas siempre son llaves singulares que abren o cierran un agenciamiento, un territorio. Es más, no basta con hacer intervenir la máquina en un agenciamiento territorial dado; la máquina ya interviene en la emergencia de las materias de expresión, es decir, en la constitución de ese agenciamiento, y en los vectores de desterritorialización que inmediatamente actúan sobre él." Es por esto que no podemos decir que máquina sea "la" máquina o siquiera "una" máquina. Sustantivizar máquina pareciera estabilizarla más de lo que corresponde. Máquina es el trazado que ella misma efectúa. Siempre quedaremos cortos de palabras. Máquina es tanto el trazado como el trazo de ese deslizamiento, de esas relaciones, de esas emergencias… de allí que, en tanto que íntimamente involucrada con la emergencia de materias de expresión que dirán la consistencia de un agenciamiento, del otro, de su entre, la máquina siempre pueda entenderse también como un modo de entender la relación entre lo molar y lo molecular. Hace millones de años habíamos insinuado que la máquina abstracta era una producción más o menos indiferenciada de Materia-Forma que de inmediato encontraba en los modos de la sustancia y de la forma vías de decir el reino del contenido y el de la expresión. La máquina abstracta como ese emanar, pero al mismo tiempo como la versión más general, suficientemente abstracta, del recorrido completo hasta las sustancias de contenido y las sustancias de expresión, y hasta las formas de expresión y de formas de contenido. Ahora no estamos en aquel nivel de abstracción, pero un poco no podemos dejarlo del todo (requiem por el pobre de Chomsky). En el momento en el que estamos, se nos presentan al menos tres modos de esa relación molar-molecular gracias a la maquinicidad introducida recién: uno de orden estadístico (de acumulación de individuos), otro poblacional (de distribución de poblaciones), otro de conexión (de las fuerzas internas, ínter e intramoleculares).

De alguna forma no se trataría de muchas formas de algo, sino de una variación sutil de la operación de consistencia. Una variación que podemos llamar "diferencia", diferencia que se organiza de acuerdo a las tendencias de la materia sobre la que actúa o con la que se implica. Diferencia como modo de organización, diferencia como respuesta a la pregunta de cómo es que todo lo que está junto permanece junto, diferencia como nombre del perspectivismo radical que no se puede confundir con relativismo. "Si se enuncia la diferencia bajo su forma más general se dirá que se instaura entre sistemas estratificados, sistemas de estratificación por un lado, y por otro conjuntos consistentes, autoconsistentes." Los primeros, sistemas de estratificación codificados, en los que líneas verticales, horizontales y de profundidad trazan planos y volúmenes bien delimitados. Planos que se reproducen en el volumen, trasponiendo en esa reproducción la causalidades entre elementos, las jerarquías entre agrupamientos, la sucesión de formas que dan forma a sustancias y que sirven como forma de la siguiente. Los segundos, conjuntos de consistencia, sólo podrá asirse cuando dejemos de estar “ante una sucesión regulada de formas-sustancias” y más bien la percepción nos revele "consolidados de componentes muy heterogéneas, cortocircuitos de orden o incluso causalidades invertidas, capturas entre materiales y fuerzas de otra naturaleza…" En el primer caso, es la codificación de los estratos lo que explica la juntura; en el segundo, es la transversal: "una componente que carga con el vector especializado de desterritorialización. En efecto, un agenciamiento no se sostiene por el juego de las formas encuadrares o de las causalidades lineales, sino por su componente más desterritorializada, por un máximo de desterritorialización actual o potencialmente: por ejemplo el ritornelo…"

Si uno pensara que el agenciamiento corre por el entre pensable que va de los estratos al plan de consistencia, entonces veríamos cómo tanto los encuadres y las casualidades, como las transversales y las reverberaciones son parte de su trazado. Allá lejos, decíamos también que los sistemas semióticos pueden entenderse -siempre provisoria e introductoriamente- como el fruto de los intercambios y los entramados entre las sustancias de expresión y las formas de expresión, mientras que los sistemas físicos serían los que, a su vez, emergen de la colisión de las sustancias de contenido con las formas de contenido. Traemos esto ahora, de vuelta, porque acá se nos dice que los agenciamientos se definen por "un nuevo <<aspecto>> producido por la imbricación de lo semiótico y de lo material. En ese sentido, se puede oponer la consistencia de los agenciamientos a lo que todavía era la estratificación de los medios." Inmediatamente debemos subrayar que la serie de esquematismos que hemos construido una y otra vez con fines de supervivencia y navegación, no pueden sino entenderse como relativos, totalmente relativos; porque "los medios oscilan entre un estado de estrato y un movimiento de desestratificación, los agenciamientos oscilan entre un cierre territorial que tiende a reestratificarlos, y una abertura deterritorializante que, por el contrario, los conecta al Cosmos." Ningún esquema puede dar cuenta de esta oscilación. Pero todos lo deberían intentar. Y de este intento hacer relucir que no es la diferencia entre agenciamiento y otra cosa lo que interesa realmente, sino aquella que se puede barrer entre los límites de todo posible agenciamiento en y con sus máquinas. Esto es, una cartografía del entre que se abre entre los estratos y el plan de consistencia.

"…de los medios estratificados a los agenciamientos territorializados (…), de las fuerzas del caos (…) a las fuerzas de la tierra (…), de los agenciamientos territoriales a los inter-agenciamientos (…), de las fuerzas reagrupadas de la tierra a las fuerzas de un Cosmos desterritorializado…" Un viaje. Muchos viajes. Podríamos reagrupar: de los medios estratificados, pasando por los agenciamientos territorializados, a los inter-agenciamientos; de las fuerzas del caos, pasando por las de la tierra, a las del Cosmos desterritorializado. Dos viajes, mil viajes.

Sin embargo, al parecer, nada de esto se parecería a las operaciones del sistema neurovegetativo (también llamado nervioso autónomo o involuntario o visceral, o gran simpático: encargado de regular y pilotear las funciones y operaciones más o menos automáticas, no reductibles a la voluntad o a la conciencia sino más bien independientes de ella), sino que dice, nada más y nada menos, que el proceso de creación en general, pero el de creación artística en particular. Tal vez lo primero por lo segundo. Tal vez a pesar de ello. Hay una agencia, que no es la del creador omnipotente, sino la de la impotencia del artista. La del reto catabólico de habitar y decir esos viajes. De acompañar su trazado en el trazado mismo, siendo exigido por esas fuerzas, componiéndose con ellas. Renunciando a decirse (como un) "yo" en capacidad de hacer algo en o con la naturaleza, para más bien reconocerse efecto de aquello que hasta hace un momento llamábamos naturaleza y de los modos en los que ella hace consistir fuerzas de lo más diversas. Allí el artista es un creador, en la medida en que del caos al Cosmos, de los estratos a los inter-agenciamientos, encuentra, porque los traza y en ellos es trazado él mismo, sus propios átomos.

Pero la creación no puede entenderse solamente como un proceso de ensamblaje general y amorfo de y en estos viajes, sino que históricamente, según la estrategia que se nos presenta, al menos pueden pensarse tres grandes momentos con particularidades que, si bien no rompen el esquema general abstracto, alcanzan para trazar un camino de tres momentos más bien diferenciales. De inmediato dos notas: uno, las especificidades que, en el reino de las imágenes del pensamiento, nos son presentadas (provenientes de escenas específicas de la historia de la música, de la pintura, etc.), nos sobrepasan inconmensurablemente como para poder acá siquiera pretender seguirlas. Dos, como cualquier esquematismo, esta tripartición sólo puede cumplir un papel analíticamente ilustrativo y jamás pretenderse taxonomía definitiva respecto de ninguno de los aspectos que implica; las oscilaciones inter e intra que acá se podrían trazar nos derivarían a senderos sin regreso.

Así pues, tres pasos. Uno, clasicismo, en el que la relación es la de "forma-sustancia, siendo precisamente la sustancia una materia informada". Acá se generan, como hace miles de años con la máquina abstracta, elementos a partir de la búsqueda intensiva, diríamos formal, en y a través de esa relación. Es necesario entonces crear en el sentido de producir. Dos, romanticismo. Ya no la creación como producción sino la fundación, la tierra, la exploración subterránea que no busca sino que instaura fundamentos (en el sentido de "fundar") adecuados para los elementos de la creación como producción. "La tierra es ese punto intenso en lo más profundo del territorio, o bien proyectado fuera de él como punto focal, y en el que todas las fuerzas se reúnen en un cuerpo a cuerpo." Fundar, operación de la creación en el romanticismo, es un trabajo intenso sobre la tierra.

En el clasicismo existen "partes sustanciales que corresponden a formas, medios que corresponden a códigos una materia caótica que estaría ordenada en las formas y por los códigos", mientras que en el romanticismo "las partes eran más bien como agenciamientos que se hacían y se deshacían en la superficie. La forma devenía <<una gran forma en desarrollo continuo>>, reunión de fuerzas de la tierra que agrupaba en un haz todas las partes. La materia ya no era un caos que había que someter y organizar, sino la <<materia en movimiento de una variación continua>>. Lo universal había devenido relación, variación." En el clasicismo, la materia que era fundamentalmente "materia de contenido" pasa a ser sobre todo o predominantemente "materia de expresión". Allá, la forma era un "código que domina a las fuerzas del caos", acá, deviene "fuerza, conjunto de las fuerzas de la tierra." En el romanticismo asistimos a una reverberación de fuerzas, a su reagrupación y su conjura también. Al entramado complejo que como juego de voces se establece entre sentimientos (de sujeto subjetivado) y afectos; entre los individuos (no necesariamente personas) individualizados y aquello llamado acá dividual (para marcar precisamente esa nueva relación entre los modos de los que surge un afecto y su traductibilidad en o por el orden de los sentimientos).

En fin, tres, modernidad. Desafortunados nombres para estos momentos. Acá es lo cósmico lo que mueve el conjunto de la creación, que ya no se ocupa ni de producir ni de fundar, sino preponderantemente de consolidar, de hacer consistir. "El agenciamiento ya no se enfrenta a las fuerzas del caos, ya no se hunde en las fuerzas de la tierra o en las fuerzas del pueblo, sino que se abre a las fuerzas del Cosmos. (…) La relación esencial ya no es materias-formas (o sustancias-atributos) [clasicismo]; ni tampoco es desarrollo continuo de la forma y variación continua de la materia [romanticismo]. La relación se presenta aquí como una relación directa material-fuerzas." Material, y ya no materia: "El material es una materia molecularizada, y que como tal debe <<captar>> fuerzas, que sólo pueden ser las fuerzas del Cosmos." Hacer consistir, consolidar, se dice acá también como "hacer visible", "captar fuerzas de otro orden: el material visual debe captar cosas no visibles." Ya no se pueden decir materias de expresión: "Las materias de expresión son sustituidas por un material de captura. Como consecuencia, las fuerzas a captar ya no son las de la tierra, que todavía constituyen una gran Forma expresiva, ahora son las de un Cosmos energético, informal e inmaterial." Con la salida del romanticismo al modernismo, "lo esencial ya no está en las formas y las materias, ni en los temas, sino en las fuerzas, las densidades, las intensidades." "Se sale, pues, de los agenciamientos para entrar en la edad de la Máquina, inmensa mecanosfera, plan de conminación de las fuerzas a captar. (…) Si esa máquina debe tener un agenciamiento, ese será el sintetizador."

Todo fascinante. Pero entonces hay que volver a cuidarnos del riesgo que hemos llamado "posmoderno", que lee Rizoma hasta la mitad solamente, que lee en cada gesto sólo lo que le conviene a su manía o bien neurótico-protorebelde, o bien amébica-viscosa. No se trata acá de hacer "cualquier cosa" dado que el sintetizador une módulos y distribuye intervalos. En medio de ese cualquierismo se esconde una a-lógica muy precisa. No nos cansaremos de repetir que no por el hecho de que cada punto pueda conectar con cualquier otro, cualquier conexión sea igualmente posible o tenga los mismos efectos. Tampoco significa que cualquier conexión sea igualmente efectuable o que esté disponible bajo cualquier circunstancia o a cualquier agente. No es fácil conquistar el maquinismo-sintetizador: "un conjunto difuso, una síntesis de heteróclitos sólo se define por un grado de consistencia que hace precisamente posible la distinción de los elementos heteróclitos que lo constituyen." Leer mil veces en voz baja, luego mil más en voz alta. La experimentación no es el ejercicio del sinsentido sino la producción del sentido en un ejercicio sin precedente y sin prospectiva predeterminable. No se trata de emular la locura por aceleración catatónica sino más bien de conquistar los lentos recorridos esquizos que sólo al ser trazados (por un cuerpo, por un color, por un sonido) producen al esquizo en su realidad. No se trata de conectar lo máximo posible. No es por amplitud de abarcamiento, por desesperación epiléptica, que se traza una apertura a las fuerzas del Cosmos. Si la experimentación encuentra su tempo en la prudencia, el sintetizador nos invitará a la sobriedad. No la saturación tonal de una superficie (sonora, visual), sino el trazado preciso, sobrio, de ese gesto que logra molecularizar el material para abrirlo en disponibilidades singulares a las fuerzas Cósmicas. Cualquiera podría pintar como un niño, pero hasta el niño debe conquistar la sobriedad de un devenir-niño que no le es propio para que sus trazos sean, finalmente, los de un niño como el que cualquiera podría pintar: “sólo en la técnica hay imaginación”. En la modernidad, el artista ha devenido “artesano cósmico” al pasar por un devenir-niño, un devenir-loco que le hace a él lo que él está convocado a hacer ahora con los materiales (moleculares) y las fuerzas (Cósmicas).

*[Esquematizar no es fácil, tal vez porque sirve a condición de abandonarlo...]*

Encuentro 62 [24, mar. 2021]
Aquello que ha hecho material a la materia no es sólo un deslizamiento nominal. Como todo cambio acá, por pequeño que sea, trae consigo también un cambio de naturaleza. Material como "materia molecularizada". Como materia "en relación con fuerzas a captar". Como materia definida "por las operaciones de consistencia que se basan en él" (ya material, ya no materia). "El artista abandona sis figuras románticas, renuncia tanto a las fuerzas de la tierra como a las del pueblo. (...) Muchos artistas han tomado conciencia de esta situación desde hace mucho tiempo, e incluso antes de que se hubiera instaurado (por ejemplo Nietzsche). Y podían tomar conciencia porque el mismo vector atravesaba su propio dominio: una molecularización, una atomización del material unida a una cosmización de las fuerzas incluidas en ese material."

De allí el problema de lo político se hace evidente: la molecularización de la población podría implicar un nuevo tipo de bombardeo de sometimiento, control y/o aniquilación; pero también la posibilidad de la emergencia de nuevas poblaciones que pudieran no sólo ni principalmente recomponer sino hacer emerger un pueblo nuevo. Pueblo y población no se corresponden necesaria ni automáticamente. "<<¿Habitar como poeta o como asesino?>>" La disyuntiva no es entre lo molar y lo molecular, sino entre una y otra deriva de la molecularidad misma (una oportunidad más para la des-moralización de todo esto). "En lugar de que el pueblo y la tierra sean bombardeados desde todas partes en un cosmos que los limita, es necesario que el pueblo y la tierra sean como los vectores de un cosmos que los arrastra; entonces el propio cosmos será arte." El problema político no es otro que el de la creación. "¿No es lo propio de las creaciones actuar en silencio, locamente, buscar por todas partes una consolidación, ir de lo molecular a un cosmos incierto, mientras que los procesos de destrucción, de conservación actúan groseramente, ocupan el primer plano, ocupan todo el cosmos para dominar lo molecular, encerrarlo en un conservatorio o en una bomba?"

No hay, pues, tres momentos (clásico, romántico, moderno). Ni siquiera un cuarto en el que la liberación de lo molecular marcaría una ruptura respecto de lo anterior. Sólo hay agenciamientos diferenciados de los elementos que componen el horizonte. No se puede decir que sólo posteriormente se trata de las fuerzas; "[l]o único que se puede decir es que, en tanto que las fuerzas aparecen como fuerzas de la tierra o fuerzas del caos, no son captadas directamente como fuerzas, sino reflejadas en las relaciones de la materia y de la forma. Así pues, se trata más bien de umbrales de percepción, de umbrales de discernibilidad, que pertenecen a tal o tal agenciamiento." La historia no es otra que la de la percepción, la del devenir de la percepción, que no se dice como diferencia entre elementos sino como el paso de unos a otros, en el que la alteridad marcada no pertenece a una exterioridad sino que, de alguna forma, hace parte de algo que siempre estuvo allí. Por eso es la historia de la percepción y de su devenir, porque da cuenta de los procesos gracias a los cuales ciertos tránsitos hacen visibles no el punto de partida o el de llegada, sino el hecho de que ambos estaban desde siempre allí, en una invisibilidad que sólo es rota por el tránsito mismo.

Y ahora entonces la taxonomía del ritornelo adquiere otras dimensiones. Podemos ahora decir que hay "ritornelos de medios, con dos partes como mínimo, en los que una responde a la otra (...); ritornelos de lo natal, del territorio (...); populares y folklóricos, en relación a su vez con un inmenso canto del pueblo (...); ritornelos molecularizados, en relación con fuerzas cósmicas (...)". Podemos también, según parece, dar cuenta de la primacía sonora del ritornelo, en tanto lo sonoro, "al desterritorializarse, se afina cada vez más, se especifica y se vuelve autónomo." Partiendo de un conjunto finito de elementos, logra un coeficiente  o una potencia de desterritorialización más altos que, por ejemplo, lo visual y/o pictórico (que, partiendo de un repertorio cuasi infinito, no puede no pasar por el momento de la representación, así fuese para situarse en contra de ella o para atravesarla). "El sonido no debe esta capacidad a valores significantes o de <<comunicación>> (que, por el contrario, la suponen), ni a propiedades físicas (que más bien darían el privilegio a la luz). Una línea filogenética, un <<filum>> maquínico, atraviesa el sonido, y lo convierte en un máximo de desterritorialización."

"[E]l ritornelo es un prisma, un cristal de espacio-tiempo. Actúa sobre lo que le rodea, sonido o luz, para extraer de ello vibraciones variadas, descomposiciones, proyecciones y transformaciones." Su función es "catalítica", en tanto está llamado a "asegurar interacciones indirectas entre elementos desprovistos de afinidad llamada natural." El ritornelo es el que preside las bodas contra-natura de las que tanto hemos hablado ya. "Lo propio del ritornelo en concentrarse en por eliminación en un momento extremadamente breve, como extremos en un centro, o, al contrario, desarrollarse por adiciones que van de un centro a los extremos; pero también recorrer esos caminos en los dos sentidos. (...) El ritornelo permanece en el estado de una fórmula que evoca un personaje o un paisaje, en lugar de crear él mismo un paisaje rítmico, un paisaje melódico. (...) El tiempo como forma <<a priori>> no existe, el ritornelo es la forma <<a priori>> del tiempo, que cada vez fabrica tiempos diferentes." Si tan sólo hubiésemos podido leer esto antes, desde siempre; si acá hubiésemos empezado el recorrido de ya tantos meses, tantísimas horas...

Es ya tiempo de encarar el tratado que se avecina. Algún día volveremos, querido ritornelo...

*[¿Seremos capaces de reconocer los pasos que hemos dado, de las huellas que nos han producido en ese andar, de los territorios que esos pasos han producido en nuestro andar? No se trata de extrañar lo que ya no está, sino de dejar de negar de una vez por todas que en su haber estado ya no podrá dejar de estar...]*

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